Dom 28.08.2016

SOCIEDAD • SUBNOTA

Los ingenieros del consorcio

› Por Carlos Rodríguez

Darío Sakin es propietario de uno de los departamentos del edificio de Crisóstomo Alvarez 2782, hoy deshabitado como consecuencia de la explosión del 23 de julio. “En estos momentos se encuentra trabajando en el edificio un equipo de ingenieros, profesores de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), que fueron elegidos por decisión del consorcio, porque nos parecieron los más idóneos para realizar esa tarea”. Lo primero que hicieron los ingenieros, la semana pasada, fue “establecer el estado en que se encuentran las vigas, las columnas y los encastres, para establecer cuáles son las que se tendrían que demoler y reemplazar” para garantizar la seguridad.

Explicó que “también hay losas que hay que demoler porque han sido dañadas, pero de todas maneras el edificio está bastante bien, creemos que porque tiene más de cuarenta años y fue construido con mayor conciencia e idoneidad que los edificios que hoy tienen veinte años de vida”. Los trabajos incluyen el análisis sobre la profundidades de algunas grietas que se produjeron luego del accidente. La estructura ha sido dañada no sólo por la explosión sino también por el incendio posterior “que puede haber producido la cristalización del hormigón, de manera que hay que tener en cuenta una serie de cuestiones importantes”.

Además del estudio sobre cómo se encuentra hoy la estructura de la torre afectada, hay que reparar los daños producidos por la onda expansiva sobre las instalaciones de electricidad, gas y agua. “Los técnicos afirman que la explosión tuvo un efecto similar a un sismo sobre un edificio que, por suerte, fue construido por ingenieros que tenían vergüenza y por eso hacían bien su trabajo, y no como ocurre en los últimos años”.

Sakin estimó que los trabajos llevarán por lo menos cuatro meses, lo que significa que algunos propietarios podrán retornar a sus viviendas hacia fin de año, en los pisos bajos, porque en la parte superior “la tarea va a demandar no menos de un año”. En el edificio, los únicos que esperan para volver son los propietarios (el 60 por ciento de las 55 familias que vivían allí), dado que los inquilinos ya no volverán, obligados como están a buscarse otra vivienda.

La familia de Darío Sakin se tuvo que ir a vivir “al negocio que tenemos y que fue reacondicionado como vivienda”. El vecino lamentó la situación que viven hoy “algunos propietarios mayores con problemas de salud” y reconoció que “hubo deficiencias en la atención a las personas afectadas por parte de los funcionarios del gobierno, en lo que hace a la cobertura social”.

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