Dom 21.09.2008
cash

EVOLUCION DE LOS COMMODITIES

Sacar punta al lápiz

La crisis financiera internacional, con epicentro en Estados Unidos y Europa, adelanta un cambio en el ciclo de la economía mundial que impactará en el sector agropecuario.

› Por Claudio Scaletta

En la última semana se aceleró en los países centrales, con epicentro en Estados Unidos, una de las crisis financieras más anunciadas. El golpe al corazón del capitalismo neoliberal es aplacado con terapia intensiva heterodoxa. El dato no debería sorprender. No se trata más que de la receta con la que el capitalismo resolvió todas sus crisis. Cuando no recurrió a ella, las crisis se profundizaron o prolongaron innecesariamente. Dejando de lado los tratamientos de catástrofe meteorológica ensayados por algunos analistas de saberes brumosos, resulta interesante concentrarse en los efectos que la crisis en el centro transmitirá a la economía local real. Ciertamente habrá destrucción de activos y de capital ficticio en el centro, también reacomodamientos accionarios entre las principales firmas financieras globales.

La comparación con la crisis del ’29 parece no obstante exagerada. No se verán ejércitos de desocupados en las calles ni arrasarán escaseces mercantiles de magnitudes bélicas. La economía global es hoy un entramado mucho más complejo y con más centros cíclicos dinámicos. Estados Unidos, además, está en condiciones de absorber quebrantos que superen holgadamente el billón (millón de millones) de dólares, la cifra inicial calculada como pérdidas por las hipotecas basura. Pero lo financiero se transmitirá a lo real. La crisis está provocando un cambio en el ciclo económico mundial. Para la economía argentina es probable que el viento anunciado por los meteorólogos de la city no venga de frente, pero lo que es seguro es que ya no vendrá de cola.

El escenario actual es radicalmente diferente del del 11 de marzo. La lucha de la gran burguesía agraria y sus aliados de la hora por las retenciones móviles sería hoy abstracta. En marzo, los fondos especulativos escapaban de un dólar que se depreciaba y arreciaban sobre los mercados de commodities, empujando la disparada. De hecho, los contenidos de la ya legendaria Resolución 125 no se decidieron por delante del problema, sino a posteriori del empinamiento de la curva de las cotizaciones de los commodities agrarios, con la soja arañando los 600 dólares la tonelada y el maíz y el trigo en precios impensados sólo 6 meses antes. Hace apenas dos meses, el barril de crudo tocó los 140 dólares y cualquiera que hubiese previsto su regreso por debajo de 100 en 60 días hubiese sido encerrado en el campo de los despistados. La primera conclusión es que hablando de economía es más fácil predecir qué cosas van a suceder que cuándo.

Algunos procesos económicos parecen ineluctables una vez iniciados, pero en el camino adquieren dinámica y velocidad propias. Muchas de las economías regionales de la Argentina tienen en Europa, incluida Rusia, a sus principales mercados de destino. En los últimos dos meses el euro perdió el 10 por ciento de su valor frente al dólar, fundamentalmente por el freno de la economía europea, donde también abundan las subprime, pero también por la revaluación del dólar. La economía estadounidense está en problemas y se habla de expansión monetaria. Ello no evita que su moneda se revalúe. La ortodoxia tartamudea ante la pregunta y habla de la continuidad de la “confianza” en la economía estadounidense.

Los exportadores argentinos no sólo ven el aumento de sus costos internos en dólares, sino también cómo se desploman las cotizaciones de sus productos en el exterior. Las tasas de ganancia caen. Los componentes para el cambio del ciclo económico comienzan a sumarse. Los exportadores que deciden no vender acumulan stocks. En tanto, y después de las fuertes caídas de la Bolsa de Chicago, el precio interno de la soja rondó esta semana los 800 pesos. Los futuros de noviembre se acercan en Chicago peligrosamente a los 400 dólares y el maíz a diciembre a 200. Para quienes entraron tarde a la especulación en los mercados de commodities (y todavía están allí) parece haber llegado la hora de asumir el moral hazard. Para quienes desde la Argentina se beneficiaron con las subas de los últimos años, se vienen los tiempos de sacarle punta al lápiz.

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