La devaluación depreció los activos locales atrayendo a capitales de la región. Las transnacionales de Brasil, México y Chile invirtieron en combustibles, telecomunicaciones, comercio, acero, cemento y en el sector aerocomercial. Desde la salida de la convertibilidad desembolsaron en total unos 5600 millones.
› Por Fernando Krakowiak
La estabilidad política y la reactivación económica impulsaron una recuperación de la inversión extranjera. La principal novedad es el dinamismo adquirido por las inversiones de países latinoamericanos, que durante la década del ’90 habían sido opacadas por el creciente flujo de divisas proveniente de las naciones desarrolladas. Según datos del Centro de Estudios para la Producción (CEP), las transnacionales de Brasil, México y Chile invirtieron 3576 millones de dólares entre 2002 y 2004 en fusiones y adquisiciones, creación de nuevas unidades productivas y ampliación de la capacidad instalada en empresas ya existentes. El desembarco se concretó en combustibles, telecomunicaciones, comercio, acero, cemento y en el sector aerocomercial. La tendencia continúa en ascenso, pues los compromisos de inversiones de esas tres naciones para este año, relevados en el primer trimestre, superan los 1000 millones de dólares, sin contabilizar la reciente compra de Loma Negra por otros 1000 millones de dólares por parte de la brasileña Camargo Correa. En total, desde la salida de la convertibilidad esos buenos vecinos desembolsaron unos 5600 millones.
Un informe del CEP destaca que España y Estados Unidos continúan encabezando el ranking de inversiones extranjeras en Argentina. Pero Brasil y México, que no formaban parte de los principales inversores, ahora se ubican en el tercero y quinto puesto con un 12 y un 6 por ciento del total, respectivamente. La tendencia coincide con las conclusiones del documento Global Development Finance, elaborado por el Banco Mundial en abril, donde se destaca que entre 2002 y 2004 los flujos de inversión extranjera directa provenientes de países en desarrollo aumentaron de 16.000 a 40.000 millones de dólares a nivel mundial, siendo los principales jugadores Brasil, Rusia, China y México.
Las inversiones brasileñas en Argentina cobraron impulso a partir de la consolidación de un grupo de empresas que crecieron en su país con la ayuda del Estado, para luego expandirse regionalmente. La nave insignia del capital brasileño es la estatal Petrobras que desembarcó en Argentina en los ’90 con una inversión petroquímica en Bahía Blanca. Luego desembolsó 500 millones para quedarse con la cadena de estaciones de servicio EG3, pero la principal apuesta la concretó después de la devaluación cuando le compró al grupo Pérez Companc las empresas Pecom Energía y Petrolera Pérez Companc por 1026 millones de dólares.
La depreciación de los activos argentinos generada por la devaluación resultó irresistible para el capital brasileño ya que en pocos años concretó las inversiones que no había hecho en toda la década pasada. Brahma pasó a controlar la cervecera Quilmes, Belgo Mineira adquirió la mayoría accionaria de Acindar, la aerolínea Gol comenzó a prestar servicio en el país y Camargo Correa se quedó con la textil Grafa (ahora Santista) y la cementera Loma Negra. Entre las inversiones proyectadas para este año se destaca la ampliación de la producción siderúrgica de Acindar en sus plantas de Villa Constitución y Rosario, la instalación de una planta elaboradora de palanquilla en Rosario por parte de la siderúrgica Gerdau y las obras de Petrobras en exploración, producción y transporte de petróleo y gas.
Si se toman en cuenta las inversiones recientes, el segundo país latinoamericano con llegada a la Argentina es México, aunque en este caso la mayoría del flujo se concentra en telecomunicaciones a partir del arribo de Telmex y América Móvil, dos compañías controladas por el magnate Carlos Slim. Casi la totalidad de las inversiones mexicanas registradas por el CEP en los últimos tres años corresponden a esas dos empresas. Telmex, la compañía más grande de Latinoamérica junto con Telefónica, se asoció con Techint a fines de los ’90 para participar en el mercado local a través de Techtel. Luego, la devaluación aceleró el desembarco. En octubre de 2003 adquirió AT&T Latin America, en abril de 2004 amplió su participación en Techtel al 80 por ciento y compró MetroRed, una inversión del fondo Fidelity Investments con una red de fibra óptica de 300 kilómetros en el centro porteño. Finalmente, en septiembre de 2004 fusionó Techtel, AT&T y MetroRed bajo el nombre Telmex. En el segmento de celulares, América Móvil adquirió la compañía CTI en julio de 2003. Por fuera del sector de comunicaciones, las inversiones mexicanas posdevaluación se reducen a Bimbo, que en 2003 compró la panificadora Fargo, a la cadena Mayan Resorts que adquirió un predio en Puerto Madero para construir un hotel de lujo y a las Farmacias del Dr. Simi y del Dr. Ahorro.
En el caso de Chile la situación es diferente porque en la década del ’90 ya había apostado fuerte en Argentina al invertir en energía, industria y comercio. Sin embargo, el flujo decayó a fines de esa década y recién en el último año comenzó a recuperarse. La Cámara de Comercio de Santiago informó que en 2004 Chile triplicó las inversiones en el exterior llegando a los 1561 millones de dólares, el 44 por ciento de ese monto se invirtió en Argentina, siendo el principal destino de los capitales trasandinos. Cencosud fue una de las compañías que más invirtió en esta nueva etapa. La cadena de retails, propietaria de Unicenter y de los supermercados Jumbo y Easy, expandió sus líneas de negocios a través de nuevas tiendas y compra de compañías. Fuentes de la empresa aseguraron a Cash que luego de la devaluación se destinaron 250 millones de pesos para construir el shopping El Portal de Rosario, abrir dos hipermercados Jumbo y siete locales Easy. Además, invirtieron más de 400 millones de dólares para comprar la cadena de homecenters Home Depot, controlada a partir de febrero de 2002, y los supermercados Disco, operación concretada en noviembre del año pasado.
Otra inversión en comercio, la concretó el grupo chileno Else al adquirir el shopping de Caballito en septiembre del año pasado. La cadena Falabella, que comenzó haciéndose fuerte en el interior del país, también planea expandirse abriendo dos sucursales en Capital Federal. Los centros comerciales les sienta bien a los capitales chilenos, pues a esas inversiones se les deben sumar las acciones que ya tenía la compañía trasandina Parque Arauco en Alto Palermo, sociedad controlada por IRSA, propietaria de los shoppings Alto Palermo, Abasto, Alto Avellaneda, Paseo Alcorta y Patio Bullrich, entre otros.
Los chilenos también ingresaron al sector aerocomercial a partir del arribo de Lan Chile, que controla el 49 por ciento de la flamante Lan Argentina. Las operaciones comenzaron el 8 de junio y se proyecta una inversión de 30 millones de dólares para el primer año. En un mercado dominado ampliamente por Aerolíneas Argentinas, la compañía chilena aspira a captar el 14 por ciento del mercado a fines de 2005 y el 27 por ciento en 2006. Otro sector donde las empresas chilenas comenzaron a recuperar posiciones es en vinos y cervezas con inversiones en Mendoza y Salta.
Pese a la recuperación, los flujos de inversión extranjera están lejos del nivel record alcanzado durante la década del ’90, cuando se concretó un avanzado proceso de extranjerización de la estructura productiva impulsado por un contexto internacional favorable y un conjunto de reformas estructurales de corte neoliberal, como las privatizaciones, la apertura comercial y financiera y la desregulación de mercados. En cambio, en el escenario posdefault, los capitales latinoamericanos han adquirido un mayor peso relativo.
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