Vie 25.02.2005

SOCIEDAD • SUBNOTA  › LOS ULTIMOS DETENIDOS
NEGARON ESTAR A CARGO DE LA SEGURIDAD

Dos versiones opuestas de Cromañón

› Por Horacio Cecchi

Con lágrimas en los ojos, recordando que aquella noche trágica había perdido a su madrina y que su hermana y su novia habían resultado heridas, Lorenzo “Lolo” Bussi, detenido como responsable de la seguridad de Callejeros, repitió lo que parece transformarse en una rutina en el caso de República Cromañón: se limpió de toda responsabilidad y cargó su acusación sobre Raúl Villarreal, el voluminoso amigo de Omar Chabán autotitulado relacionista público. Por su lado, Villarreal descargó responsabilidades sobre el Lolo, aseguró que los controles corrieron por cuenta de Callejeros y sostuvo que Cromañón jamás tuvo personal dedicado a la seguridad. Por si acaso, “sin ánimo acusatorio”, Villarreal recordó que la llave de las puertas (incluida la de emergencia) colgaban del llavero de Mario Díaz, portero de la disco. Es tal la contradicción entre las verdades de Villarreal y Callejeros que se presume que el juez Julio Lucini cite a un careo entre el manager Diego Argañaraz y el gordo Villarreal.
Tanto el Lolo Bussi como Villarreal aceptaron declarar en la indagatoria. El Lolo lo hizo con lágrimas en los ojos, según confiaron sus abogadas, Gabriela Beltrán y Silvia Collar, cuando recordó que su madrina había fallecido en Cromañón y su hermana y su novia figuraban en las listas de lesionados. Según aseguró Villarreal, Callejeros había contratado su propia seguridad. Y ésta corrió por cuenta del Lolo, quien coordinó la contratación de los “25 masculinos y 5 femeninos”, según dijo el autotitulado relacionista de Chabán. Pero el Lolo dio una versión diferente: dijo que trabajó bajo las órdenes de Villarreal. “La gente que como él llevaba remeras que decían ‘Control’ fueron convocadas para trabajar a las órdenes de Villarreal, que era el jefe de seguridad del local”, señalaron sus abogadas.
A Villarreal, el juez Lucini le preguntó sobre la puerta de seguridad. Villarreal contestó que “no tenía idea de que estuviera cerrada” y dijo que él “había ayudado a abrirla a golpes después, cuando empezó el incendio”. “Habría que preguntarle a Mario Díaz sobre qué hizo con las llaves”, agregó el inmenso relacionista. Díaz es el portero encargado de la disco. “No es una acusación contra él sino para investigar qué se hizo con las llaves”, aclaró.
Villarreal contradijo la versión del Lolo y de Diego Argañaraz. Aseguró que no era jefe de seguridad de Cromañón, por la sencilla razón de que la disco no tenía gente destinada a ese servicio y no contrataba a nadie a tal efecto. “En los 18 recitales que se hicieron desde que abrió, en abril, siempre se ocuparon las bandas de contratar la seguridad, por eso cobraban lo que cobraban”, aclaró Villarreal. El propio Stefanolo dijo a Página/12 que “para reforzar ese dato, que es muy importante, hay un informe del ombudsman porteño adjunto (Gustavo) Lesbegueris que sostiene que el 80 por ciento de las discotecas porteñas no contrata personal de seguridad, y dentro de ese 80 está Cromañón. Lesbegueris declaró eso hoy (por ayer) ante el juez”.
Lesbegueris declaró. Pero su informe sostiene todo lo contrario de lo que asegura Villarreal. “Nosotros hicimos un seguimiento de los patovicas de las discos por todos los chicos que eran golpeados –dijo el adjunto a este diario–. Sólo 39 cumplían con la Ley 118, que obliga a registrar a porteros, patovicas y guardias de seguridad. Según declaraciones del gobierno en aquel momento (mediados del ’94), había 200 discos habilitadas. Por lo que menos del 20 por ciento estaba en regla. Y en ese grupo no figuraba Cromañón. Como es obvio para cualquiera que haya entrado en una disco alguna vez, todas tienen como mínimo seis o siete personas de seguridad. Pero si no figuran en ningún lado, la deducción es obvia: o no pueden figurar porque son policías; o no pueden figurar para eludir cargas sociales. Los tienen en negro.”
Como dato adjunto, cuando allanaron la casa de Villarreal, una versión señaló que secuestraron una caja con bengalas. El relacionista lo negó: dijo que era una “bolsita con pirotecnias para festejar el fin de año, y que con todo lo que pasó, nadie festejó y quedó sin usar, pero no tenía nada que ver con Cromañón”.

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