La cuestión vuelve una y otra vez. Aunque salga de la primera línea en la agenda de los operadores, la discusión se reedita en cada encuentro internacional entre funcionarios de primera línea. La última vez fue unos pocos días atrás, en la reunión de presidentes y directores de bancos centrales que se realizó en Basilea. ¿Se encamina la economía mundial hacia una crisis? ¿Qué pasará con la tasa de interés internacional? ¿Logrará Estados Unidos zafar de un aterrizaje forzoso? El menú de los banqueros fue y sigue siendo amplio.

El último encuentro en Basilea fue selecto. Acudieron treinta banqueros centrales. América latina estuvo representada por Brasil, México y la Argentina. Ben Bernanke ofreció un pequeño discurso televisado, sin dar precisiones que fueran más allá de los últimos comunicados de la Reserva Federal. Más allá de los mensajes previsibles sobre la supuesta fortaleza de las economías de los distintos países para sobrellevar las ocasionales turbulencias, hubo coincidencia en que todavía es una incógnita la suerte que correrá Estados Unidos. Y que no habría que confiarse demasiado en la coyuntura actual, que da cuenta de una menor volatilidad en los mercados.

Durante el encuentro quedó ratificado que los países asiáticos se constituyeron en un verdadero contrapeso de Estados Unidos. No paran de financiar el gigantesco déficit externo de la administración Bush. China, por caso, ya cuenta con reservas por la friolera de 900 mil millones de dólares, billetes que se ahorran al ritmo de una economía que este año crecerá alrededor de 10,5 por ciento. Buena parte de las reservas chinas se encuentra invertida en bonos del Tesoro estadounidense, y algo similar ocurre con otros países de la región, como Corea y Taiwan.

Las perspectivas que existen en el contexto internacional no lucen demasiado tranquilizadoras. El camino que recorrerá la economía de Estados Unidos todavía es un enigma y a Europa no le va mejor. A las reducidísimas tasas de crecimiento que vienen mostrando se les suma un seguro proceso alcista de la tasa de interés. Los banqueros centrales partieron de Basilea convencidos de que el Banco Central Europeo llevará la tasa de corto plazo del actual 2,75 por ciento anual por encima del 3 por ciento. La duda es si se plantará en 3,25 o en 3,50 por ciento anual para fin de este año. El panorama preocupante se completa con el precio record del barril de petróleo.

En los despachos oficiales siguen creyendo que, en la medida que la suba de la tasa internacional sea gradual, el impacto para la Argentina será mínimo. Argumentan que, prueba de ello, es que el precio de la soja sigue en niveles altos, lo mismo que el resto de las materias primas. Mientras tanto, el plan del Banco Central es seguir juntando dólares para sus reservas, poder mostrar que se recuperó el monto del pago al Fondo Monetario, y sostener el tipo de cambio en los actuales niveles.