“Argentina muy linda, pero estas cosas cagan todo.” La sentencia fue lapidaria, pero paradójicamente sonó simpática por la tonada española con que fue expresada por Sara Gómez Marañón, una turista de la península ibérica que ayer pasó en el hall de aeroparque uno de los dos días que tenía programado disfrutar en Iguazú. Fue una de las afectadas por las reprogramaciones de vuelo.

“Teníamos que salir desde Trelew hacia acá a las 9.40. Al final partimos a las 13.30, pero allá nos dijeron que el avión a Iguazú iba a esperar a todo el contingente que tenía que seguir. Pero cuando llegamos, no sólo se había ido el resto, sino que nos dijeron que no hay más vuelos hacia allá por el resto del día”, completó la explicación Sara, con cara de desconcierto y bronca, y sus valijas apoyadas en el piso.

En la misma problemática que ella estaba Hernán Nachman, aunque con un pequeño matiz: a él el retraso le hizo perder horas ya calculadas de trabajo. “Según lo que estaba programado, yo tenía que llegar a las 15 a Neuquén para empezar a laburar”, contó en el aeropuerto metropolitano pasadas las 17, con la comisura de los labios caída hacia abajo en gesto de enojo. Y siguió: “Tenía que salir a las 6.35 desde Córdoba para llegar a Buenos Aires a las 8.40, pero se retrasó y llegué a las 11. Me dijeron que me vaya del aeroparque y vuelva a esta hora, pero ahora no se sabe cuándo sale el vuelo”.

12.05, 18.10, 21.15. Esa progresión de horas de salida de su viaje a Salta vio con desesperación Guillermo. “Ya ni quiero mirar las pantallas de información”, confesó. Pero es lo que seguiría haciendo por muchas horas más.x