BOOM DE LOS LIBROS Y ALZA DEL PAPEL
Las editoriales registran un fuerte crecimiento, pero
está en jaque por el oligopolio de los productores de papel.
› Por Diego Rubinzal
La 33ª Feria Internacional del Libro volvió a ser escenario de una de las mayores manifestaciones culturales de Argentina y América latina. A pesar de los distintos estudios que revelan una declinación del hábito de la lectura, el éxito de la feria parece ir a contramano de dicha tendencia. Ese ambiente favorable para el desarrollo de la actividad editorial es consecuencia, coinciden los empresarios del sector consultados por Cash, de un cambio de rumbo que se registró a partir de la devaluación.
Durante la vigencia de la convertibilidad, los precios relativos eran favorables a la importación de libros en desmedro de la producción nacional. Además, se produjo el traslado parcial de los trabajos de impresión hacia países de la región con menor costo de mano de obra y equipamiento más moderno. Este provocó una reducción en la producción y del empleo incluyendo un menor consumo de papel nacional. A partir del derrumbe de la convertibilidad, se generaron condiciones para el renacimiento de las editoriales. La posibilidad de competir con costos más bajos en dólares les permitió aumentar un 16 por ciento las exportaciones en el período 2002-2005.
Sin embargo, los editores nacionales no dejan de prender luces de alarma. En un reciente documento elaborado por la Cámara Argentina del Libro (CAL), denominado “Los costos globales del papel ponen en peligro la competitividad de la industria del libro”, se advierte sobre la pérdida de competitividad por el incremento de los costos internos de producción. De acuerdo con ese informe, el insumo que lidera las subas es el papel: desde la devaluación subió 224 por ciento, que equivale a que en dólares se ubica 10 por ciento por encima al vigente en la década pasada. A pesar de que los costos de fabricación del papel argentino son menores a los internacionales, su precio supera los valores de comercialización a nivel mundial. Por ejemplo, en España el kilo de papel se vende a 1,06 dólar, mientras que en la Argentina se ofrece a 1,16. De esta manera, el papel duplicó su participación en la estructura de costos, representando actualmente el 39 por ciento del total.
El carácter oligopólico de la industria papelera argentina determina que pocas empresas tengan una posición dominante frente a una gran cantidad de pequeñas y medianas. Según la Cámara Argentina del Libro, existe una visible política de acuerdo de precios entre las cuatro compañías que dominan la oferta de papel. En este contexto, las editoriales locales quedan como pasivos tomadores de precios. La importación podría desafiar la posición dominante de la oligopólica industria papelera nacional y Brasil estaría en condiciones de ser el principal proveedor, ya que se trata del principal productor de papel de la región y, además, es un exportador relevante a nivel mundial. Sin embargo, el documento de la CAL señala que “las importaciones de papel desde Brasil se pagaron más caras que la de otros orígenes. Este resultado no es casual. Los productores de papel en la Argentina y Brasil vienen realizando acuerdos desde fines de la década del ’90 en cuanto a las cantidades mutuamente exportadas al país vecino, acordando cupos virtuales”. Y agrega que “este acuerdo beneficia a los fabricantes locales de papel por dos vías. En primer término, mantienen una posición dominante en el mercado doméstico que podría ser abastecido en casi su totalidad por Brasil. En segundo término, el acuerdo impide un movimiento de los precios a la baja en la Argentina, manteniendo los productores de papel su posición como fijadores de precios, incluso con incrementos que superan los valores internacionales”.
Frente a ese panorama, la CAL imagina dos escenarios posibles. El primero es que la tendencia actual continúe y que se vuelva al esquema de producción predevaluación. Esa opción implica el aumento de la proporción de los libros importados en el mercado local y, además, que parte de la impresión se vuelva a realizar en el extranjero. En este sentido, los editores consultados por Cash se preocupan en aclarar que sus planteos no apuntan a restringir la importación de libros. Por el contrario, entienden que la difusión del conocimiento no debe tener trabas. Pero intentan advertir que se deben generar las condiciones para que el libro argentino pueda seguir proyectándose fronteras afuera. Aseguran que una de las formas de lograrlo sería arribar a un acuerdo de precios con los proveedores nacionales de papel.
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