ECONOMIA 2005:
por Lavagna’s boys
Por Alejandro Bercovich
¿Y ahora no tenés ganas de ser un poco lavagnista?”, pregunta a Cash uno de los dos funcionarios al final de la entrevista sobre las perspectivas de la economía para el año próximo. El otro se ríe con ganas. Ambos de 37 años, Federico Poli y Sebastián Katz forman parte del equipo de jóvenes economistas que reclutó el jefe del Palacio de Hacienda para su gestión, desde distintos think tanks y cámaras empresarias. Como sus colegas sub-40 Leonardo Madcur y Sebastián Palla, que manejan con Guillermo Nielsen las negociaciones de la deuda, Poli y Katz ocupan puestos clave en el ministerio y dialogan a diario con Roberto Lavagna. El primero dirige la Subsecretaría de la Pequeña y Mediana Empresa y el segundo la de Política Económica. Cash los reunió para hablar sobre la economía 2005. Adelantaron que se seguirá reduciendo el peso de los planes sociales, que los aumentos salariales por decreto dejarán de ser el eje de la política de ingresos oficial, que habrá más incentivos sectoriales para la inversión, que se mantendrán las retenciones a la exportación y que el dólar no bajará en términos reales aunque ingresen capitales tras la salida del default. También estiman que el desempleo bajará a un dígito y que el Producto mantendrá la fuerte tendencia positiva de 2004.
El desempleo cerró el año cerca del 13 por ciento. ¿Podrá bajar a un dígito en 2005?
Federico Poli: La característica principal del modelo productivo que se instaló en el país es que es inclusivo desde el punto de vista social. Hubo una fuerte suba del empleo motorizada por la importancia que recuperó el sector transable de la economía. La industria y las pymes ganaron peso en el PIB y son muy intensivas en mano de obra. La elasticidad empleo/producto actual está muy por encima de la de la convertibilidad, y la tasa de empleo está en un máximo histórico desde 1983, cuando se empezó a llevar su registro. Lo que uno puede decir con certeza es que este proceso de crecimiento va a seguir teniendo esas características y se va a ir profundizando.
Entonces, ¿ustedes piensan en una desocupación menor al 10 por ciento a fines de 2005?
Sebastián Katz: Lo seguro es que vamos a seguir observando una muy buena reacción en materia de generación de puestos de trabajo, aunque la actividad vaya convergiendo a tasas de crecimiento más moderadas. A lo largo del actual período de recuperación, la elasticidad empleo/producto estuvo alrededor de 1, frente al 0,6 del mejor momento de la convertibilidad en su fase post Tequila. Hoy tenemos una tasa de actividad excepcionalmente elevada, que a priori uno pensaría que se mantendrá en este nivel. Si se mantiene, aun cuando caiga un poco la elasticidad, uno podría pensar que a fines de 2005 o inicios de 2006 se llegará a una tasa de desocupación de un dígito.
¿Qué parte de esos nuevos empleos va a seguir siendo en negro?
S. K.: El Ministerio de Trabajo informó que de la creación neta de empleos del último año, en el primer trimestre el 40 por ciento era registrado, en el segundo el 60 por ciento y en el tercero el 80 por ciento. Se observa un punto de inflexión sobre la base de un fenómeno estructural producto de una década de desprotección del trabajador y desarticulación productiva. La Encuesta Permanente de Hogares también muestra que se llegó a un máximo del 48,6 por ciento de los trabajadores en la informalidad, y que ya cayó más de un punto, hasta cerca del 47. Esto mostraría que las empresas en una primera fase incrementaron horas de trabajo, en una segunda contrataron en negro y ahora están formalizando esa relación laboral.
F. P.: En los noventa estaba la ideología de la flexibilización laboral vinculada al desmantelamiento de los derechos laborales. La señal que se daba desde el vértice del poder era que los derechos de los trabajadores conspiraban contra la creación de empleo. Hoy la señal desde el Poder Ejecutivo es otra y las condiciones empiezan a ser diferentes. La mejoradel mercado de trabajo hace que tengan menos margen quienes contratan en negro.
