Es posible que el destino de alguno de los empleados de la Terminal 3 del Puerto de Buenos Aires –donde se almacenan los tanques de PCB– haya sido el que describió a este diario una fuente de Inspección General de la Aduana: “El PCB es altamente cancerígeno por inhalación, contacto y sobre todo por ingestión: si un operario tocó un tambor donde había un derrame y después sostuvo un cigarrillo con esa mano, fue suficiente para contaminarse”.
Verónica Odriozola, de la entidad ambientalista Greenpeace, observó que “además de cancerígeno, el PCB tiene otros efectos tóxicos sobre el aparato reproductor, el sistema inmunológico, el sistema nervioso. Es muy estable, de modo que perdura por décadas en los suelos o los ríos: por eso se concentra en los tejidos de los seres vivos. En el Río de la Plata está prohibida la pesca de sábalos, precisamente por el nivel de PCB que hay en sus tejidos. Pero en la zona sur de la provincia de Buenos Aires muchas personas carenciadas siguen pescándolos para subsistir”.