Washington lo ha acusado de ser el Bin Laden latinoamericano, de estar financiado por las FARC colombianas y por el presidente de Venezuela Hugo Chávez. Desde algunos sectores de la izquierda boliviana lo acusan de todo lo contrario. Lo cierto es que Evo Morales, que comenzó su lucha como expresión de los campesinos cocaleros, ha pasado a convertirse en el político más gravitante de su país. En las últimas elecciones municipales, el Movimiento Al Socialismo (MAS), que encabeza, fue el que obtuvo mayor cantidad de votos. Será candidato a presidente de Bolivia en 2007 con muchas posibilidades de ganar la elección.
De origen humilde, proviene de la nación aymara y su partido representa la irrupción de aymaras y quechuas sin intermediarios en la política boliviana. “Fuimos considerados poco menos que como animales”, afirma Morales en una descripción que no se aleja de la realidad. En este momento, su partido se ha movilizado para que se apruebe la Ley de Hidrocarburos que refundará Yacimientos Petrolíferos Fiscales de Bolivia. Y han convocado a la redacción de una nueva Constitución que termine con la marginación y explotación discriminatoria de los pueblos originarios que constituyen la gran mayoría de la población boliviana. “Tenemos que aprender a vivir en la unidad en la diversidad, ese es nuestro destino, no solamente en Bolivia, sino en todo el Continente.”
La semana pasada, Morales llegó a Buenos Aires desde Venezuela y Uruguay, donde participó en la asunción del presidente Tabaré Vázquez. En menos de un día se reunió con el ministro Julio De Vido y el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, y mantuvo reuniones con dirigentes de Barrios de Pie y otras agrupaciones piqueteras.
Morales expresa el desgaste de los viejos partidos políticos de Bolivia y el surgimiento de una alternativa que, de triunfar, se sumaría al proceso regional expresado por los gobiernos de Venezuela, Brasil, Argentina y Uruguay con el agregado de expresar en forma directa a los pueblos originarios.