SOCIEDAD • SUBNOTA
› Por Carlos Rodríguez
La muerte de Lucía Pérez se produjo como consecuencia de un síncope vasovagal que le produjo un paro cardio-respiratorio. La misma causa provocó la muerte, el 6 de agosto de 1992, del joven Sergio Durán, de 17 años, luego de ser detenido y torturado en la comisaría primera de Morón. Los peritos determinaron que el falleció como consecuencia de un síncope vasovagal provocado por las ocho horas de tortura que sufrió el chico durante su detención por “averiguación de antecedentes”. Dos policías condenados y tres prófugos.
Floreal “El Negrito” Avellaneda, militante de la Federación Juvenil Comunista, fue secuestrado a los 15 años, durante la dictadura militar y su cuerpo fue encontrado el 14 de mayo de 1976, justo el día de su cumpleaños, en aguas del Río de la Plata, cerca de Rosario. Se comprobó que había sufrido horribles torturas y empalamiento, un antiquísimo método de tormento y aniquilación. Luego de un largo proceso judicial, tres policías fueron condenados en octubre de 2013 por el crimen del Negrito Avellaneda.
María Soledad Morales apareció asesinada en la ciudad de Catamarca el 10 de septiembre de 1990. Su cuerpo estaba mutilado, la habían drogado y violado durante una “fiesta” a la que había sido llevada por su “novio”, Luis Tula, condenado por el homicidio junto con su entonces amigo Guillermo Luque. Los bomberos, luego de encontrar el cadáver de María Soledad, lo lavaron. Esto provocó la pérdida de elementos vitales para la investigación del caso. Nunca se pudo determinar quién dio la orden de lavar ese cuerpo. Muchos sospechosos quedaron impunes.
Los asesinos de Lucía Pérez hicieron todo el recorrido, en un solo caso: la drogaron, la violaron, la empalaron, le produjeron el síncope vasovagal y luego lavaron su cuerpo, en un intento por borrar sus rastros y quedar impunes en un crimen horrendo.
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