SOCIEDAD • SUBNOTA
Tomás y Norberto son dos adictos al juego que no pudieron controlar sus impulsos y un buen día se pasaron de la raya. Ambos ingresaron en Jugadores Anónimos (JA), grupo que nació en 1957, también en Estados Unidos, y que empezó a funcionar en Argentina en 1985. Perdieron plata, amigos, trabajo, familia y dignidad.
“Jugaba todos los días desde la mañana hasta cualquier hora –recuerda Tomás, de 51 años, y a seis de haber entrado a JA–. Pasé por todo: quiniela, ruleta, caballos. Es la necesidad de sentir adrenalina. Tendemos a autodestruirnos.”
“Busqué especialistas, pero me di cuenta de que acá (en JA) podía encontrar la solución porque hablás con gente que tiene el mismo problema. Estamos hermanados por nuestra enfermedad, por eso decimos que somos hermanos. No es mágico, pero sí infalible, siempre que uno esté convencido de dejar la adicción. Para nosotros, el lema es ‘hoy por hoy’”.
Norberto es su “hermano” de grupo. Tiene 60 años, casado y con seis hijos. Entró en JA en 2004. Convive con 40 largos años de jugador compulsivo. Entre otros problemas, el juego lo llevó a estar 14 meses preso por una estafa a sus compañeros de trabajo, un delito cuyo objetivo fue conseguir dinero para seguir jugando.
“Nunca me había dado cuenta de que era jugador. Lo entendí recién cuando entré en JA. Lo mío era el casino, preferentemente punto y banca, y algo de bingo. Empecé de chico, en el buffet de mi viejo, cuando venían todos a jugar y a apostar”, relata. “Perdí mucho, pero lo peor fue perder la dignidad como persona. Ahí me empecé a preocupar”, reconoce.
En Argentina hay 64 grupos, de los cuales 27 están en Capital Federal. Su página es: www.jugadoresanonimos.org.ar.
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