INFORME ESPECIAL
La Televisión Digital todavía no comenzó pero ya se lanzó una pelea fortísima entre europeos, estadounidenses y japoneses. Cada una de esas potencias diseñó su propio estándar técnico para el sistema. Se trata de un negocio multimillonario donde opera un fuerte lobby de empresas locales, multinacionales y gobiernos extranjeros para que Argentina elija este nuevo desarrollo industrial en función de sus intereses comerciales. El país adoptaría la norma japonesa adaptada por brasileños.
› Por Fernando Krakowiak
La implementación de la Televisión Digital Terrestre (TDT) ni siquiera comenzó, pero ya existe un fuerte lobby de empresas locales, multinacionales y gobiernos extranjeros para que Argentina adapte este nuevo desarrollo industrial a sus intereses comerciales. Europeos, estadounidenses y japoneses diseñaron su propio estándar técnico para el sistema y ahora pugnan para que el resto de los países lo importe porque eso les reportará ingresos millonarios por transferencia de tecnología, pago de royalties y venta de equipos. De hecho, la TDT obligará a los canales a adaptar sus plantas transmisoras y a los usuarios a cambiar sus televisores o comprar un conversor para captar la señal. La migración al sistema digital permitirá además ofrecer más canales de aire y multiplicar los soportes, pues la televisión también se podrá ver en los celulares y las computadoras. En ningún lugar está escrito que esos cambios deban ser aprovechados sólo por el mercado, pero a eso apuntan las empresas cuando presionan para ganar posiciones y cobrar por los futuros servicios.
Hasta el momento, Argentina no tomó ninguna definición sobre el tema. En octubre de 1998, el gobierno de Carlos Menem optó por la norma estadounidense ATSC, pero a comienzos de 2000 el secretario de Comunicaciones de la Alianza, Henoch Aguiar, aseguró que la decisión se iba a revisar porque se había tomado “sobre fundamentos incorrectos, con pruebas inexistentes, sin ningún tipo de coordinación con Brasil y basándose en consideraciones falsas sobre la norma europea DVB”. Desde entonces, pasaron más de ocho años sin ningún avance. Lo único que hizo el gobierno de Néstor Kirchner, en abril de 2006, fue crear una Comisión de Estudio de los Sistemas de TDT, que prácticamente se extinguió por falta de actividad. A diferencia de otros países de Sudamérica (ver aparte), no hubo consultas públicas, pruebas técnicas ni ningún tipo de definición sobre el modelo que se quiere impulsar.
Con la llegada de Cristina Fernández de Kirchner a la presidencia el tema resurgió. El mes pasado se acordó con Brasil coordinar la implementación de la TDT, a los pocos días el ministro de Planificación Julio De Vido declaró que se está evaluando optar por la norma japonesa, tal como lo hizo Brasil, y este fin de semana viajó una delegación oficial a Japón. El problema es que el gobierno sigue sin explicitar qué modelo de TDT quiere y qué lugar ocupará la industria en ese desarrollo. Por lo tanto, resulta difícil saber que estándar tecnológico conviene. La evaluación de los temas centrales que definen la elección de la norma varía de acuerdo al modelo de servicio y al tipo de desarrollo industrial que se quiere impulsar.
Conversores: Una vez que se adopte el estándar tecnológico, se deberá definir un plan de migración al sistema digital que concluirá con un “apagón analógico”. A partir de ese día, será imprescindible tener un televisor digital o un conversor para adaptar la señal a los viejos receptores. Se supone que la mayoría de la población comprará un conversor porque resulta más barato que un nuevo televisor. Los europeos afirman que por su economía de escala están en condiciones de ofrecer conversores a sólo 20 dólares, mientras que, por ejemplo, los de la norma japonesa desarrollados en Brasil cuestan 150 dólares. Sin embargo, los equipos europeos que se consiguen por 20 dólares trabajan con una modalidad de compresión MPEG2 que sólo permite transmitir en definición estándar, con escasa interactividad. Mientras que los que se venden en Brasil a 150 dólares son MPEG4 que soportan alta definición y más potencial interactivo. De hecho, en Australia eligieron la norma europea, pero con MPEG4 y alta definición y allí esos conversores cuestan casi 200 dólares. Si Argentina quiere desarrollar una televisión digital de definición estándar, similar a la analógica, conviene la norma europea, pero si se busca transmitir en alta definición con mayor interactividad las normas se equiparan.
