OPINIóN
Keynes, corazón y bolsillo
Piqueteros, distribución del ingreso y Grondona
Por Andres Ferrari *
El doctor Grondona estuvo en el programa televisivo de Héctor Timerman, y expresó que nadie, por más de derecha que sea, puede estar contento por la manera en que viven millones de argentinos. Timerman le preguntó si alguien que vea que sus derechos constitucionales en lo que se refiere al trabajo, salud y vivienda digna no son respetados puede igualmente pese a ello respetar la Constitución. Grondona respondió que, lamentablemente, la redacción constitucional era poco adecuada, porque ella no se refiere a que de hecho uno tendrá esos derechos, sino que todos están en iguales condiciones para procurárselos. Es decir, que no habría privilegios para nadie en cuanto al hecho de poseerlos. Así, se desprende de las palabras del Doctor que, si uno no los tiene, por lo tanto, es responsabilidad de uno mismo. Es uno que, para decirlo en el lenguaje neolieral, es ineficiente.
La cuestión que uno se puede plantear, desde el lado ineficiente, es que si hay tantos, pero tantos, ineficientes, por qué no plantearse un sistema social que no deje a los ineficientes a merced de la piadosa compasión de los eficientes como Grondona. Por eso, Timerman le preguntó al Doctor: ¿Si antes la distribución del ingreso era tanto menos desigual, por qué no se puede efectuar, aunque sólo sea un poquitito, una política que retorne algo a la situación anterior?
¿Qué dijo el Doctor? Que no tiene sentido hacerlo porque sólo quedaremos todos iguales, ¡igualmente pobres! Claro, que en seguida entendió lo ridículo del argumento –viejo argumento, si los hay–... ¡Cómo se le va a decir a alguien “quedate pobre vos porque repartir sólo me empeorará a mí, dejándome como vos! Grondona percibió que debía adicionar algo: le tiene que convenir al pobre que se mantenga esta actual distribución. Y así, con otro viejo argumento, recetó el Doctor: distribuyendo se perjudica la inversión y, así, al crecimiento económico, y nos perjudicamos todos -incluso el pobre–. En síntesis, no hay cura, sólo compasión...
El doctor Grondona hace tiempo que se presenta como un conocedor de la temática económica y, sobre este campo, explaya sus conocimientos, entre tantas cosas, sobre Keynes. Hace unos meses, Grondona pretendió abarcar la teoría keynesiana. Así dijo: que para Keynes “en las situaciones normales, el libre juego de la oferta y la demanda asegura el pleno empleo. En las situaciones anormales cae la demanda y, con ella, el empleo”. Con magistral precisión, lo dijo al revés: para Keynes lo “normal” (o habitual) en una economía capitalista es el desempleo y lo “anormal” que el mercado libre genere pleno empleo.
Si tuvo problemas en entender bien el principio, claro, no se puede esperar que haya comprendido el final, donde Keynes niega que una distribución concentrada de la riqueza favorece el crecimiento económico, que como el acaudalado gasta proporcionalmente menos de su ingresos que el pobre, se produce mayor ahorro para transformarse en inversión productiva y más puestos de trabajo; es decir, que cada acto egoísta termina en beneficio de la comunidad. Es decir, Keynes niega el argumento que concilia a Grondona en corazón y bolsillo.
* Economista.