SOCIEDAD • SUBNOTA
“Desde 100% Diversidad y Derechos, en el marco del derecho constitucional-convencional a formar una familia, reivindicamos el uso de esta técnica como una posibilidad de que las familias que no pueden concebir o llevar adelante un embarazo –por distintos y muy variados motivos– puedan tener hijos. Aspiramos a que se regule entendiéndola como una actividad altruista. Reconociendo la voluntad procreacional de quienes utilicen las técnicas y la filiación a su favor, independientemente de su orientación sexual, de quien haya aportado el material genético y de su Estado civil, protegiendo los derechos de los niños y niñas que nazcan y de las mujeres gestantes que participen de la técnica.
En el Encuentro Nacional de Familias LGBT con hijos e hijas (ediciones 2013 y 2015), de los que participaron cientos de familias, se debatió el tema en la Comisión de Diversidad Familiar y se decidió en asamblea promover la regulación de la gestación por sustitución, convencidos de que la no regulación es el peor escenario para la protección de los derechos de las mujeres gestantes y de los niños nacidos por esta técnica. Muchas parejas de varones que participaron de los encuentros buscaban información e intercambiar experiencias sobre esta forma de formar una familia, así como también participaron parejas de varones con hijos e hijas ya nacidos mediante gestación por sustitución, que compartieron los complejos problemas que el vacío legal trae aparejado, desde dificultades en el acceso a la salud y la cobertura para los nacidos y la mujer gestante, como falta de certidumbre para todas las partes y la desprotección, en particular, para las mujeres gestantes y los hijos e hijas de quienes comprometen su deseo y voluntad procreacional”.
* Secretario de 100 % Diversidad y Derechos.
“El debate fundamental sobre la gestación subrogada tiene que ver con el conflicto entre dos visiones: altruista y comercial. Y alcanza no sólo a la mujer que ‘alquila’ su útero sino también al niño nacido de esa práctica. Altruismo es procurar el bien ajeno aunque tenga algún costo para el bien propio. Pero comercio es el intercambio de bienes que lleva a procurar el bien propio aún con algún costo para el bien ajeno, aunque a ese costo se le quiera poner precio. Para la ética kantiana, sin embargo, en el reino de los fines todo tiene o un precio o una dignidad. Aquello que tiene precio puede ser sustituido por algo equivalente (un objeto o una persona por otra); pero lo que se halla por encima de todo precio y por tanto no admite nada equivalente, eso tiene una dignidad (cada persona, cada cuerpo humano). La conducta altruista en gestación subrogada es respetuosa de la dignidad y por tanto aceptable pero la subrogación comercial no lo es.
En el mundo actual, un problema ético mayor es el de la mercantilización de la vida y en particular el mercado del cuerpo humano. La estrategia comunicacional de la mercantilización globalizada consiste en potenciar la asociación entre libertad y deseo, para que una y otro sean indisociables. Porque si la idea de libertad es indiscutible, también lo será el deseo. Aunque la libertad admite los límites de la responsabilidad ante los otros pero el deseo se lleva mal con esos límites. Y para quien quiere vender es importante tener delante a quien no tiene límites en el comprar. Por eso, la salud como comercio, hoy no es más que la promoción del deseo de todos los diagnósticos y todos los tratamientos posibles, incluyendo claro a la reproducción humana. Debemos preguntarnos qué tipo de sociedad queremos para poder responder a qué tipo de conductas personales estamos dispuestos a defender.”
* Especialista en Bioética, Hospital de Clínicas-UBA.
“El campo de las llamadas técnicas de reproducción asistida reaviva viejas discusiones y nos enfrenta a nuevas problemáticas. Se debate la persistencia del mandato de la maternidad, los límites entre naturaleza y cultura, la medicalización adicional de los cuerpos de las mujeres, la comercialización del proceso reproductivo, así como su uso potencial para fines eugenésicos, entre otros. Las feministas siempre estuvieron alertas a estas cuestiones, así como a la carga de responsabilidad sobre los individuos en los problemas de la infertilidad (fundamentalmente las mujeres) en vez de revisar las cuestiones ecológicas y sociales. Por ejemplo, la zona con mayores problemas para concretar la gravidez es el centro y sur de Africa y tiene que ver con infecciones no curadas del tracto reproductivo.
En general se habla mucho de la necesidad de quienes quieren formar una familia, sobre todo cuando están en discusión reformas legislativas, pero muy poco de las mujeres que sirven como gestantes, que sería la parte vergonzante de la felicidad ajena. Hay quienes sostienen que puede ser una manera en que esas mujeres ganen autonomía al poder disponer de un ingreso importante de dinero. Pero también algunas investigaciones nos alertan acerca de mujeres muy pobres reclutadas como gestantes de manera similar a formas de servidumbre doméstica que sufren como empleadas del hogar y niñeras. Es una transacción por dinero que los fluidos intercambios de la globalización facilitan y que refleja y perpetúa las profundas desigualdades de género, clase, raza y nacionalidad presentes en el mundo contemporáneo”.
* Antropóloga UBA/Unsam.
“Hace más de 20 años, escribí mi primer libro, De la cigüeña a la probeta, y ya entonces pensaba que el avance científico-tecnológico implica desarrollos técnicos que nos remiten a la pregunta: ‘¿Es lícito hacer todo lo que es técnicamente posible?’. A veces el lenguaje hace hincapié en autonomía, elección y libertad. Suponer que es una buena elección, porque permite acceder a techo, comida, educación y salud, oscurece la injusticia de que esta sea la forma de acceder a derechos básicos fundamentales. De hecho, es una estrategia de sobrevivencia. Parejas de Europa o Estados Unidos en buena situación económica viajan a clínicas de fertilidad a países como la India, donde los salarios son bajos, los médicos son buenos, hablan inglés y el gobierno estimula el turismo médico. Muchas mujeres encuentran así una forma de acceder a dinero y educación para sus hijos, con embarazos más cuidados y controlados que los propios.
Algunos autores sólo cuestionan la sustitución si ésta es retribuida económicamente, mientras que la aceptan cuando es gratuita. Sin embargo, en ambos casos está involucrada una mujer que se hace cargo durante nueve meses de la gestación y se entiende que esta mujer decide libremente sobre el uso de su cuerpo y muchas veces son argumentos análogos a los usados para legalizar la prostitución. Por otra parte, tanto en los casos altruistas como pagos, no se imaginan eventuales complicaciones, tanto en la salud del bebé, como de la madre portadora ni cómo se resolverán. Tampoco son parte del debate los sentimientos y consecuencias sobre la salud psíquica y mental de las mujeres involucradas”.
* Bióloga, autora de Según pasan los años (Capital Intelectual).
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