EL IMPACTO DE LA DEVALUACION EN LA INDUSTRIA DE CARNES
“Somos mucho más competitivos”
Uno de los sectores que reaccionó rápidamente al beneficio de la devaluación fue el de las carnes. A la mejora del tipo de cambio se le agregó la apertura de los mercados europeos e israelí.
Por Cledis Candelaresi
Hace apenas dos semanas, Quickfood reabrió su planta puntana de Villa Mercedes, alimentando la ilusión duhaldista de que comenzó la reactivación. La empresa propiedad de la familia Bameule, dueña de la marca Paty y segunda exportadora de carnes del país, retomó embarques a Europa e Israel. Su vicepresidente, Miguel Gorelik, explicó a Cash que ni esa relativa bonanza permite todavía desempolvar proyectos de inversión cajoneados durante los últimos ejercicios.
¿Quickfood reabrió la planta de Mercedes gracias a la devaluación?
–No. Hubo una conjunción de cosas. El 1º de febrero se abrieron los mercados europeos e israelí. La devaluación sin los mercados no habría permitido la reapertura. El nuevo tipo de cambio ayudó mucho a poner en condiciones competitivas a la industria en una plaza donde los precios son inferiores a los que existían antes de que los mercados se cerraran por el rebrote de aftosa.
¿Sin devaluación no hubieran recuperado, de todos modos, el nivel de exportación y se hubiera reactivado igual la planta de San Luis?
–Sin devaluación hubiera sido muy difícil retomar el ritmo exportador con la fuerza que lo estamos haciendo.
¿Con qué tipo de cambio están haciendo proyecciones a mediano plazo?
–Con el actual, porque estamos haciendo proyecciones en términos nominales, suponiendo que todas las variables acompañarán al dólar. El tipo de cambio podría llegar a 8 pesos por dólar, pero si esa suba va acompañada de un acomodamiento de precios, salarios y demás, es como si se mantuviera en 2 pesos.
Argentina se abarató mucho en dólares. ¿Debería haber un boom exportador?
–Es difícil hacer un diagnóstico para todos los sectores. Hay que ver cómo impacta en cada uno de ellos el mix de devaluación, pesificación y demás. Pero es obvio que desde el punto de vista de los productos transables Argentina está hoy mucho más competitiva que lo que estaba en diciembre. Este es un proceso dinámico. Recién cuando se alcance un acuerdo con el FMI y se instrumenten todas las medidas derivadas de ese acuerdo se podrá hacer un análisis más preciso de la competitividad. En la foto, la situación de la industria de la carne es buena, pero puede no serlo en un futuro. Por ejemplo, con un impuesto sobre las deudas pesificadas. Hace diez días tampoco estaban en nuestro horizonte los derechos a la exportación.
¿No le parece que las retenciones del 5 por ciento son bajas en relación con la magnitud de la devaluación?
–Si se piensa que hubo una suba del dólar superior al 100 por ciento se podría coincidir. Pero si se ve la película, no lo es tanto. Para nuestra empresa, las retenciones significan 3 millones por año. En este último ejercicio de cierre de mercados externos, Quickfood tuvo un quebranto de 3,5 millones de pesos, en el ejercicio anterior estuvimos equilibrados, pero luego de haber perdido más de 20 millones. Las retenciones nos cambian los números.
Pero no tanto como para revisar planes que la empresa concibió con la salida de la convertibilidad.
–No teníamos planes, porque no estaba dentro de nuestros escenarios posibles la salida de la convertibilidad. La incertidumbre actual nos impide desempolvar proyectos que durante años de falta de rentabilidad habían quedado congelados.
Ustedes tienen una deuda pesificada de 30 millones de pesos. ¿Es digerible un impuesto del 5 por ciento, como planea el Gobierno?
–Es una medida grave, que impide hacer proyectos a más de una semana e impacta fuertemente en el cash flow. Ese impuesto del 5 por ciento originará serios inconvenientes de caja en un momento que no existe mercado financiero: el problema será mayúsculo.
Pero la pesificación de deudas 1 a 1 con la que ustedes se beneficiaron, aumenta el gasto público, ya que el Estado compensará a los bancos.
–Es cierto. Pero, por ahora, la pesificación generará una promesa de pago del Estado.
¿Qué cambia si la Argentina no llega a un acuerdo con el Fondo Monetario?
–Todas las ventajas obtenidas por la devaluación se podrían frustrar si no se consiguen flujos de financiamiento que garanticen las exportaciones.
Hay versiones que surgen del propio Gobierno de que si no se arriba a este acuerdo, Eduardo Duhalde llamaría a elecciones anticipadas. ¿Cree que sería necesario buscar un gobierno con otra base institucional?
–Con la inestabilidad que existe en la Argentina, tanto en la economía como en lo político y social, un llamado a elecciones no ayudaría mucho a tranquilizar. Por otro lado, la legitimidad de Duhalde es inobjetable: su designación respetó pautas institucionales.
¿Qué pasó con los precios de ustedes?
–Los productos de marca (Paty, por ejemplo) aumentaron un 12 por ciento y la carne aumentó acompañando lo que ocurre en el mercado de Liniers, donde la suba fue de alrededor del 35 por ciento.
¿No cree que los exportadores son culpables de la disparada del dólar por retacear la liquidación de divisas?
–No es así. Al menos no lo hacemos nosotros ni los empresarios que yo conozco. La razón, es muy sencilla: al no haber crédito, no tenemos capital de trabajo y si no liquidamos en el plazo previsto, que en la industria de la carne es 30 días, no tenemos con qué pagar insumos ni salarios.