RECURSOS PARA LA INNOVACION TECNOLOGICA
“El derrame no existe”
Hugo De Vido, del Consejo Federal de Ciencia y Tecnología, explica la política de financiamiento para el desarrollo científico.
› Por Natalia Aruguete
El secretario general del Cofecyt (Consejo Federal de Ciencia y Tecnología), Hugo De Vido, asegura que “la ciencia y la tecnología que no sirve para la gente, no sirve para nada”. De Vido tiene a su cargo asesorar y coordinar políticas para la innovación tecnológica con las provincias. En diálogo con Cash, explicó las estrategias del Consejo para ampliar el acceso al desarrollo científico. El Cofecyt, dependiente de la Secretaría de Ciencia y Tecnología que conduce Tulio Del Bono, propone una descentralización en los criterios de asignación de recursos.
¿Cuáles son las características del Programa de Jerarquización de la Actividad Científica y Tecnológica?
–Hasta ahora, se privilegió a las provincias de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Si bien el Consejo Federal de Ciencia y Tecnología data del año 1989, ahora hemos incluido diferencias. Antes, para aprobar los proyectos se necesitaban tres doctores. Esto hacía que los recursos se concentraran en esa provincias.
¿Cómo se reparten los recursos?
–En la secretaría funcionan el Foncyt (Fondo Nacional para la Ciencia y la Tecnológica) que da subsidios para la investigación básica y el Fontar (Fondo Tecnológico Argentino), destinado a las empresas y a conocimiento de base tecnológica. Como secretario general del Consejo empecé a viajar a las provincias para conocer su realidad y ver qué piden. Hablé con los representantes provinciales y con el representante de la Agencia (Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica) para flexibilizar los requerimientos para otorgar recursos si los proyectos eran buenos y viables. Creemos que la ciencia y la tecnología que no sirve para la gente no sirve para nada.
¿De dónde surgen los fondos?
–De créditos del BID y de un fondo fiduciario, creado con la devolución de créditos otorgados por el Fontar. La tasa de interés va desde cero hasta el 6 o 7 por ciento. Todo lo que entra por crédito sale por crédito.
¿Y cómo fue la gestión con el BID para descentralizar la asignación de recursos?
–Nosotros no cambiamos las condiciones del préstamo: respetamos las normas dispuestas por el BID. Lo que logramos es que las convocatorias sean accesibles a todos. La concepción neoliberal y dirigista se basaba en la teoría del derrame. Eso fue mentira: la teoría del derrame no existe, lo único que logró es que el vaso se agrande, no que derrame.
¿No hay riesgo de que los créditos y subsidios se desvíen?
–No, porque el dinero que se recibe no va al gobierno provincial sino al grupo de investigación o la empresa que lo solicita.
¿Cuál es el criterio de reparto entre las instituciones públicas y privadas?
–Suele haber más subsidios y créditos no reintegrables que convenios con empresas. En el interior del país hay muy pocas. Hay una nueva línea desde el Cofecyt, llamada Proyecto Federal de Innovación Productiva. Son 300 mil pesos para todas las provincias. Algunas provincias estaban más conformes que otras, pero aseguramos una distribución equitativa. Esa asignación se da a ONG, municipalidades y universidades.
El presupuesto para la ciencia y la tecnología en Argentina sigue siendo mucho menor que el de otros países, incluso de Latinoamérica.
–Estamos muy por debajo de los niveles mundiales. Hay muchos países en los cuales la empresa privada, en lugar de pagar royalties, invierte en tecnología. Finlandia destina el 3,6 por ciento de su PBI al desarrollo científico. De ese porcentaje, el 1,5 por ciento lo aporta la empresa Nokia. Y a nosotros se nos hace difícil destinar el 1 por ciento a ese fin.
¿Qué debería hacer el Gobierno para que el sector empresario destine fondos a la innovación tecnológica?
–Cambiar la mentalidad del empresario. Acercando la ciencia y la tecnología a las empresas. La ciencia no es un tubo de ensayo en un laboratorio.