Incorporación de canales: La variante brasileña de la norma japonesa utiliza la tecnología de compresión digital más moderna (MPEG-4), que permite transmitir hasta 8 canales de calidad estándar y una señal para dispositivos móviles en el mismo ancho de banda que hoy requiere una señal analógica. Sin embargo, hasta el momento el gobierno argentino no explicitó como va a distribuir ese ancho de banda. Puede apostar a multiplicar el número de señales alentando la incorporación de nuevos actores a la radiodifusión (comerciales o sin fines de lucro) o privilegiar un esquema similar al actual donde la ventaja de la televisión digital no se traduzca en más canales sino en mayor calidad de imagen e interactividad. La mayoría de los canales de televisión abierta promueven esa opción para no tener más competencia. Si el gobierno avala su posición la norma más conveniente sería la ATSC porque es la que representa un menor costo para los radiodifusores, pero en ese caso las posibilidades de desarrollo industrial, como se verá más adelante, están más limitadas.
Televisión móvil: la TDT puede ser captada a través de los celulares, pero la tecnología de transmisión cambia de acuerdo a la norma que se elija y eso puede incidir en el modelo de servicios. El estándar japonés ISDB permite llegar a dispositivos fijos y móviles con el mismo transmisor. La norma europea DVB requiere, en cambio, la instalación de una antena adicional (DVB-H) para llegar a los celulares. Eso supone un costo extra y abre la posibilidad de que se cobre de manera diferenciada por ese servicio. Si se quiere desarrollar una televisión móvil paga, la norma europea es la mejor opción. “Es la única solución tecnológica que permitiría ofrecer señales que ahora sólo están en el cable”, afirmó a Cash Guillermo Wichmann, especialista de la empresa europea Nokia Siemmens Networks. Si en cambio, se decide ofrecer el servicio de manera gratuita, replicando sólo los canales de aire, conviene la norma japonesa ISDB o la estadounidense ATSC, que últimamente comenzó a desarrollar una solución similar.
Pago de royalties. En este caso el estándar japonés tiene ventaja. “Las tecnologías que forman parte de la norma ISDB están eximidas por completo del pago de royalties”, aseguró a Cash, Hideo Fuseda, director de Digital Broadcasting Technology del Ministerio de Comunicaciones de Japón. Esta fue una de las razones por las que Brasil se decidió a optar por la norma ISDB, ya que puede copiar la tecnología para fabricarla localmente introduciendo innovaciones sin tener que pagarle a Japón por ello. Los europeos no tienen registradas patentes de DVB en Argentina y en el caso de las estadounidenses sólo la empresa Zenith lo hizo, pero se supone que si se adopta la norma DVB o ATSC intentarán cobrar royalties por el uso de su tecnología, como lo hacen con la mayoría de los productos electrónicos que fabrican.
Desarrollo industrial. El gobierno apuesta a desarrollar algunas aplicaciones locales para la TDT y una alianza industrial con Brasil, a partir de la adopción de la norma ISDB, pareciera ser la mejor opción. Sin embargo, si la apuesta industrial no está debidamente garantizada existe el riesgo de que no se concrete. “El gobierno de Lula firmó un convenio con Japón para impulsar inversiones en semiconductores. Algunas firmas japonesas hicieron estudios de factibilidad. Comprobaron que les salía más barato producir en Asia y como los gobiernos se negaron a subsidiar la diferencia, no se radicaron”, señaló a Cash Juan Carlos Guidobono, representante regional de ATSC, quien afirma que a Argentina le podría pasar lo mismo. Por lo tanto, recomienda optar por la norma estadounidense para garantizar la provisión de televisores y equipos al más bajo costo y en el menor tiempo posible. Del lado brasileño respondieron a Cash que no eligieron la norma pensando sólo en las inversiones japonesas que podían llegar sino en la mayor flexibilidad que ofrece el estándar para introducir modificaciones a partir de innovaciones de capital nacional, capaces de generar valor agregado y empleo. Afirman que Argentina podría seguir el mismo camino.
La implementación de la Televisión Digital Terrestre (TDT) está avanzando lentamente y de modo diferencial en Sudamérica. Cash elaboró un informe sobre los pasos que han dado los tres países que ya eligieron un estándar tecnológico, y también analizó la situación de Chile y Venezuela, dos socios comerciales relevantes de Argentina que están en etapa de definición.
