LA VISION DE LA UNION EUROPEA SOBRE EL MERCOSUR
El delegado de la UE en Argentina elogia la recuperación económica y apuesta a que avanzará el acuerdo con el Mercosur.
› Por Cledis Candelaresi
Gustavo Martín Prada está al frente de la delegación de la Unión Europea en Buenos Aires. El interés político de la UE es tan claro como el afán de aprovechar la buena performance económica actual: a pesar de los conflictos que tras la devaluación se originaron con algunos inversores europeos, en particular con los socios de privatizadas, siguen llegando capitales desde el Viejo Continente. En diálogo con Cash, el catedrático español explica cómo la chance de hacer buenos negocios es tan relevante como la seguridad jurídica.
–Hubo un cambio de concepto. Ya no son grandes inversiones en servicios públicos, aunque también la sigue habiendo en este campo, sino más chicas y en otros sectores, tanto industriales como turísticos. Las inversiones europeas superan el 50 por ciento de los capitales extranjeros que llegan al país. Hubo un parate después de la crisis, pero ahora está remontando, gracias a la normalización de la situación en la Argentina.
–No diría que es una cosa o la otra. Al diseñar un negocio se tiene en cuenta la estabilidad macroeconómica y la posibilidad de crecimiento futuro. Esto incluye también la seguridad jurídica, la transparencia y la competitividad micro de la economía. Argentina tiene buenos costos relativos, mano de obra calificada y acceso a otros mercados. Evidentemente, las empresas europeas están juzgando que en Argentina hay buenas perspectivas en esos sentidos.
–Esa es una pregunta para el embajador de España. Yo soy español, pero no represento al país. Es obvio que una buena relación entre los gobiernos siempre alienta inversiones.
–La institucionalidad es un elemento de la seguridad jurídica, que en Argentina se vio afectado fuertemente por la crisis del 2002. Pero desde entonces hay una recuperación en todos los órdenes, también en ése.
–No. Yo creo que es normal y positivo que dentro de la Organización Mundial de Comercio surjan grupos que defiendan intereses concretos como el grupo Cairns o lo es ahora el Grupo de los ’90 para los países menos desarrollados. Claro que ayuda si dentro del grupo hay intereses coherentes a la hora de negociar.
–Es normal en una negociación que las partes digan yo doy algo si recibo algo equivalente a cambio. Pero eso es en una primera etapa. Para la segunda hay que tener en cuenta que nadie, ni Mercosur ni Europa ni el G-20, puede obtener todo lo que quiere. Cuando la negociación avanza quizás haya que conformarse con tener una parte y, a su vez, ofrecer otra parte.
–Yo no hablaría de disidencias. Sí que es un bloque en formación, de sólo quince años. Todavía tiene mucho camino que recorrer en términos de integración.
–No quiero verlo en términos de competencia. Creo que Estados Unidos quiere negociar con América latina, lo mismo que la Unión Europea. Pero los acuerdos que estamos negociando son distintos. Nosotros negociamos tratados más amplios, no sólo comerciales sino políticos y de cooperación y lo hacemos siempre con bloques. Estados Unidos propone acuerdos de libre comercio y bilaterales. Pero yo no veo contradicción en esas estrategias. Una prueba concreta es la de Chile y México: ambos cerraron tratados con los dos bloques.
–No veo ningún inconveniente teórico en el avance del ALCA, que de hecho lo hizo en América Central y con algunos países del bloque andino con los que Europa también negocia.
–A priori es positiva. De algún modo demuestra que, a pesar de los vaivenes que tiene el Mercosur, resulta un bloque atractivo.
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