Mié 09.05.2007

SOCIEDAD • SUBNOTA  › EL CASO DEL JOVEN PERUANO ASESINADO EN BALVANERA

Tiros en la saga de “Los Ñañas”

› Por Cristian Alarcón

El joven peruano acribillado sobre la vereda de la calle Alsina, cerca del Spinetto Shopping, en la madrugada del lunes, sería una víctima más de una guerra por la zona de Once-Balvanera entre traficantes de origen peruano. Y además, objeto de una “justa venganza” por haber asesinado antes a otras seis personas. Así lo creen algunos de los investigadores que se han cruzado durante el último año con al menos cuatro casos de ajustes de cuentas a los tiros y en plena vía pública. Aunque en la fiscalía en lo criminal 40 aún no cuentan con la autopsia del cadáver de 27 años lleno de tatuajes y cicatrices, este cronista pudo saber, de dos fuentes que conocen la trama peruana de esa zona de la ciudad, que la víctima se hacía llamar “El Ñaña”, parte de una banda de varios hermanos conocidos como “Los Ñañas”.

Había pasado menos de un día desde que los 450 gendarmes habían “reventado” la 1.11.14 y otros puntos del Gran Buenos Aires buscando a los supuestos jefes de una de las bandas cuando dos hombres, desde una moto, le dispararon a quemarropa. Seis tiros de un calibre que podría ser el mismo que el usado antes para eliminar a dos hermanos peruanos dedicados a vender cocaína en la zona de Palermo y Once: los Rojas Palacios. Son dos casos paradigmáticos para quienes comprenden cómo se desarrolla el poder territorial narco en Buenos Aires. El primero fue cerca del lugar donde ultimaron esta vez a Ñaña: Estados Unidos y Urquiza, frente a una casa tomada por familias de inmigrantes de Perú, el 13 de septiembre. Se llamaba Segundo Angelino Rojas Palacios. Tenía 52 años.

Poco después una mujer, Erika Flores, declaró en esa causa judicial que desde entonces “se sabía en su comunidad que faltaba uno por ‘pagar’”. Se trataba nada menos que de su propio novio. El 9 de noviembre ella estaba en el cuarto de la clínica tomada donde vivían todos, al 3600 de Córdoba, cuando unas chicas del “sector quirófano” le avisaron: “Lo mataron al Angel”. Angel Rojas Palacios tenía 45 años, a Erika de novia y una esposa en Perú. Le decían El Ñaña. Ambos hermanos eran habitués de algunos restaurantes peruanos de Once como Las Tinajas, Manhatan y La Pirámide. Esos nombres –identificables en algunos locales cuando se camina por el centro de Lima, a cuatro horas y media de avión de Buenos Aires– comienzan a decirle algo a los investigadores de la saga de crímenes. En uno de ellos, dicen, también hubo un crimen.

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