SOCIEDAD • SUBNOTA › HOMBRE CON FORTUNA DE DUDOSO ORIGEN
› Por Raúl Kollmann
Gabriel Novaro se sentó frente a Julio De Marco, el dueño de Módena, esa agencia de venta de Ferrari ubicada frente a la Facultad de Derecho.
–Quiero comprar la 355 de Diego Maradona –le dijo.
De Marco lo miró sorprendido. En el peor momento de la crisis argentina, tras la hecatombe de 2001, a quién se le ocurriría comprar una Ferrari y andar por la calle, más si se tiene en cuenta la ola de secuestros que había por entonces. De Marco pensó que era un chiste, además porque Novaro no tenía el aspecto de un empresario. Pero el comprador no se inmutó. Sacó una valijita, la abrió y puso sobre la mesa cien mil dólares en efectivo. “La quiero ya”, remató. Así fue como el abogado de Morón se quedó con la ansiada joya del 10.
Diez años antes, Novaro recorría las calles de Morón con el pelo largo en un vehículo de menos valor, pero no menos ostentoso: un Mazda Miata. Su actividad era curiosa, además de rentable. Tenía punteros en todos los hospitales públicos de la zona y estaba a la pesca de cualquier persona humilde víctima de un accidente. El abogado realmente se hacía cargo del paciente: le pagaba los remedios, se aseguraba de que le pusieran las prótesis correctas, que le hicieran todos los estudios y se curara. Para redondear les terminaba ofreciendo una suma, que a valores actuales, podría asemejarse a cinco mil o diez mil pesos, según fuera el caso. A cambio de tanta contención, Novaro recibía un poder irrevocable por el cual se quedaba con todos los beneficios del juicio contra la compañía de seguros de la persona que había atropellado a la víctima. El letrado terminaba arreglando con las aseguradoras en cifras que variaban entre los 150.000 y los 300.000 pesos.
La prosperidad basada en esa operatoria le permitió pasar a un BMW Z3, aquel modelo que exhibía James Bond en una de sus películas. Aquella vida vertiginosa la compartía con una morocha espectacular a la que se conocía como “La India” y que no sólo se paseaba por Tribunales, sino especialmente en las playas de Punta del Este. Novaro financiaba su carrera de modelo y la presencia de “La India” en más de una revista.
De todas maneras, semejante ostentación noventista le granjeó no pocos enemigos. Y éstos se agruparon. Una serie de familiares de las víctimas de los accidentes, a los que él les había comprado el poder irrevocable, más una abogada que había trabajado para él, se unieron para denunciarlo. Hasta hubo una manifestación frente al Colegio de Abogados de Morón. De ese mismo lado, el de los enemigos, supuestamente también estaban las compañías de seguros que lo consideraban un sujeto de malas artes con el que no debía llegarse a acuerdo alguno.
No está del todo claro si fue ya en aquel momento que empezó a sentir una especie de manía persecutoria. Se reunía en forma clandestina, argumentaba que lo querían matar las compañías de seguro y fue comprando y registrando hasta doce armas. Ya en ese momento había roto la relación con La India y pasó a una no menos llamativa modelo, Nadina Perazzo. Con ella se fue a vivir a Miami en forma sorpresiva. Desapareció de un momento a otro de Morón y de Buenos Aires argumentando que acá lo perseguían. Varios de quienes lo conocían empezaron a hablar de paranoia.
Los años que pasó en Estados Unidos produjeron un cambio económico aún más espectacular, al punto que muy pocos se pudieron explicar tamaña riqueza. Por entonces terminó su relación con Nadina que, curiosamente, pasó a ser la novia de Gaith Pharaon hijo. El padre, de origen saudita, se hizo famoso en el mundo entero a raíz de una monumental investigación sobre dinero del narcotráfico a través del Bank of Credit and Commerce International (BCCI). Este banco fue clausurado en el mundo entero, pero aun así, Pharaon llegó a la Argentina con nuevas inversiones, de la mano de Alberto Kohan, en plena época menemista.
De su exilio en Miami sólo se sabe lo que cuenta él: que hacía operaciones inmobiliarias. Igual, de vez en cuando realizaba viajes a la Argentina, donde se mantenía en una especie de clandestinidad. Es que, según aseguraba, lo seguían queriendo matar. En una de sus visitas compró la espectacular propiedad de Barrio Parque que vale más de dos millones de dólares, de acuerdo a lo que dicen en las inmobiliarias. Quienes conocen a Novaro afirman que armó una estructura de sociedades con nombres en inglés y no está claro si la propiedad está a nombre de una de esas sociedades. El Porsche Boxer, que vale unos 70.000 dólares, sí tenía hasta hace un tiempo patente norteamericana.
A principios de esta década, Novaro volvió a vivir a la Argentina, ahora acompañado por otra modelo, Virginia. Insistía una y otra vez con la historia de que lo querían matar las compañías de seguros, al punto que hubo una denuncia penal ante la jueza Silvia Ramond. La magistrada no encontró absolutamente nada. Aun así, Novaro seguía acumulando armas y todos sus amigos conocían que llevaba una pistola debajo del asiento de la Ferrari que fue de Maradona. Es más, cierta vez intentaron asaltarlo y respondió a balazos.
La historia de paranoias y supuestas persecuciones se repitió en los últimos tiempos, cada vez con más frecuencia. A su vecino, uno de los hermanos Cirigliano, le pintó con aerosol en la puerta: “Maricón, vení a pelear de frente”. Además, tenía por costumbre comprar un cucurucho con helado y lo estampaba contra la cámara de seguridad del vecino. Alguna adicción o el deterioro psiquiátrico terminaron hundiendo también a Virginia y ambos se vieron envueltos en más y más episodios, como la amenaza contra una médica del SAME o los disparos contra el albañil que fueron el detonante de la crisis final.
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