NOTA DE TAPA
› Por Fernando Krakowiak
En los últimos tres años se crearon 153 mil nuevas empresas en el país, un 108 por ciento más que en el peor momento de la crisis (2000-2002) e incluso un 37 por ciento por encima de lo registrado en el período de expansión previo al estallido (1996-1998). En su mayoría son emprendimientos pequeños de 3 o 4 empleados, financiados con ahorros familiares e incentivados por las oportunidades que ofrece la reactivación económica y el dólar alto. Un informe del Ministerio de Trabajo, al que accedió Cash, revela que cerca del 80 por ciento de los nacimientos se concentraron en apenas ocho ramas productivas. La consecuencia es un aumento del número de empresas en sectores donde históricamente se venía produciendo, pero no un cambio en el perfil productivo. “El efecto de los nuevos precios relativos no alcanzó a modificar de manera sustantiva la estructura tradicional de los nacimientos”, se reconoce en el informe, elaborado por los investigadores Victoria Castillo, Sebastián Rotondo y Sofía Rojo. Eso se debe a que los fundadores privilegian negocios que requieren una baja inversión inicial para comenzar a operar, en áreas donde tienen experiencia previa y una red de contactos que les ayuda a dar los primeros pasos. Sin embargo, para muchos emprendedores el sueño de la empresa propia suele terminar en frustración. Sólo el 54 por ciento de las firmas sobrevive luego de transcurridos cinco años desde su fundación.
La creación de empresas es más dinámica en las actividades de comercio porque las barreras de entrada son menores que las existentes en gran parte de las industrias. Por ejemplo, la inversión que se requiere para poner un almacén o una remisería es mucho menor, evidentemente, a la necesaria para montar una petroquímica o un ingenio azucarero. Por ese motivo, la rama “comercio al por menor” lidera el ranking al haber concentrado el 22,1 por ciento de los nacimientos promedio entre el 2003 y el 2005. En los servicios la situación es similar. La inversión necesaria para comenzar a ofrecer servicios informáticos o de diseño es relativamente baja. Allí las tasas de natalidad son muy altas, aunque sobre un universo claramente más acotado que el del comercio porque el nivel educativo que se requiere para ofrecer algunos de esos servicios es mayor.
No obstante, cuando se analiza la evolución al interior de los distintos sectores se puede ver que las industrias fueron las que más crecieron. Entre 1995 y el 2001 se incrementaban a una tasa anual cercana al 6 por ciento y luego de la devaluación se elevaron por encima del 10 por ciento, debido a la permanencia de un tipo de cambio real que indujo un aumento en la producción de bienes transables. Esa dinámica permitió que en el 2003 y en el 2004 convergieran las tasas de nacimiento de firmas industriales y de servicios, pese a que en el período previo a la devaluación el nacimiento de las compañías de servicios había sido un 50 por ciento mayor que las industrias. Las ramas manufactureras que más crecieron en los últimos tres años fueron fabricación de artículos de cuero (6,9 puntos), elaboración de productos de tabaco (6,9), reciclamiento de desperdicios y desechos (6,8), fabricación de equipos de radio y televisión (6,2) y fabricación de confecciones (5,8 puntos).
El crecimiento de empresas en los sectores tradicionales se debe a que, por lo general, los fundadores se orientan a las actividades que ya conocen, por haber tenido otra compañía o por haber sido trabajadores en alguno de esos sectores antes de lanzarse al emprendimiento propio. José Borello, investigador de la Universidad de General Sarmiento, afirmó a Cash que “otro elemento que tiene incidencia es el efecto imitación, ya que muchos empresarios invierten en las actividades donde ven que a otros les ha ido bien”. Esa lógica explica, por ejemplo, que en el sur de Santa Fe se concentren fabricantes de maquinaria agrícola y la localidad cordobesa de Bell Ville, fabricantes de pelotas de fútbol.
