Dom 06.06.2004

SOCIEDAD • SUBNOTA  › EL INTERES INTERNACIONAL EN TORNO DEL FENOMENO LOCAL

Estudiando el “caso argentino”

Por P. L.

Los mismos medicamentos que en Estados Unidos se promocionan contra “la depresión, que responde a causas biológicas”, aquí se recetan contra “las ansiedades psicosociales vinculadas con la globalización”. Lo que tendrían en común estas indicaciones tan diferentes es que permiten, según las características particulares de cada mercado, optimizar las ventas. En la Argentina, “las explicaciones psicoanalíticas y sociales permanecen fuertes” y por eso las empresas farmacéuticas más exitosas han sabido adecuar a ello sus estrategias de venta, explica el investigador Andrew Lakoff. Las empresas llegaron a aprovechar para sus promociones –siempre indirectas, a través de los médicos– la significación social de determinadas palabras, como la que adquirió “vulnerables” a partir de aquella serie de TV.
¿Por qué un investigador viajó especialmente desde Estados Unidos, con una beca de Harvard, para estudiar a fondo algo tan específico como el mercado de psicofármacos en la Argentina? Porque el caso argentino “arroja luz sobre una controversia en la biomedicina norteamericana y europea: si la oferta y promoción de medicaciones psicotrópicas produce ilegítimamente la enfermedad que pretende tratar”, contesta Andrew Lakoff en su investigación sobre el mercado de psicofármacos en la Argentina publicada en los Cuadernos de Antropología Social de la UBA.
En Estados Unidos y otros países centrales, el diagnóstico psiquiátrico de depresión ha crecido en los últimos años al punto de que incluso la OMS estima que “el 10 por ciento de la población experimentará depresión en algún momento de su vida”. Sin embargo, autores como David Healy (The Antidepressant Era) o Borch-Jakobsen (“Prozac Notion”, en London Review of Books) advierten que “este crecimiento puede ser atribuido al éxito de las prácticas de mercado que promocionan el diagnóstico de depresión con el fin de incrementar la prescripción de antidepresivos”, sintetiza Lakoff.
Sin embargo, “el caso argentino permite plantear otra posibilidad”. Es que “en la Argentina se ha dado una rápida expansión de las ventas de antidepresivos sin un incremento concomitante en el diagnóstico de depresión”, advierte Lakoff. Es así porque “las mismas drogas que en Norteamérica se asocian a intervenciones en la ‘depresión’, entendida como condición biológica, en la Argentina son ampliamente usadas como tratamiento para un estrés socialmente inducido”.
Es que, “mientras que en Estados Unidos la psiquiatría viró recientemente a una aproximación ‘neurocientífica’, que considera la enfermedad mental como específica y localizada en el cerebro del paciente, en la Argentina las explicaciones psicoanalíticas y sociales permanecen fuertes”.
Esta diferencia, aprovechada por el marketing de algunas compañías farmacéuticas, explicaría por qué el célebre antidepresivo Prozac, de avasallador éxito en Estados Unidos, producido por la firma Lilly, tuvo un desempeño mediocre en el mercado argentino, donde fue ampliamente superado por la Foxetina del laboratorio Gador. “La campaña de Gador utilizó la globalización y las ansiedades que provoca para promocionar su línea de ansiolíticos y antidepresivos”, explica Lakoff, y cuenta: “Le pregunté al gerente de Gador cómo se le había ocurrido la campaña y contestó: ‘La globalización en tanto concepto cultural es demasiado fuerte como para no usarlo’. Me contó sobre la próxima fase de la campaña: ‘Se referirá a la vulnerabilidad’. Otro gerente de producción reparó en lo apropiado de la elección de esta palabra señalando su aproximación a una popular serie de televisión llamada Vulnerables”.

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