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El protector solar hace falta, pero el número es un misterio
Estudios realizados en Europa mostraron que el factor de protección de las cremas para el sol muchas veces no era real. En la Argentina no se hacen pruebas. Un proyecto propone un nuevo control.
› Por Claudio Zlotnik
Difícil que alguien se lo olvide cuando arma la valija para la costa: el protector solar, factor 8, 15, 35 o 60 –según el tipo de piel y de miedo- es ya un básico de las vacaciones. Sin embargo, algunos palidecerían de sólo conocer las dudas en torno de la confiabilidad de los productos y la veracidad del promocionado factor. En Europa el tema motivó la polémica: los métodos de preparación de los productos no están del todo armonizados y la falta de reglamentación en torno de ciertos puntos específicos causa confusión entre los consumidores, que muchas veces creen estar protegiéndose más de lo que lo hacen en realidad. En Argentina, un proyecto del Instituto Nacional de Medicamentos (Iname) que espera firmarse establecerá un importante control, aunque, según los expertos, no lo suficiente como para que los consumidores puedan evitarse sorpresas.
Apenas se le pregunta sobre el tema, María Antonia Barquin, médica coordinadora de la Campaña Nacional contra el Cáncer de Piel, responde terminante: “Ante todo, no recomendaría nunca usar protectores preparados en farmacia, ya que su control de calidad no es seguro”. Pero más allá de los “preparados”, en la Argentina se comercializan protectores fabricados por laboratorios que, gracias a la ausencia de una reglamentación que especifique los métodos de elaboración de los productos, indican en el envase un grado de protección más alto del que realmente tienen.
El problema surgió en Europa en la última temporada estival a partir de estudios realizados sobre pantallas solares de distintos laboratorios que demostraron que el grado de protección contra los rayos ultravioleta (UV) A y B era diferente a pesar de que sus envases aseguraban proteger de igual modo. Las diferencias eran consecuencia de la falta de armonía en los tipos de test utilizados por los laboratorios para determinar el grado de protección de sus productos contra los UVB y, sobre todo, contra los UVA. Como explica Sergio Stareczeka, farmacéutico de un importante laboratorio local: “Aunque en cierto punto se retroalimentan, los UVA y UVB son dos tipos de rayos distintos. Básicamente los UVA son los causantes del envejecimiento prematuro de la piel y los UVB los causantes del cáncer de piel”. A lo que agrega que “el problema principal no está en la metodología de medición de la protección contra los UVB, que es sencilla y en todo el mundo se sabe cuál es la mejor; sino en la de los UVA, sobre la que no hay una jerarquía establecida”.
La metodología sobre los UVB a la que refiere Stareczeka se trata de un test del producto denominado “in vivo” en el que el protector se aplica sobre la piel de voluntarios y se expone a lámparas artificiales, determinando cuánto tiempo demora la piel en enrojecer. A pesar de la sencillez de su puesta en práctica, acá no es obligatorio haber realizado este test y muchos laboratorios calculan el grado de protección de su producto en base a su composición, sin realizar ningún tipo de examen del producto finalizado, lo cual deriva en errores que pueden llegar a ser groseros. Al respecto, la doctora Mónica Gobbi, del Area de inspecciones de productos cosméticos del Iname, encargada de controlar la calidad de las pantallas solares, entre otros productos, aseguró a Página/12 que “en estos momentos en el país hay un proyecto que espera firmarse para regular los métodos que determinan el factor de protección solar, pero ignoro cuándo sucederá esto”.
El proyecto del Iname, elaborado durante una reunión de organismos de control de calidad de productos medicinales de los países del Mercosur, establecería un importante control, ya que, una vez puesto en práctica, los elaboradores se verían obligados a utilizar el método “in vivo”.
Pero si las cosas se complican con el control sobre los UVB, el problema de la medición de los UVA trasciende las fronteras. “Sólo en Europa hay varios métodos de medición del factor de protección de los UVA. El problema es que es más difícil verificar su incidencia en la piel por lo que los laboratorios no se ponen de acuerdo respecto al método a utilizar”, asegura Stareczeka. Lo cierto es que ningún método parece ser del todo confiable y, aunque desde Estados Unidos se propuso estableceruna combinación de controles como medida obligatoria, la idea no consiguió apoyo internacional por el momento.
Por ahora, los consumidores argentinos deberán conformarse con la negativa: saber que no pueden confiar ciegamente en la pantalla solar que usen y que lo recomendable es visitar a un dermatólogo para que le recomiende un posible buen protector que contenga un probable buen método de elaboración y con el grado de protección conveniente.
Producción: Darío Nudler.
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