Andrés Hatum, profesor de la Escuela de Dirección y Negocios de la Universidad Austral, afirmó a Cash que el nacimiento de nuevas empresas se debe a una combinación de factores: “A nivel macroeconómico, se destaca la modificación de los precios relativos que restringió las importaciones, generando una mayor demanda doméstica e incluso del exterior. Mientras que a nivel micro sobresale el espíritu emprendedor de los argentinos, que siempre tienen ideas para aprovechar ese contexto”.
El empleo creado por las nuevas firmas en el año de su puesta en marcha representa apenas el 4 por ciento del total a raíz de su reducido tamaño inicial, pero si se considera al conjunto de las empresas con menos de 6 años de antigüedad (el 42 por ciento de las firmas en actividad) la participación en el empleo total registrado asciende al 20 por ciento. Mucho mayor es la incidencia cuando se calcula la participación que tienen en la creación bruta anual de empleos. Entre el 2003 y el 2005, las compañías de menos de 6 años generaron el 48 por ciento de los nuevos puestos de trabajo, aunque el porcentaje real debe ser más alto porque el informe del Ministerio de Trabajo contempla sólo el trabajo registrado y la mayoría de los trabajadores “en negro” se concentra en las pymes.
Con la misma rapidez que crean empleo, las empresas recién nacidas también tienen una fuerte incidencia en su destrucción. En los últimos tres años, la participación de las compañías de menos de 6 años en la destrucción bruta de puestos de trabajo fue del 31 por ciento. Eso se debe a la alta tasa de mortalidad que tienen debido a la vulnerabilidad que supone su juventud. Eso ha llevado a algunos especialistas a decir que las nuevas empresas que ingresan al tejido productivo son “más turistas que inmigrantes”.
Hatum señala que cuando la empresa nace el fundador interviene en todos los asuntos, pero cuando se comienza a crecer la complejidad es mayor y es importante que el empresario sepa identificar ese punto de quiebre para avanzar en la profesionalización de la organización y empezar a delegar tareas. “En muchas empresas que se funden, el dueño actúa como si todo siguiera siendo igual que al principio”, advierte. Luego agrega que, si bien los cambios macroeconómicos bruscos suelen sellar la suerte de la mayoría de las nuevas empresas, “hay algunas que perduran luego de las crisis porque tienen una organización flexible y, por lo tanto, fácilmente adaptable”. José Borello señaló, en cambio, que “aquellas visiones que sostienen que ‘si uno quiere, puede’, están equivocadas. Los cursos de emprendedores brindan algunas herramientas, pero no alcanzan para crear una empresa exitosa. El ciclo económico, la región en la que se inserta la empresa y los saberes previos tienen mucha mayor incidencia sobre el destino final de la compañía”. Más allá de la polémica, lo cierto es que, si bien el contexto macroeconómico incentiva el nacimiento de empresas, no es suficiente para garantizar su supervivencia. Las políticas públicas terminan siendo fundamentales para respaldar el espíritu emprendedor y la capacidad de adaptación.
ALEJANDRO DE OLIVEIRA
presidente de Matilda
“Decidí tirarme a la pileta”
“Inauguramos la empresa en noviembre de 2005. Toda mi vida trabajé en la industria del calzado. Empecé como cadete hasta llegar a gerente de ventas en una fábrica, pero cuando estalló la crisis de 2001 mi sueldo se hizo imposible de afrontar para los dueños. Apenas me quedé sin trabajo me dediqué a comprar mercadería en algunas fábricas para revenderla. Cuando logré armar una cartera importante de clientes, alquilé un galpón en Ciudadela, lo equipé con algunas máquinas usadas que fui reparando y comencé a producir. Lo que me llevó a apostar por la empresa propia fue el freno que tuvo la importación de calzado brasileño. A medida que la importación disminuía fui teniendo cada vez más demanda hasta que decidí tirarme a la pileta. Ahora tengo cuatro empleados y estoy trabajando bien, pero no quiero tomar crédito para renovar las máquinas porque creo que se están volviendo a cometer los mismos errores que en el pasado. Los precios de los insumos están aumentando fuerte porque todos se quieren salvar cobrando lo máximo. A este ritmo va a llegar un momento en que vamos a dejar de ser competitivos de nuevo.”
