Domingo, 8 de junio de 2008 | Hoy
CORTES DE RUTAS Y RIESGO DE DESABASTECIMIENTO
“Los gobiernos no tienen nada que arreglar ni gestos que hacer con los sectores acomodados díscolos que ponen en juego la paz social. Sólo deben gobernarlos.”
Por Claudio Scaletta
La postal no se repite en todo el país, a no entusiasmarse, sólo en algunos puntos estratégicos del norte de la zona núcleo: sur de Santa Fe, norte de Buenos Aires. Un grupo de una veintena de “productores” de bombacha y celular toma mate al costado de la ruta. A la hora de las comidas no falta el asadito. Socializa, critica al gobierno. Un verdadero día de campo. Cada tanto alguno ejerce un gesto severo con el vehículo que quiere propasarse, con el camionero que intenta ejercer su derecho constitucional de transitar libremente por un país que ya en 1853 abolió las aduanas interiores. Si la situación sube de tono es el turno de la patota, el grupo abandona la modorra. A veces aparece la cámara con el cronista solícito. Sólo cinco minutos alcanzan para hacer la nota. Es la hora del alboroto, de las frases altisonantes:
–”¿Pasa compañeros?”
–”¡Noooo!” –grita la patota.
–”Entonces no pasa compañeros.”
Fin de la democracia directa. La imagen, repetida a lo largo de tres meses, es de completa impunidad, de desprecio por las normas de convivencia. En Buenos Aires el animador de noticiero presentará la escena con rostro adusto y tono admonitorio. Paso siguiente, el columnista obviará las inconsistencias. Culpará al poder político por no tener “un gesto”. Después del corte, vendrán las escenas de la calle, la teatralización de la “angustia” que padece el ciudadano común. Argentina 2008, tema de papers en 2013.
Sin costos, los días de campo podrían ser infinitos. Pero la reacción provino de un actor inesperado. Hartos, los propietarios de camiones optaron por su propio lockout. La misma medicina: “si mi camión no pasa, tampoco el tuyo”. La ley de la selva. La ley natural cuando no intervienen los poderes del Estado. Los efectos no se demoraron. La potente merma de ingresos de mercaderías al Mercado Central fue el primer efecto. El segundo fue la imagen ominosa de la leche derramada en un país donde 3 millones de personas no cubren la canasta alimentaria. Pero es apenas simbólica. Todos saben que el destino de esa leche no era aplacar el hambre. Los afectados no serán quienes de todas maneras no iban a tomarla.
Las pérdidas que comienza a sufrir un sector del “campo” serán el principio del fin de la acción directa. Las vacas pueden seguir engordando y las mieses aguardar a la espera de rutas despejadas. La leche no. El bolsillo, que es de lo que siempre se trató, será una disuasión eficiente. La baja contraespeculativa del dólar sumará su granito de arena a las mesas de decisión.
Bajar del cielo que la dirigencia agropecuaria creyó tocar en Rosario no será sencillo. La virgencita del atril que acompañó a Eduardo Buzzi entre banderas, imaginario que inevitablemente remite a los patrióticos días de la dictadura, pareció correrse esta semana. La siempre conservadora jerarquía de la Iglesia Católica no abandonó su sempiterna opción por los ricos y dio por “justos” los reclamos del “campo”, pero supo darse cuenta de que su mediación terrenal, tan deseada por los piquetes, no sería bien recibida por el Gobierno y la dejaría en mala posición. El documento difundido el jueves se limitó a convocar al “diálogo sincero” y a pedir “gestos de magnanimidad”, eufemismo muy eclesial para la continuidad de las concesiones a un sector.
En realidad, los gobiernos no tienen nada que arreglar ni gestos que hacer con los sectores acomodados díscolos que ponen en juego la paz social. Sólo deben gobernarlos. Para eso tienen el mandato de la mayoría de la población.
Durante el primer cuatrimestre de 2008 se exportaron 108.224 toneladas de arroz, 26 por ciento más que en el mismo lapso de 2007, el equivalente declarado a casi 45 millones de dólares, un alza interanual de 80 por ciento, destacó el Senasa.
Las exportaciones brasileñas de soja llegaron a las 3,3 millones de toneladas en mayo, contra las 3,2 millones enviadas en el mismo mes de 2007, informó el Ministerio de Agricultura de ese país.
La Oncca, la oficina que dirige Ricardo Echegaray, informó a las principales exportadoras de cereales que sus exportaciones deberán estar respaldadas por “encajes” que aseguren el abastecimiento del mercado interno.
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