SOCIEDAD • SUBNOTA › OPINIóN
› Por Elena Duro *
Esperar los resultados de PISA para muchos es como una película de suspenso con final abierto, para otros una película mediocre con final anunciado y para los más cercanos al ámbito educativo, algo que no sorprende. Pero que no nos tome por sorpresa no significa que no haya un serio problema educativo, que arrastramos hace ya muchos años. A pesar de los señalamientos, aún no se afrontó con el esfuerzo y la seriedad que amerita.
Lo lamentable de este fenómeno mediático global es que un tema, como el educativo, que debería ser prioritario en nuestra agenda diaria para ayudar a promover una necesaria demanda social –actualmente inexistente– por su mejora continua, sólo emerge de una manera que poco ayuda a analizar con mayor detenimiento las raíces del problema en el que nos encontramos y que debemos resolver.
Las pruebas PISA, los ONE (Operativo Nacional de Evaluación) y la evidencia obtenida de múltiples investigaciones muestran, con diferentes aproximaciones, los insuficientes aprendizajes en áreas elementales del saber que alcanzan gran parte de los estudiantes en nuestro país. Y además lo alejados que estamos de los avances del conocimiento en materia educativa, cuestión clave para promover cambios.
Hoy tenemos que ser propositivos, no errar el diagnóstico y focalizar las políticas y programas en el centro del cuello de botella. Otros países lo están logrando y nosotros también podremos si el esfuerzo lo dirigimos estratégicamente. Hablar de lo que se hizo bien en términos de inclusión o echar culpas al pasado no suma. Hay chicos y chicas que esperan una respuesta positiva a un tema que los afecta directamente y los muestra de una manera similar a la que aparentemente se estarían sintiendo en la escuela, poco felices. La responsabilidad nace cuando reconocemos que el problema existe. La rendición de cuentas por los aprendizajes de los estudiantes es un tema que debiera ser asumido como sociedad e involucra, con distintos grados de responsabilidad, a los gobiernos educativos, a los docentes y directores, a los gremios, a las familias, a los estudiantes, a los institutos formadores, entre otros. Esta vez no hay que fallar. El derecho no se acota al acceso, inclusión y calidad son las dos caras de una misma moneda.
* Especialista en Educación. Unicef.
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