Un factor que hace difícil detectar el síndrome de Munchausen by proxy es que “estas personas no suelen consultar siempre en el mismo lugar –advirtió Wainryb–: hay constantes ingresos, reingresos, consultas en distintos establecimientos, y en ninguno de ellos se llega a discernir lo que realmente pasa. Por eso, si en el sistema de salud porteño, por ejemplo, contáramos con una buena red informatizada que permitiera la historia clínica única para cada paciente, la detección y seguimiento de estos casos sería menos difícil”.
Es frecuente que la persona abusadora cometa la acción mientras el chico está internado, cuando queda a solas con él. En Estados Unidos y Gran Bretaña se apela a videocámaras ocultas que registran las conductas de las personas sospechosas. “En la Argentina no contamos con ese recurso, pero nos ha servido mucho establecer, en casos sospechosos, cuidadoras hospitalarias permanentes, las 24 horas junto al chico, en forma de evitar que la persona sospechosa de abuso pueda quedar sola con él; para esto contamos con la ayuda del Consejo Nacional de la Niñez, Adolescencia y Familia”, contó Garrote.
Roberto Mateos –ex director del hospital Sbarra de La Plata y dedicado a la difusión de la preocupación por la violencia familiar entre los profesionales– destacó que “venimos tratando de alertar a los pediatras sobre la necesidad de la detección precoz de esta forma de abuso. Generalmente, este trastorno en conducta va en aumento progresivo: al principio, la persona abusadora consulta por patologías que el niño no tiene y después pasa directamente a causarle problemas que pueden ser severos, por ejemplo obligándolo a ingerir cuerpos extraños. Por eso, la posibilidad de detectarlo a tiempo ayuda enormemente al niño”.