HERNAN FRETTO
socio del estudio Fretto-Mejías
“Empezamos a ganar concursos”
“Nuestra empresa brinda servicios de diseño industrial y desarrollo de productos. Nos dedicamos al diseño para la industria del mueble y productos de grifería. Somos dos socios que nos conocíamos de la facultad y empezamos a participar juntos en concursos de diseño. Los trabajos empezaron a ganar y los organizadores de esos concursos nos empezaron a pedir nuevos trabajos hasta que llegó un momento, en el 2003, en que decidimos renunciar a nuestros respectivos empleos y crear una empresa propia para dedicarnos tiempo completo a esta actividad. A los pocos meses presentamos un proyecto al Centro Metropolitano de Diseño del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires para incorporarnos a la incubadora de empresas. Nos aceptaron, nos dieron instalaciones, capacitación y entonces comenzamos a crecer en facturación e incluso contratamos dos empleados. La sustitución de importaciones nos ayudó mucho porque nuestros clientes comenzaron a producir más. El diseño lo contratan fundamentalmente para poder exportar porque tienen que salir con productos novedosos y para eso estamos nosotros.”
SONIA OLIVEIRA
titular de Juegosol
“No fue demasiado planeado”
“Antes de fundar la empresa mi marido tenía una licencia de taxis y yo era corredora de juguetes, pero durante la crisis del 2001 todo comenzó a funcionar mal. Entonces, empezamos a diseñar algunos juegos tratando de salir adelante. No fue algo demasiado planeado. Armamos un modelo de hamaca y una estructura donde colgarla y con eso empezamos en 2003. Luego diseñamos una hamaca tabla como la que hay en las plazas y una hamaca gemela donde los chicos se ubican enfrentados. Mi marido se dedicó al armado de los juegos en el galpón y yo aproveché mi experiencia en el sector para comenzar a ubicar los productos. Estamos conformes porque no somos demasiado ambiciosos, pero es un trabajo duro porque para sacar un producto nuevo tenés que invertir no sólo en los materiales sino también en alguna matriz específica y eso requiere un dinero que muchas veces no tenemos. En los diarios dicen que hay créditos para las pymes, pero eso es todo un verso. Cuando te acercás al banco, lo que te ofrecen no sirve. Si vas a sacar un juego nuevo o ampliar la producción es mejor pedirle plazo a tu proveedor.”
PABLO NANNI
co-titular de Molino Pringles
“Nos motivó el cambio de rumbo”
“Nosotros tenemos una panificadora desde la década del 80 y a fines del año pasado con mi hijo decidimos crear un molino harinero para abastecernos de nuestra materia prima principal y a la vez tener una actividad comercial independiente. Comenzamos a fabricar y vender harinas de trigo, sémolas y subproductos. Varios factores nos motivaron a impulsar este nuevo emprendimiento. Uno es el cambio del rumbo económico y su consolidación que se está expresando en el aumento de la demanda. Otro elemento importante para ayudar a decidirnos fue la experiencia previa que teníamos como comercializadores de harina a través de un molino con el que estuvimos asociados en el pasado. También influyó decisivamente la posibilidad que tuvimos de acceder a un crédito en la banca cooperativa que se pudo respaldar a través del Fondo Garantía Buenos Aires. Por último, me interesa mencionar el asesoramiento de Apyme regional oeste. Para comenzar con la nueva empresa contratamos ocho empleados de Coronel Pringles y un profesional que se tuvo que radicar allá y por ahora estamos trabajando bien.”
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