SOCIEDAD
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Tres historias en la escuela
JESSICA TEMPRAN
“Un proyecto de vida”
“Para mí, ser mamá es un proyecto de vida, es lo principal. Antes estudiaba por estudiar, pero ahora lo hago por mis hijas”, resume Jessica Tempran, quien a los 21 años es madre de dos nenas, una de tres años y otra de uno y medio. “Ser mamá me hizo ser más madura”, asegura, en una de las aulas de la Escuela Media Nº 1, de Villa Lugano, donde ahora cursa cuarto año. Y aunque asegura que su primer embarazo, a los 17 años, no fue buscado, reconoce que “era consciente de que me estaba descuidando con mi novio”.
Jessica cuenta que para cuidarse tomaba pastillas anticonceptivas, aunque “tenía que comprarlas, porque había pedido en la salita donde me atiendo y no tenían para darme”.
La llegada de la segunda beba también fue sorpresa, pero con un agregado: Jessica “no quería saber nada” con tener otro bebé. “No quería tener más hijos. Me parecía que era mucho trabajo”, dice. Ahora insiste en que no quiere tener más hijos y reconoce que la maternidad le quitó libertad: “Ya no puedo salir con mis amigas como antes”.
Tuvo que dejar la escuela pero pudo reanudarla más tarde. Ahora, a un año y medio de alcanzar el título secundario, sueña con la universidad y con un futuro como “psicóloga infantil”.
LILIAN FALCON
“Lo estaba buscando”
Lilian Falcón tenía 16 años cuando quedó embarazada y, a diferencia de la mayoría de las adolescentes, para ella la noticia no fue sorpresa: “Lo estaba buscando desde hacía tres meses”, confiesa. “Ya me había ido a vivir con mi novio porque en mi casa no estaban bien las cosas. Cuando mi mamá me tuvo, mi papá se borró. Después ella siguió teniendo hijos con otros hombres y yo me fui a vivir con mis padrinos”, cuenta Lilian, que no oculta su proyecto de vida: “Siempre quise formar la familia que nunca había tenido”.
“Soñaba con tener un marido y un hijo. Y la verdad es que no creo posible haber tenido otro proyecto de vida. Porque, además, primero está mi hijo y después están el resto de mis cosas”, define. Lilian piensa “quedar nuevamente embarazada, pero mucho más adelante porque quiero tener primero mi casa propia y asegurarme de que no le falte nada”.
A los 18 años, esta joven que no escatima en sonrisas cuenta que no dejó “en ningún momento la escuela”, pese al nacimiento de Diego, que ya roza el año de vida. Igual, admite que en un primer momento dudó “en seguir estudiando porque, cuando quedé embarazada estaba en otro colegio donde no se veían chicas con panza”. “Me daba miedo de que la noticia de que iba a tener un hijo no fuera bien recibida”, expresó Lilian.
PAULA LOBO
“No sabía cuidarme”
Mientras Paula se sienta lentamente en una de las sillas del aula, deja traslucir su timidez. Le faltan muy pocos días para parir pero, pese a sus 15 años, no parece tener miedo. Al punto de que a menos de una semana de cumplir los nueve meses de embarazo sigue asistiendo a la escuela porteña en la que cursa tercer año. Paula Lobo quedó embarazada porque se cuidaba “con un té de yuyos” que le dieron en la farmacia, pero que “no me hicieron nada”, señala. “Recién cuando me enteré de que iba a tener un hijo fui al hospital, el médico me explicó cómo tenía que cuidarme”, explica.
Incluso, Paula asegura que “no tenía idea de que en las salitas reparten pastillas o preservativos”. Cuando se enteró de que había quedado embarazada, “no sabía cómo decírselo a mi mamá, porque tenía miedo de que se enoje, pero de a poco lo entendió”. Su novio, también adolescente, y con el que se fue a vivir hace unos meses, quedó “desconcertado” cuando se enteró porque “tener un hijo es mucha responsabilidad”, repite Paula.
Al igual que otras mamás de su edad, Paula dice que quiere “esperar mucho tiempo hasta volver a quedar embarazada”. Ahora, su objetivo es “tratar de seguir adelante”. “Quiero seguir estudiando para ser policía”, sostiene.
Informe: Maricel Seeger
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