SOCIEDAD • SUBNOTA › NO SE PRUEBA NINGúN DICHO DEL SUPUESTO TESTIGO
› Por Emilio Ruchansky
Aunque tuvo dificultades para encontrar la sede de la Ceamse en Colegiales y su coche no fue ubicado aún en las cámaras de zona, el testimonio del taxista que dice haber transportado a Jorge Mangeri y haberlo ayudado a deshacerse de su víctima no termina de ser descartado. Una fuente de la investigación reconoció ayer: “No lo queremos perder, es probable que se le amplíe la declaración”. Los abogados defensores del encargado del edificio donde vivía Angeles Rawson ya pidieron al juez que abra otra causa por falso testimonio, como ocurrió con una falsa vecina que quiso involucrar a los familiares de la joven en el crimen. Y uno de ellos, Marcelo Biondi, criticó a las autoridades judiciales por sacar a Mangeri de la fiscalía “a cara descubierta”, esposado, permitiendo que sea filmado.
La versión dada por este taxista, que ayer habló en algunos medios por teléfono, comenzó a ser revisada por la División Homicidios de la Policía Federal, sin éxito de momento. Por lo que informaron fuentes de la fuerza, no se identificó el coche que maneja en la cámara de un edificio cercano a Ravignani 2360, la misma que tomó a la joven cuando ingresaba a su casa; sin embargo, fuentes judiciales insistieron en que no se agotó esta vía de chequeo. Tampoco se pudo hallar aún rastros en el vehículo, que quedó a disposición de los peritos el lunes pasado, ni registros escritos en la Ceamse, como indicó el supuesto testigo.
El taxista había afirmado que llevó a un pasajero con dos bolsas negras el 10 de junio pasado, día en que fue asesinada Angeles, desde la cuadra del edificio de la joven hasta la planta de la Ceamse en Colegiales. Luego, afirmó, entró al predio con el coche y el pasajero, tras charlar con empleados del lugar y abonar una suma de dinero, logró deshacerse de las bolsas. En medio de esta operación, el hombre dijo que había movimientos dentro uno de los paquetes, el más pesado, y su cliente afirmó que se trataba de un perro agonizante y pidió un elemento para ultimarlo.
Este supuesto testigo fue acercado al juzgado por el abogado Roberto Casorla Yalet, de ínfulas mediáticas, quien aseguró que conoció la versión por un conocido en común con el taxista. Su colega Miguel Angel Pierri, quien encaró la defensa de Mangeri tras insistir a sus familiares y al propio imputado y dio varios reportajes días antes de asumir formalmente, criticó la llegada del testimonio a estrados judiciales: “Hay sujetos que directa o indirectamente buscan tener protagonismo en una causa triste, horrible y son capaces de cualquier cosa”.
Hasta el momento, en esta causa trascendió un cúmulo de testimonios “espontáneos” con distinta suerte. Por ejemplo, la ex cuñada del padrastro de Angeles, Sergio Opatowski, quien viajó desde Punta del Este, Uruguay, en la primera semana tras la aparición del cuerpo. La primera esposa de este instructor de pesca retirado falleció siendo joven y su ex cuñada se acercó a una comisaría para contar que Opatowski “se había dilapidado los bienes de su difunta esposa, cosa que puede ser cierta, pero no lo convierte en un asesino”, señaló una fuente judicial.
Cuando el foco de la investigación, y sobre todo de muchos medios, salió del entorno familiar para instalarse definitivamente en Mangeri, apareció un taxista que dijo haber transportado al portero la noche del crimen por cinco cuadras, desde el cruce de Soler y Fitz Roy hasta Paraguay y Ravignani, cerca del edificio donde vivía Angeles y hasta hace tres semanas, también Mangeri. El dato derivó en dos allanamientos a obras en construcción sobre la calle Soler, donde se esperaba encontrar tal vez la escena del crimen. Los resultados fueron nulos.
El miércoles de la semana pasada, un periodista del canal de noticias TN grabó una llamada de otra supuesta vecina de Angeles y testigo, quien dijo haber escuchado una discusión familiar el mismo día del asesinato. La mujer aseguró que el disparador era un supuesto problema intrafamiliar y que un funcionario del gobierno nacional ofreció dinero a los vecinos para que no contaran este hecho. El periodista pasó el audio el abogado querellante Pablo Lanusse, quien representa a Franklin Rawson. Esa misma noche, el juez Javier Ríos hizo declarar a todos los vecinos del edificio.
“Enseguida supimos que era mentira y parecía, abiertamente, un testimonio dirigido a complicar la investigación”, contó una fuente judicial. El lunes pasado, la mujer tuvo que ir hasta el juzgado, luego de ser localizada, y admitió que no vivía en el edificio. Terminó imputada por falso testimonio y a la espera de que se sortee un juzgado que la investigue. “Ojalá que este taxista no haga lo mismo. Se lo vio muy emocionado y llorando cuando contó su versión. Si miente a propósito es un buen actor que recibió unos pesos para decir esto”, reflexionó una fuente de la investigación.
Anoche, este segundo taxista pidió protección policial porque “tenía miedo”, afirmaron fuentes judiciales. Su versión, fantasiosa en ciertos tramos, seguirá rondando hasta que se termine de descartar o incorporar, si se logra quebrar la mala racha de los testimonios “espontáneos” en esta causa.
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