En un femicidio ocurrido en Rosario el 13 de enero, el agente de la Policía Montada Pedro Díaz, de 40 años, asesinó a su esposa Graciela Menna, de 49, cuando dormía. “El había sido pasado a retiro por problemas psiquiátricos y nunca se le pidió que entregara el arma reglamentaria, a pesar de no estar en ejercicio”, denunció en diálogo con este diario la abogada Susana Chiarotti Boero, feminista con larga trayectoria en la defensa de los derechos de las mujeres, e integrante del comité de expertas de la OEA que evalúa a los países del continente en el cumplimiento de la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, conocida como Belém do Pará. El hecho sucediót cerca de las 3 de la madrugada en Nicaragua 1536, del barrio Belgrano, donde además se hallaban durmiendo los hijos del matrimonio, quienes aparentemente no escucharon nada y recién descubrieron lo que había pasado cuando se despertaron. Como en varios casos de femicidios cometidos por uniformados, Díaz se suicidó después de ejecutarla. “Cuando me entrevistaron en un medio local por el caso, pregunté al periodista si la muerte había sido con el arma reglamentaria. Era un dato en el que nadie había reparado. Averiguaron, era la misma arma. A partir de allí se planteó el problema institucional. ¿Por qué no se la habían retirado? Creo que pocas veces nos paramos a mirar las fragilidades de aquellos y aquellas a quienes confiamos la “guarda del orden”. Es probable que necesiten más apoyo, otra formación, trabajar estos temas. Es complejo”, observó Chiarotti.

El fiscal de Rosario Rafael Coria dijo que “la pareja atravesaba una profunda crisis y estaba a punto de separarse”. “No serás mía, no serás de nadie”, es el mensaje femicida, que se repite.