Una de las prácticas más afectadas por la falta de anestesistas es la de los servicios de obstetricia. “Para que una maternidad sea viable, es condición fundamental que cuente con anestesista de guardia –señaló Bernardo Chomsky, coordinador de Asumen (Alianza para la Salud de la Madre, Recién Nacido y Niño) y ex jefe de Neonatología del Hospital Argerich–: pero los anestesistas han formado una asociación muy cerrada que otorga o niega la acreditación, filtra los ingresos y decide las prestaciones que dan o que se niegan a dar, y esto se ha constituido en un problema importante: prácticamente imponen a hospitales y clínicas condiciones que van más allá de las que corresponden a la práctica profesional. Una asociación de profesionales no tiene por qué dedicarse a este tipo de cuestiones.”

Mario Rovere, viceministro de Salud de la Nación, destacó que “un argumento fundamental para promover que los partos tengan lugar en instituciones especializadas es la posibilidad de contar con anestesista. Pero muchas veces un parto tiene que derivarse porque ese día no hay anestesista. Cuando está prevista la ausencia del anestesista, no se aceptan partos de riesgo, pero nadie puede saber si un parto que se presenta como normal terminará siendo de riesgo”.

–¿Esto implica un aumento de la mortalidad neonatal o materna?

–Estadísticamente es difícil corroborarlo. Cada tanto aparece un caso donde uno puede probar que esa situación ocurre –contestó el viceministro.