SOCIEDAD
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Euforia, golpes y detenidos
› Por Carlos Rodríguez
Con el brillo y la euforia de siempre, la comunidad homosexual argentina realizó ayer la décimo cuarta Marcha del Orgullo, que tuvo la impensada intervención –por momentos activa– de un pequeño grupo de católicos a ultranza que nucleados frente a la Catedral Metropolitana promovieron algunos incidentes, en su afán por preservar las paredes del templo libres de “pintadas indecentes”, según dijeron. La marcha entre Plaza de Mayo y Congreso se deslizó por los carriles habituales, tuvo música, baile, cuerpos desnudos, besos de tornillo y discursos en los cuales se invocó de mil formas la consigna central: “Queremos los mismos derechos”. Entre los participantes estaba Jorge Nievas, el activista gay que fue uno de los 15 detenidos por la protesta en la Legislatura. “Me gusta el giro que están tomando las marchas, que ya no son aquellas reuniones de mariquitas tímidos sino manifestaciones en favor de la lucha por la igualdad, la dignidad y por una mejor calidad de vida de toda la comunidad gay”.
Si bien la marcha se largó cerca de las 18, la concentración frente a la Casa de Gobierno comenzó tres horas antes con exposiciones de artesanías, literatura gay, malabaristas, un festival de música y reparto de preservativos. El clima de ameno descontrol se rompió por la presencia, frente a la Catedral, de unos cincuenta señores y señoras vestidos con ropas severas, en contraste con los brillos que poblaban la plaza. Los gritos desafiantes del grupo, autodenominado Los Heraldos de la Iglesia, apenas si merecieron respuestas irónicas de los manifestantes. Uno de ellos, luego de bajarse el pantalón y apuntar con su cola hacia la Catedral, gritó a los que levantaban la fe como bandera: “Ustedes son los putos, son más putos que nosotros”.
Las cosas se pusieron algo más duras cuando aparecieron, del lado de la marcha, cuatro o cinco encapuchados que comenzaron a arrojar piedras hacia la doble fila de católicos militantes y policías con escudos. Llamó la atención la presencia de personas con el rostro oculto, en una marcha donde lo que prevalece es el destape. “Son infiltrados”, comentó un dirigente de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA). Los policías, que con sus escudos habían protegido a los católicos vociferantes, arrojaron gases y se llevaron a seis personas detenidas, entre ellas una mujer, embarazada de siete meses, que fue arrastrada a lo Tupac Amaru por cuatro policías de civil que la llevaron a la comisaría segunda. Anoche, la mujer fue internada en el hospital Argerich para un chequeo preventivo. Un oficial de bigotes y cara de malo se limitó a decir que los detenían por “atentado y resistencia a la autoridad”. Los “heraldos” aplaudieron gritando: “Policía Federal, el orgullo nacional”.
Cuando ya había comenzado la marcha, en la entrada a la Avenida de Mayo, algunos, manifestantes increparon a los dirigentes de la CHA por no haber denunciado, desde los altoparlantes del móvil de la entidad, las detenciones y la represión que se había producido frente a la Catedral.
Lejos ya de la presencia erizada de los “heraldos”, la Marcha del Orgullo volvió a lo suyo. La larga columna fue encabezada por organizaciones como la CHA, La Fulana, Gays y Lesbianas del Oeste, Task Force Argentina, Puerta Abierta y la ruidosa murga formada por unas veinte chicas identificadas como La Lesbian Band.
Además de pegarles a los bombos y a los redoblantes, las chicas llevaban leyendas colgadas del cuerpo, tales como: “Yo soy esa lesbiana que la Iglesia quiere borrar”, “La igualdad de ser es un derecho, no un privilegio” o “Este cuerpo no es un punto de llegada, sino de partida”.
La dirigente lesbiana Teresa Gorriti se mostró complacida con la marcha, pero llamó a reflexionar sobre “la diferencia que existe entre los que hoy estamos aquí, levantando nuestra dignidad, y los compañeros o compañeras que viven en los barrios periféricos, como Lugano, por ejemplo, donde la violencia contra travestis, gays y lesbianas está adquiriendo características alarmantes”. Gorriti señaló el choque entre “los que estamos acá, reclamando la igualdad de derechos con los heterosexuales y los que están allá, sólo tratando de evitar que los golpeen”.
Desde el escenario del acto final, frente al Congreso, y también en las banderas y en las consignas, se levantaron consignas políticas, apoyadas por grupos de gays y heterosexuales, unidos por algunos partidos de izquierda como el MAS o el Partido Humanista, entre otros. “No al pago de la deuda externa, no al ALCA, no a Bush”, fueron consignas escuchadas a lo largo de todo el recorrido. Otras le apuntaron al suspendido jefe de Gobierno porteño, a quien le reprochaban los cambios en el llamado Código de Convivencia: “¡Ay Aníbal, en vez de progresista, resultaste policía”.
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