Dom 29.01.2006
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EMPLEO Y POBREZA EN LA ECONOMIA POSCONVERTIBILIDAD

Estamos mal, pero vamos bien

Según el investigador de la FETyP, el mercado de trabajo muestra resultados satisfactorios en lo “cuantitativo”, pero insuficientes en lo “cualitativo”. Aún impera la precariedad laboral.

› Por Alejandro Barrios *

Luego de la oleada neoliberal de los noventa, de la que una parte importante de nuestra sociedad se debería hacer cargo, la mayoría de los argentinos ha optado por respaldar la implementación de políticas públicas que, enfrentadas a las promovidas por aquel paradigma, han impulsado la generación de empleo para combatir la pobreza.

En cuanto a las que impactan directa o indirectamente sobre el mercado de trabajo, hay que decir que los resultados obtenidos hasta el momento, si bien son satisfactorios en términos cuantitativos, aún son insuficientes en términos cualitativos.

Desde la Fundación Estado, Trabajo y Producción (FETyP) creemos en el empleo asalariado como el mecanismo insustituible para alcanzar los niveles de integración social que nuestro país supo construir hasta mediados de los setenta. Discrepamos con los que, dentro del campo progresista, proponen solucionar la crisis social por fuera del mercado de trabajo, con las diferentes versiones de un ingreso ciudadano, y por esto universal –para todos– e incondicional, sin ofrecer ningún tipo de contraprestaciones.

En este sentido es importante analizar la evolución reciente del mecanismo de integración social que los argentinos nos damos para construir una sociedad más democrática, más equitativa, para determinar si hemos apostado bien.

Si se analizan los cambios en los niveles de los principales indicadores del mercado de trabajo proporcionados por el Indec para el último año, se pueden obtener serios argumentos para afirmar que la mayoría de la sociedad argentina apostó bien.

En un año, en el período que cubre del tercer trimestre de 2004 al tercer trimestre de 2005, el desempleo cayó un 16 por ciento y el subempleo lo hizo en un 14 por ciento. En 2005, en los tres primeros trimestres, y por lo que sugieren los datos provisorios también en el cuarto trimestre, la tasa de desempleo disminuyó junto al crecimiento de la tasa de actividad u oferta laboral. Esto es muy importante, porque en años anteriores el aumento de la oferta laboral (personas que buscan empleo) tenía como consecuencia, en la mayoría de los casos, un aumento en los niveles de desempleo.

También hay que destacar que, si bien el subempleo bajó respecto de 2004, esto se debe a lo sucedido en el primer trimestre, ya que en el resto de 2005 se ha mostrado inflexible a bajar, como sí lo hizo el desempleo, lo que estaría indicando que una parte del empleo generado ha sido de carácter precario.

Las conclusiones no varían si se analiza la evolución de los indicadores según el recálculo que hace el Indec, tanto en la opción que considera como desocupadas a las personas que tienen como ocupación principal un Plan Jefas/es y buscan activamente un empleo, como en la opción que considera como desocupadas a todas las personas que tienen como ocupación principal dichos planes. En ambos “recálculos” para el mismo período, el desempleo baja un 20 por ciento.

Las políticas públicas implementadas por la actual gestión nacional, fundamentalmente las económicas, son las que permitieron que estos indicadores tuvieran esta dinámica. En efecto, y sólo por mencionar dos de las más importantes, la decisión de mantener el tipo de cambio a niveles que tornan competitivas muchas producciones locales y la determinación de no “enfriar” la economía para contener subas de precios, han sido fundamentales para que el ritmo del crecimiento económico se mantenga y para que la inversión alcance niveles que permiten pensar que este crecimiento será sostenido, y todo ello ha repercutido positivamente en el mercado de trabajo. Esto en cuanto a los aspectos cuantitativos, pero hay que mencionar que todavía falta alcanzar que todas las personas que accedan al mecanismo de integración, el empleo asalariado, puedan salir junto a su grupo familiar de la situación de pobreza. En efecto, si bien la pobreza cayó en el último año un 13 por ciento y la indigencia un 20 por ciento, todavía hay muchas personas que tienen empleo y que sin embargo continúan sumergidas en la pobreza, y esto tiene que ver con la calidad del empleo. Para superar esta situación van a jugar un rol fundamental tanto la continua reducción del desempleo, para que los trabajadores negocien mejores salarios y condiciones laborales, como cuestiones institucionales que disminuyan la flexibilización laboral de hecho que aún rige en nuestro país.

* Economista de la FETyP (Fundación Estado, Trabajo y Producción).

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