EMPRESAS RECUPERADAS, BURGUESIA Y CONTROL OBRERO
Pablo Levin sostiene que si las cooperativas de trabajadores no se organizan en base a la planificación obrera, el desenlace previsible será la “recuperación” de la empresa por la antigua o una nueva patronal.
Por Pablo Levin *
Sobre las ruinas de unas doscientas empresas de capital quebradas o abandonadas por sus dueños, los obreros que en ellas trabajaban constituyen sociedades de autogestión para mantener sus puestos de trabajo y algunos reinician, precariamente, procesos productivos. Ello acontece en la Argentina de comienzos del nuevo siglo, en un ambiente de solidaridad y firme apoyo popular. Se ven estos emprendimientos como una opción al desastre social. El nombre con el que se las conoce popularmente, “empresas recuperadas”, evoca un pasado mítico y abre vislumbres de un futuro posible.
¿Presentan nuevas formas de asociación productiva? De suyo, no. Su figura característica, la cooperativa de trabajo, lleva dos siglos en Europa, y uno en nuestro país. Esta larga historia la muestra como una forma empresaria incongruente y lábil. En la época capitalista, el capital subsume todas las “formas de asociación productiva”, imprimiéndoles el ritmo compulsivo y frenético de la acumulación compulsiva, y la empresa cooperativa tiene que operar en esa vorágine. Su forma cooperativa tiende a degenerar. La relación trabajo asalariado/capital se orienta a cobrar el carácter de relación obrero/patronal aun entre los compañeros. Los trabajadores se ven ante un dilema y la frontera entre las dos clases sociales corta las filas obreras.
Pero si es deletéreo el furor del capital, lo es más su falta de ímpetu. En la Argentina de hoy una circunstancia adicional conspira contra el proyecto de gestión obrera: la toma original de algunas fábricas por los obreros no fue la culminación de una larga lucha que tenía como objetivo el control obrero de la producción. Fue, en un marco de recesión inéditamente profunda y desocupación masiva crónica, en defensa de las “fuentes” de trabajo. Tal finalidad no es incompatible con la regresión burguesa de la cooperativa. Su desenlace previsible es la “recuperación” de la empresa... ¡por la patronal!
Las patronales desertoras dejan equipamientos obsoletos y utilizados “a reventar” (sin el debido mantenimiento), sistemas de gestión (deliberadamente) desarticulados, deudas descomunales. En su huida, ponen el mayor empeño en ocultar o destruir la información esencial, técnica, comercial. Presionaron a antiguos proveedores y clientes con amenazas mafiosas, mediante el poder extorsivo del deudor insolvente, para que se abstengan de toda transacción con sus ex empleados. Los trabajadores, bajo la constante amenaza de allanamientos y desalojos, restablecen las imprescindibles redes comerciales, financieras y tecnológicas aviniéndose a exigencias abusivas. Al hostigamiento de la ex patronal y de sus acreedores (cómplices, en ocasiones, del previo vaciamiento delictivo), se suma el de las autoridades del Poder Ejecutivo, que ponen obstáculo sobre obstáculo. Sin embargo, el fenómeno captó la imaginación popular, despertó esperanzas. ¿Se justifican?
La presente ponencia argumenta que las experiencias de control obrero de la producción tienen un potencial transformativo hic et nunc, con una condición: que se concreten mediante la planificación obrera. Esa potencialidad resulta de la conjunción entre las transformaciones actuales de la economía internacional y la realidad argentina de hoy.
La fase expansiva del ciclo de acumulación exacerba las cúpulas dominantes de capital potenciado, arrastra débilmente sus bases de capital simple y apenas alcanza a propagarse al resto del sistema, en el que una masa gigantesca y creciente de empresas de capital, y con ella una porción mayoritaria y creciente de la población laboral del mundo, es condenada a la exclusión, especialmente en aquellos países donde el liderazgo social quedó vacante. Allí, la gestión obrera transicional no es una opción más: es la única. En la descripción del escenario local se destaca la defección de la burguesía nacional: su deserción del papel histórico de clase dirigente, su fracaso como organizadora de la reproducción del capital, su incapacidad definitiva e irreversible como gestora de la innovación tecnológica y del progreso social, su descrédito social, político, moral.
* Licenciado en Economía Política, UBA.
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