Federación, Entre Ríos, es una ciudad conocida por su complejo termal que un intendente, Carlos Ce-cco, hoy diputado nacional, impulsó en 1992. Pero hace poco más de 25 años esa ciudad no existía. Los escombros de la vieja Federación habían quedado cubiertos por el agua del lago formado sobre el río Uruguay por la represa Salto Grande. Varios miles de habitantes trataban de recomponer sus vidas en un descampado en obra, con casas prefabricadas tan similares que muchos no sabían muy bien dónde vivían, sobre calles sin asfaltar. Atrás quedaba la vieja ciudad, desde donde la gente había sido mudada en forma perentoria, llevando muebles y pertenencias, pero dejando los recuerdos. En pocas semanas, en 1979, toda una ciudad, antes el puerto principal del río Uruguay Norte, desaparecía y su gente quedaba desarraigada, como un pueblo expulsado por un desastre o una guerra. Se instalaba en el nuevo asentamiento, donde no tenía vida cultural, ni social, ni historia.
Con el correr de los años, un funcionario municipal, escritor de a ratos, Agustín F. Gibert, comenzó a recrear una historia a partir de un museo y de una obra de teatro. La obra teatral relataba lo acontecido y lo recordado por el pueblo, lo que fue. Con ella (y el museo) contribuyó a la creación de una nueva sensación de identidad, que asimilaba la vieja. Ese hombre murió hace unos años y sus dos hijos siguen con el grupo teatral, representando la obra fundacional del padre, entre otras piezas. También son organizadores del Encuentro Nacional de Teatro Popular, “Teatro de pueblo en pueblo”, que acaba de cumplir siete años.
Juan Gibert, 35, dos hijos, docente, director de teatro, fundador director del grupo Tavajhú, presidente de la Asociación Amigos del Museo de los Asentamientos, y su hermana, Silvia, 36, una hija, cantante, actriz, docente, relatan en este diálogo el proceso de cambio vivido por una ciudad y su actividad cultural.