El estudio hace también un análisis sobre la composición de los matrimonios heterosexuales según la endogamia por lugar de nacimiento a lo largo del período que comienza en el año 1890. Al comienzo del período, se nota una coincidencia de mayor endogamia en los matrimonios entre extranjeros recién llegados al país, mientras que en los casamientos de nativos hay mucho más casos de casamientos con extranjeros, es decir una menor endogamia por lugar de nacimiento.

“Esta situación se explica –dice el informe– por el rol que ha tenido la migración proveniente de ultramar” dado que “la población extranjera (en el país) alcanzó proporciones cercanas al 50 por ciento del total de la población de la Ciudad hasta la década de 1920”. Esta fuerte presencia migratoria en edades aptas para el matrimonio se combinaba con datos importantes como los “altos índices de masculinidad y el importante porcentaje de solteros” entre los contingentes migrantes, a lo que había que sumar “las diferentes pautas culturales hacia el matrimonio”, sobre todo “una menor propensión de la población nativa”, de manera especial entre los hombres, a contraer matrimonio.

Se afirma que en esos años hubo “una gran disponibilidad de varones solteros” que venían del otro lado del mundo. A partir de la década del 30 “el peso de los matrimonios mixtos con mujeres nativas comienza a descender y hacia 1985 se ubica por debajo del 5 por ciento”. Por su parte, “los matrimonios mixtos de cónyuges varones argentinos se ubican a lo largo del período (iniciado en 1920), por debajo del 10 por ciento y es hacia 1985 cuando la tendencia de los matrimonios mixtos se revierte comenzando a tener mayor peso entre los varones” nativos que se casan con extranjeras.

En los primeros años del período que se inició en el año 1890, se advierte “una importante brecha a favor de las mujeres nativas que se casan con extranjeros, que casi triplican a los matrimonios mixtos donde el cónyuge nativo es varón”.