Reivindican el vínculo entre educación y trabajo como su fortaleza principal. Son un grupo de profesionales universitarios que en 1994 crearon la pyme Fazenda en el partido de Cañuelas para producir y comercializar bienes hortícolas. Al poco tiempo de estar trabajando en la zona, comprobaron que sus empleados carecían de los conocimientos básicos para desarrollar la actividad. Entonces firmaron un convenio con el Colegio Agrotécnico Don Bosco para impulsar estrategias educativas en el ámbito laboral, incorporando pasantes y recibiendo el asesoramiento de los técnicos de la institución. Así fue como la iniciativa se transformó en una empresa educativa agropecuaria destinada no sólo a abastecer la demanda de los consumidores sino también a capacitar a jóvenes estudiantes para alentar el desarrollo productivo entre los sectores más pobres del distrito.
El objetivo de Fazenda no sólo consistió en estimular la formación de los jóvenes para mejorar su producción. También brindó ayuda profesional, instrumental y semillas para que los pasantes pudieran producir alimentos en sus casas incrementado los alicaídos ingresos familiares. Los hermanos Martín y Maximiliano López fueron los primeros en aprovechar la oportunidad. Aportaron un cuarto de hectárea disponible en el fondo de su casa para cultivar hierbas aromáticas, papines, lechuga mantecosa, radicheta y tomates. Fazenda se encargó luego de comercializar los productos en el Mercado Central y en verdulerías, restaurantes y servicios de catering de Capital y Gran Buenos Aires que apoyaron la iniciativa.
La experiencia le permitió a la familia López reinsertarse en el circuito productivo y le valió a Martín la obtención del premio a “La Excelencia Agropecuaria” otorgado por el diario La Nación en diciembre del año pasado. Una vez egresado del Don Bosco, el joven manifestó su interés por seguir la carrera de Ingeniería Agronómica y la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires le otorgó una beca para que pudiera hacerlo. “Cuando conocimos el proyecto, nos pareció correcto ofrecerle a Martín un aporte mensual para libros y viáticos porque su situación económica no era buena”, afirmó a Cash Fernando Vilela, decano de la facultad.
Los resultados obtenidos por la familia López motivaron a otras diez familias de bajos recursos de Cañuelas y Ezeiza a participar en Fazenda como educandos-proveedores. Para financiar la expansión del proyecto, se solicitó apoyo al Ministerio de Desarrollo Social. En julio sus autoridades decidieron respaldar la iniciativa otorgando, a través de la Municipalidad de Cañuelas, un subsidio de 30 mil pesos para la construcción de siete invernáculos de 300 metros cuadrados cubiertos que permitirán ampliar la producción.
Martín López, quien fue designado por la municipalidad como coordinador del proyecto en reconocimiento a los logros obtenidos, señaló a Cash que “una vez montados los nuevos invernáculos estaremos en condiciones de producir 20 mil kilos de papines y 4 mil kilos de hierbas aromáticas por año”. Fazenda también firmó convenios con la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca, el centro Proterra, dependiente del Conicet, y la empresa privada Agroparque, especializada en la producción de semillas y bulbos. Marcelo Teiblum, director de Fazenda, aseguró a este suplemento que “alrededor del proyecto se conformó una red de instituciones públicas y privadas orientada a la formación, la producción y el comercio que puede servir de experiencia para extrapolar a otros lugares del país”.
La última iniciativa de la red fue la creación de cursos de capacitación para peones, capataces, empresarios y comerciantes de la zona, que serán certificados por la Facultad de Agronomía, institución que se comprometió a asesorar en el diseño de los programas y el dictado de las clases. La semana pasada Fazenda inauguró un Aula Campera en un predio ubicado en Vicente Casares. Allí se darán los próximos pasos para consolidar unproyecto que apostó al desarrollo combinando solidaridad, educación y trabajo.