EL BAUL DE MANUEL
› Por Manuel Fernández López
Un aspecto poco conocido de la vida del ex presidente Juan Domingo Perón –que explica ciertos rasgos de la política económica en 1946-1955, y asimismo diferencias con gobiernos justicialistas posteriores, incluido el actual– son sus estudios de Economía Política en Italia, inmediatamente antes de la revolución argentina del 4 de junio de 1943. ¿Cómo cambiaron los estudios económicos en Italia bajo el gobierno de Mussolini? Recordemos que al momento de tomar el poder Mussolini, la economía académica italiana estaba dominada por las obras de Pareto, Pantaleoni, Barone y todos sus seguidores, que practicaban el análisis económico con muy alto nivel. El gran historiador del análisis económico, Joseph Schumpeter, consideró que “salvo algunos exiliados, la mayoría de los economistas no se vieron perturbados seriamente. El trabajo puramente científico no sufrió ninguna interferencia. Bajo estas condiciones, la economía científica siguió moviéndose en lo que era un alto nivel, tanto dentro como fuera de la escuela de Pareto, hasta la guerra”. Más recientemente, Riccardo Faucci nos aclara que en la Italia septentrional Torino cedió la primacía a Milán, donde la economía se enseñaba en cuatro sedes: el Politécnico, nacido en 1863; la Bocconi, nacida en 1902; la Católica, nacida en 1921, y la Estatal, nacida en 1924. Perón, por su parte, contó a Félix Luna en 1969 que “en enero de 1937 me llamaron del Ministerio de Guerra... la impresión que allí tenían era que se venía la guerra... Me mandaron en misión de estudios y me dijeron que eligiera el país adonde iría. Yo elegí Italia porque hablo el italiano tanto como el castellano... A mí siempre me ha gustado mucho la Economía Política, la he estudiado bastante y en Italia tuve la suerte de incorporarme a algunos cursos muy importantes. Siempre pensé que los italianos tienen los mejores economistas: de otro modo no podrían vivir sesenta millones de italianos en cuatrocientos cincuenta mil kilómetros cuadrados... ¡y vivir bien! Se estaban desarrollando unos cursos magníficos: seis meses de ciencia pura en Torino y seis meses de ciencia aplicada en Milano, a los que yo asistí regularmente. Allí me aclararon muchas cosas, en materia de Economía Política, porque ellos estaban haciendo una vivisección del sistema capitalista. Todos los trucos del sistema los tenían bien estudiados”. (Félix Luna, El 45, Bs. As., 1975).
El ex presidente Arturo Frondizi –de cuyo natalicio se cumple el centenario en octubre próximo– también tuvo una buena relación con la Economía Política. Tal vez su interés fue despertado en la asignatura Economía Política, que todos los estudiantes de abogacía deben estudiar, y que Frondizi cursó en la segunda mitad de los años veinte. Por cierto las vivencias producidas por la crisis de 1929 –año en que Frondizi se recibió de abogado– fueron un eficaz disparador para interesar a cualquiera en el conocimiento de los mecanismos de la economía, y Frondizi respondió a esa incitación. En 1939 se vinculó con el Colegio Libre de Estudios Superiores, cuyo Consejo Directivo integró, junto a Juan José Díaz Arana, Roberto F. Giusti, Gregorio Halperín, Homero B. de Magalhaes, Ricardo M. Ortiz, Luis Reissig, Francisco Romero, Jorge Thenon, Margarita Argúas, Juan José Castro y Juan S. Valmaggia. Allí dictó un curso sobre Economía y Derecho, lo cual revela poseer ya una reconocida formación en Economía. Las clases se publicaron en 1942: al revés que Alberdi, que escribió Régimen económico y rentístico de la Constitución, Frondizi escribe Régimen Jurídico de la Economía Argentina, donde lo económico era lo estructural y lo jurídico lo superestructural, lo que de suyo es una declaración doctrinaria. Tras su fallida candidatura a vicepresidente (1951), acompañando a Balbín, escribió una obra monumental, Petróleo y política (1955), que sensibilizó su mente hacia el problema argentino de falta de petróleo y necesidad de importarlo. Este punto, denunciado por Raúl Prebisch en su Informe al gobierno argentino (1956) por su gravosa incidencia en el balance de pagos, llevó a Frondizi –a quien ya acompañaba Rogelio Frigerio– a adoptar durante su presidencia la estrategia del desarrollo económico desequilibrado, propuesta por el profesor de Yale Albert O. Hirschman (1958), consistente en invertir el escaso capital disponible en el sector con más “eslabonamientos” con otras actividades. Así nació la “batalla del petróleo”, que tuvo como complemento la iniciación de una gran industria consumidora de petróleo, la automotriz, y una gran industria facilitadora de la circulación de automóviles: la construcción de carreteras. Para alcanzar tales logros, sin embargo, Frondizi debió abjurar de las propuestas de 1955 y enmendarlas en Petróleo y Nación (1963).
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