SOCIEDAD • SUBNOTA › EL ENCIERRO Y LOS DAÑOS QUE PROVOCA
› Por Carlos Rodríguez
“En otro contexto, Mei hubiera podido salir de la descompensación que había sufrido y seguir un tratamiento ambulatorio fuera del ámbito manicomial, pero lo que pasa es que algunos pacientes, por falta de recursos en lo que es el ‘afuera’, terminan estando internados más tiempos que el necesario”, explica a Página/12 el psicólogo Mariano Laufer Cabrera, quien asistió a Mei, junto con la psiquiatra Daniela Domínguez y el psicólogo Lucio Laffitte. En el caso de Mei, ella “estuvo más de cuatro años internada sin criterio de internación, lo que genera una serie de efectos iatrogénicos (alteración del estado del paciente por el tratamiento médico) para las personas”, resaltó Laufer Cabrera.
“Esta situación estuvo agravada por la dificulta de no hablar el idioma, porque de haber tenido un traductor desde el inicio esto hubiera facilitado mucho las cosas”, señala la psiquiatra Daniela Domínguez. Luego precisa que “las internaciones necesitan tener un tratamiento intensivo que no era posible por la barrera del idioma; hacer una psicoterapia si uno no se entiende con el paciente es muy difícil”.
“Fue una experiencia de lo más traumática porque ella estuvo unos meses en tratamiento ambulatorio y después más de cuatro años internada, sufriendo el aislamiento propio del manicomio, pero también el aislamiento cultural, idiomático, al estar separada de su contexto sociocultural, lo que deja un montón de efectos perniciosos”, insiste Domínguez.
Aunque está claro que el de Mei es un caso especial, extraordinario, son muchos los “pacientes sociales, que siguen internados por falta de recursos que permitan sostener una vida por fuera del manicomio, a veces por ausencia de familiares o por falta de recursos de esos familiares, que deberían ser ayudados por los efectores de salud, por los Estados”. La psiquiatra resaltó que la Ley de Salud Mental “lo que busca, precisamente, es que esto no ocurra, para que las internaciones sean sólo en el momento agudo y que se dispongan los recursos necesarios para que las personas se puedan sostener en el ámbito comunitario”.
Por eso ocurre que “se prolongan las internaciones una vez que la persona está compensada porque no hay adónde, no hay un afuera, no hay una red de contención comunitaria que permita sostener a esas personas”. La situación se agrava por la falta de presupuesto para las instituciones intermedias de salud mental donde se realizan los tratamientos ambulatorios. “El presupuesto sigue siendo destinado, mayoritariamente, a las instituciones neuropsiquiátricas, a los hospitales monovalentes y no se abra el circuito hacia los servicios comunitarios de salud mental”.
Plantearon la necesidad de que se abran “salas de atención de salud mental en los hospitales generales, porque la ley apunta a que las internaciones por situaciones agudas sean breves, en hospitales generales, y que después los pacientes sean derivados a los centros comunitarios”. Los pacientes, en los neuropsiquiátricos, “están como en una burbuja, en un ámbito donde te despiertan a una hora, te hacen la comida; si esto se prolonga, es difícil volver a una vida en la que se tienen que hacer de comer, despertarse solos e ir a trabajar; tienen que desandar un camino que nunca tendrían que haber recorrido”.
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