En la última parte del año resurgió con bastante fuerza el conflicto por el salario. ¿Creen que se va a mantener en 2005?
F. P.: Cuando se habla de la conflictividad salarial, lo primero que digo es que el hecho de que reclamen los trabajadores es un síntoma de que hay vida, de que algo está mejorando. No me preocupa el reclamo mientras se resuelva de manera adecuada. Y si uno mira los conflictos más recientes ve que surgen en los sectores que tardaron más en recuperar salarios, porque su situación es la última en mejorar, que son los de servicios. Hoy no hay conflictos en el sector industrial porque fue el que mejoró su rentabilidad relativa después de la devaluación, y tuvo mejoras salariales muy importantes.
S. K.: El salario real industrial está un 10 por ciento por encima de diciembre de 2001.
Pero la productividad en la mayoría de los rubros industriales creció varias veces más en el mismo lapso.
S. K.: Bueno, esos sectores pudieron absorber una mejora en su rentabilidad en una primera etapa por la reducción de los costos laborales unitarios, pero después evolucionó de modo tal que hubo un derrame hacia el salario. No se puede escapar a la lógica de hierro del salario que vincula la productividad con las remuneraciones reales.
F. P.: Eso fue un hito de la política de ingresos de este Gobierno. En un primer momento nosotros defendimos desde el Ministerio de Economía los aumentos centralizados de sueldos frente a una desocupación del 20 por ciento y a la alta inflación acumulada por la salida de la convertibilidad. No sólo por una cuestión de equidad sino porque era inconveniente para la dinámica del consumo que hubiera salarios tan atrasados. Y cuando nosotros lo defendíamos la mayoría de los economistas nos decían que estábamos locos porque hablábamos de aumentos de salarios en un momento en que la actividad todavía no se había terminado de recuperar.
¿Entonces se va a mantener la herramienta del aumento salarial por decreto?
F. P.: Hay que verlo en el contexto de la emergencia que dejó la crisis. La Argentina salía históricamente de estos planes de tipo de cambio fijo con endeudamiento con una tasa de desocupación del 6 por ciento como máximo, y al año de salir de la crisis el proceso traccionaba los salarios. Con un 20 por ciento de desocupación eso no pasa, y por eso la política de ingresos fue fundamental. Ahora parece que este ciclo de expansión es natural, como dijo muy suelto de cuerpo un economista que formó parte de la convertibilidad, que “la Argentina tiene que hacer esfuerzos para no crecer”. Si hubiéramos seguido las políticas que ellos sugerían es seguro que no estaríamos en este proceso de recuperación tan espectacular. Ahora, en la medida en la que la dinámica económica recupere niveles de una economía normal, el tema salarial tiene que ir a paritarias y a negociaciones entre las partes en condiciones igualitarias. Hoy todavía esas condiciones no son igualitarias, y por eso el Estado tiene que seguir intercediendo.
Los planes sociales también se introdujeron por la emergencia. ¿Cómo se van a manejar a futuro?
S. K.: En el último año la cantidad de planes tendió a caer, con lo cual en realidad la generación de empleo no sólo apuntaló el aumento del empleo sino que alcanzó para compensar la caída de planes sociales. La elasticidad del empleo privado sin planes es mucho más alta que la del empleo total. A futuro lo que uno pensaría es que los planes van a tener una importancia cada vez más residual, y que el rol dinámico lo va a tomar el sector privado.
F. P.: Acá hubo un colapso. La decisión política ante la crisis fue mantener el plan Jefas y Jefes y los aumentos centralizados de los ingresos porque no se podían seguir generando empleos bajo la línea de pobreza. De todos modos la política de ingresos es central. En el equipo económico las críticas por izquierda y progresistas son bienvenidas, no así las críticas desde la derecha que piden cosas como mejorar la oferta en la reestructuración de la deuda.
S. K.: Bueno, están bien las críticas por izquierda, pero como dice el ministro, tampoco se puede prestar atención a los alquimistas del progreso sin costo.
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