¿ARGENTINA NECESITA LA AYUDA DEL FONDO?
“Se acabó la plata fácil”
Corea salió con ayuda del Fondo. En cambio, Malasia la rechazó. La clave es la distribución equitativa del costo de la reestructuración productiva que provoca una crisis.
Por Claudio Scaletta
Para Carlos Moneta, especialista en Relaciones Internacionales que estudió en profundidad la salida de la crisis asiática, la recuperación de Argentina demandará un sacrificio mayor al actual. Esto ocurrirá tanto si el Fondo Monetario Internacional aporta recursos como si no lo hace. En una entrevista con Cash también repasa los caminos opuestos seguidos por las economías de Corea y Malasia y analiza las enseñanzas que estos procesos pueden dejar para el caso argentino.
¿Cómo debería enfocar Argentina su relación con el FMI?
–Debe entenderse que el Fondo es un elemento más de un conjunto de factores. El verdadero problema es el enfoque global, integral, el de la inserción de la economía argentina en el mundo.
Reformulo la pregunta: ¿Argentina necesita el apoyo del FMI para superar su crisis?
–Lo necesita si no es capaz, sin implosión social, de un sacrificio al que el país no parece en principio muy dispuesto. Me refiero a una serie de medidas de carácter muy drástico de contención del gasto, de costo social para las clases media y alta. Es decir una distribución realmente más equitativa del costo de la reestructuración productiva. Pero para una solución más autónoma se requeriría tener un régimen con una cohesión y un grado de apoyo político impensable en la realidad de hoy. Inclusive impensable en gran medida en América latina.
¿A qué tipo de esfuerzo se refiere exactamente?
–Dos casos. Cuando se disuelve el sistema socialista, Cuba pasa en dos años a perder el 35 por ciento del Producto Interno Bruto, con un costo brutal en todo sentido. En Cuba los ministros andaban en bicicleta. Es decir, había un acompañamiento del costo social por parte de la clase dirigente. Recién ahora están recuperando los niveles de principios de los 90. Pero pasemos al caso de Asia. Cuando se da la gran crisis en Corea, la gente iba a entregar sus joyas al banco para ayudar a la salida del país. Y los empresarios, con una devaluación del 40 por ciento, mantuvieron sus precios en toda la línea. Así una camioneta que costaba 20 mil dólares pasó a costar 12 mil y en dos años lograron superar el problema. Además, a pesar de la magnitud de la crisis, no hubo fuga de capitales. Reflejemos esto y mil ejemplos más de este tipo que se pueden dar en Argentina. ¿Son reproducibles acá?
Ya que trae el ejemplo de Corea, cabe recordar que se trata de un país que, para salir de la crisis, siguió las recetas del FMI.
–Tanto Corea como Malasia lograron superar satisfactoriamente la crisis del ‘97 y ‘98. Corea siguió las recetas del Fondo y Malasia las rechazó, optando por un camino autónomo. Corea tuvo una devaluación del 40 por ciento y una gran deuda externa de 40 mil millones de dólares, principalmente de sus empresas privadas. Siguiendo las recetas del FMI, produjo una apertura total de su sistema financiero –antes habían tenido muchísimo cuidado para evitar el ingreso de los bancos extranjeros–, la apertura del sector comercial, de su sector inmobiliario –antes fuertemente regulado por una complejísima red de reglamentaciones–, privatizaciones. En otras palabras, se liquidaron todas las defensas al libre ingreso del capital extranjero. Malasia, en cambio, siguió primero las receta del Fondo, pero en un determinado momento llegó a la conclusión de que ése no era el camino para la reactivación y decidió no suscribir ningún acuerdo con el FMI. Si se observa lo que sucedió dos años más tarde en términos de crecimiento, resulta que un país que aplicó todo lo sacrílego para el Fondo –control de cambios, de movimiento de capitales– creció prácticamente a los mismos índices que el país que se vio obligado a aplicar la receta fondomonetarista.
Si a los dos les fue bien, pareciera concluirse que resulta neutro aplicar o no una receta del FMI, pues en los dos casos el resultado fue similar.
–No. La diferencia es importante. En ambos casos se obtuvieron cifras similares en términos de crecimiento del PIB, pero mientras un país quedó con una cantidad de defensas para su economía, el otro las tuvo que eliminar. La capacidad de maniobra posterior es completamente diferente. Además, las reformas fueron más brutales y dolorosas en Corea. Salvando las distancias, los casos de Argentina y Brasil pueden graficar la situación. Argentina aplicó de manera casi caricaturesca las recetas del Consenso de Washington. Brasil, sin romper con el Fondo, mantuvo políticas activas en el sector industrial. Hoy las situaciones de arranque, de autonomía, de las dos economías son completamemte distintas.
La diferencia de base con la realidad argentina, además, es que esas economías asiáticas eran muy sólidas en términos reales, con superávit comercial y con una fuerte base industrial.
–Si bien es verdad que estamos en una situación de colapso productivo, quiero insistir en los problemas de visión de la clase dirigente. La racionalidad necesaria para salir de la crisis no es solamente económica, sino también política.
La idea parece ser que, dado que la crisis argentina tuvo un bajo costo en términos de contagio regional, el país puede servir de ejemplo de lo que sucede a quienes no pagan sus deudas.
–Estuvo claro de entrada que esta administración quiere cambiar de línea. Se acabó esto de dar plata fácil. Lo que no quiere decir que por razones políticas o estratégicas no se dé dinero. Además de Rusia tenemos un ejemplo reciente en Pakistán. El componente político importa. En el caso argentino lo que quieren es demostrar cómo será la gestión de procesos de default. Antes de recibir dinero habrá que mostrar reformas efectivas. Argentina debería tener estrategias alternativas ya mismo. Es decir, al mismo tiempo que no logra solucionar su relación con el Fondo, debe comenzar a aplicar una política diferente. Y de esto, todavía no hay indicios.
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