Domingo, 5 de febrero de 2006 | Hoy
LOS GURUES RECLAMAN RECETAS ORTODOXAS CONTRA LA INFLACION
Economistas como Roberto Frenkel plantean que si se elevara
la tasa de interés se fomentaría una burbuja financiera, con baja del dólar. Desde la city presionan por esa fórmula.
Por Claudio Zlotnik
Hay polémicas que suelen reavivarse de tanto en tanto. Ahora está ocurriendo algo de eso. Algunos economistas de la city, desorientados porque sus anteriores predicciones se chocaron con la realidad, y otros que directamente recurren a lo que tienen más a mano, vienen planteando la necesidad de aplicar recetas ortodoxas para el actual momento. La fórmula predilecta se basa en aumentar las tasas de interés, de manera de enfriar el envión económico y, así, quitar las presiones inflacionarias.
La remanida propuesta de subir las tasas es de por sí cuestionable. Y en el actual contexto financiero internacional podría agravar las cosas. Dados los bajos rendimientos en los principales mercados, los operadores están buscando maximizar sus inversiones en los emergentes. Esa tendencia quedó en evidencia en las últimas semanas, con el rally alcista de los títulos públicos argentinos y de la región.
Una suba de las tasas no haría más que acentuar esa circunstancia. Si el Banco Central hiciera caso de los pedidos de los expertos de la city, es muy probable que el flujo de divisas hacia la Argentina vaya en aumento. La especulación financiera haría entonces mucho más difícil sostener el tipo de cambio. Economistas como Roberto Frenkel plantean directamente que si se elevara el costo del dinero se fomentaría una burbuja financiera, propiciada a partir de la baja del dólar. Un alza en el costo del dinero traería más problemas que beneficios.
Por otra parte, resulta cuestionable la eficacia de la medida. Alan Greenspan se despidió de la Reserva Federal sin lograr que las sucesivas alzas en el costo del dinero tuvieran repercusión en las tasas de los bonos del Tesoro de largo plazo. Ahora, en Estados Unidos, la tasa a 10 días rinde lo mismo que la de 10 años. El hecho de que esos rendimientos se mantengan en torno del 4,5 por ciento anual incentiva a los financistas a buscar plazas más atractivas. En la Argentina, con un sistema financiero que recién ahora está saliendo a flote después de la crisis, donde la intermediación financiera sigue muy lejos de los niveles de la convertibilidad, la transmisión de la política monetaria impartida por el Banco Central es muy débil.
Más que a una suba de las tasas, el Gobierno vuelve a enfrentarse a un mercado financiero con alta liquidez que en algún momento puede volver a jugarle en contra del sostenimiento de un dólar alto. La imparable suba de los bonos es una muestra de esa realidad. Para la semana que comienza, incluso, habrá un elemento adicional a tomar en cuenta: los 200 millones de dólares que Economía girará a los inversores por un vencimiento de intereses del Boden 2012, y que seguramente se reinvertirán en títulos de la deuda argentina. Esta gran liquidez le está permitiendo al Banco Central la renovación de las Lebac sin la necesidad de pagar un mayor rendimiento.
Como puede apreciarse, la realidad impone medidas más audaces para mantener a raya el proceso inflacionario. La receta ortodoxa, una vez más, no haría otra cosa que empeorar el panorama.
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