Voy a poner un ejemplo de lo que sería “al azar” en el caso del padrón electoral argentino.

Suponga que usted está delante de todas las personas habilitadas para votar. Suponga también que somos 30 millones. No importan los nombres, pero sí el número correspondiente de cada DNI. Ahora bien: ordenemos a estas personas pero NO en forma ni creciente ni decreciente[1] sino por el dígito final. Es decir, agrupemos a todos los DNI que terminan en el número cero, después a los que terminan en uno, los que terminan en dos... y así siguiendo hasta los que terminan en nueve.

Como necesitamos elegir 1100 números de esta lista, vamos eligiendo uno cada 27.272 DNI[2]. Esta es sólo una forma de elegir al azar. Ciertamente no es la única ni mucho menos. Pero no sería al azar tomar los números de teléfono (porque no toda persona del padrón tiene teléfono), ni elegir la misma cantidad de mujeres que de hombres (porque eso sería “dirigir” la encuesta), ni tratar de elegir la misma cantidad de jóvenes que de personas más adultas, ni elegir los distintos grupos de socios de un club, etc., etc... Toda selección “a priori” distorsiona “el azar”.

Notas:

[1] Si los ordenáramos en forma creciente los estaríamos agrupando por edades ya que a medida que vamos naciendo nuevos ciudadanitos se va incrementando el número del DNI.

[2] Haga la cuenta: 1100 x 27.272 = 29.999.200.