SOCIEDAD • SUBNOTA
› Por Sonia Santoro
Micaela Godoy Herz, una de las autoras de la investigación, tiene 26 años, es licenciada en Ciencias Biológicas y está realizando el doctorado en la UBA, con una beca del Conicet. Haber logrado una publicación en la revista Science siendo tan joven la llena de felicidad. “Todos en el laboratorio vemos que se puede llegar a contar una linda historia después de muchísimo trabajo. Esta historia nos llevó 6 años y es lindo porque deja muchos interrogantes para seguir trabajando –contó a Página/12–. Además, que una revista de nivel internacional reconozca este trabajo da mucha motivación para seguir haciendo experimentos y seguir haciéndose preguntas.”
Trabaja en el Laboratorio del Instituto de Fisiología, Biología Molecular y Neurociencias (IFIByNE) desde fines del 2008, cuando llegó un verano a hacer una pasantía para aprender cómo se trabaja en un laboratorio y le gustó tanto que se quedó. Desde 2012 hace el doctorado en splicing alternativo en plantas bajo la dirección de Alberto Kornblihtt.
“Siempre me gustó hacerme preguntas”, dice Godoy Herz, para explicar el origen de su vocación por la biología.
–¿Se le han presentado dificultades, por ser mujer, al dedicarse a una ciencia dura?
–Hasta este momento no se me presentaron dificultades u obstáculos. Hay becarias doctorales mujeres y varones por igual. Pero sé que a medida que se avanza en la jerarquía científica en general son hombres los que ocupan los cargos de dirección de laboratorio, más que las mujeres.
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