El 29 de junio de 2006 adoptó el estándar tecnológico japonés, combinado con algunos desarrollos industriales nacionales, y estableció un plazo de diez años para la transición del sistema analógico al digital. Ese mismo día se firmó un acuerdo de cooperación tecnológica con Japón, donde se incluyeron objetivos de política industrial destinados al fortalecimiento de la electrónica nacional. La elección de la norma japonesa contó con el apoyo de los radiodifusores, en especial la poderosa TV Globo. Actualmente, se están realizando transmisiones digitales en San Pablo, Río de Janeiro, Belo Horizonte y Goiania y la intención oficial es garantizar la cobertura en todas las capitales de los estados para 2010. Todos estos avances son producto de un proceso iniciado a fines de los ‘90 con la realización de pruebas técnicas y consultas públicas, que involucró a cerca de 1400 científicos y 90 instituciones de investigación y empresas. El principal impulso se dio a partir de 2003 cuando el presidente Lula fijo las directrices de política a tener en cuenta para el desarrollo de la TDT, tanto en los aspectos económicos, sociales y tecnológicos.
El 27 de agosto de 2007 eligió la norma europea luego de evaluar un conjunto de pautas industriales, tecnológicas y de servicio. Todavía no comenzó con las transmisiones ni estableció la fecha del apagón analógico, pero en agosto de este año decidió que se destinarán nueve canales de la banda UHF para la prestación del servicio de TDT y reservó un tercio para la televisión comunitaria. De los restantes canales, dos quedarán en manos del Estado y cuatro serán otorgados al sector privado comercial. Lo que no se definió es si se licitarán todas las frecuencias destinadas a los operadores privados o se les otorgará una señal “espejo” en digital a los canales que ya están transmitiendo en analógico. Esa decisión parece que quedará para el próximo gobierno porque una ley impide que se otorguen frecuencias un año antes de las elecciones y las mismas están previstas para octubre de 2009. En el caso de los futuros canales comunitarios, la ley de radiodifusión que los regula establece que se deberán asignar por concurso abierto y público.
El 28 de agosto de este año se adoptó la norma europea. Las primeras transmisiones digitales comenzarán en el segundo trimestre de 2009 y en el 2019 está previsto concretar el “apagón analógico”. La decisión estuvo a cargo de la Comisión Nacional de Televisión, que antes de emitir un dictamen, realizó pruebas técnicas para medir la recepción de los estándares y foros de consulta en once ciudades del país. Ricardo Galán, uno de sus miembros, aseguró que el precio de los decodificadores fue uno de los elementos que tuvo más peso al momento de la elección. “Se consiguen modelos básicos desde 20 dólares, sin necesidad de que el Estado los subsidie”, aseguró. El problema es que la comisión también decidió que se adopte el formato de compresión MPEG 4, uno de los más modernos. Por lo tanto, el precio de los conversores será mayor. Los europeos se comprometieron a brindar asistencia técnica, transferencia de tecnología, líneas de crédito blando para financiar las inversiones de los radiodifusores y apoyo financiero a proyectos de investigación y desarrollo.
El enfrentamiento que el presidente Hugo Chávez mantiene con el gobierno de Estados Unidos, hizo que la norma ATSC estuviera descartada desde un inicio. La Conatel realizó pruebas técnicas de campo en Caracas durante el segundo semestre de 2007. La disputa estaba planteada entre europeos y japonesas, pero a último momento se sumó China con su propio estándar tecnológico llamado DTMB. En abril de este año, una delegación venezolana viajó a Beijing para analizar la propuesta, que también generó interés en Nicaragua, Cuba y Perú. Sin embargo, los analistas consideran que los principales candidatos siguen siendo europeos y japoneses. La decisión podría depender del tipo de integración regional que se quiere fortalecer. Colombia, el vecino más cercano, optó por la norma europea, mientras que Brasil, la principal potencia regional, acordó con Japón. Si Argentina impulsa el desarrollo de la TDT junto con Brasil, se especula que Chávez podría seguir el mismo camino, pero hasta el momento se mantiene un fuerte hermetismo.
Las pautas para el desarrollo de la TDT se vienen debatiendo desde fines de los ’90. Sin embargo, recién el año pasado el gobierno avanzó en el proceso de selección del estándar técnico. En julio, la subsecretaría de Telecomunicaciones formuló una consulta pública sobre el tema y entre octubre y noviembre, realizó pruebas técnicas comparativas para medir la recepción de los estándares en Santiago. A partir de entonces se esperaba una definición inminente. Sin embargo, en enero de este año, el subsecretario Pablo Bello difundió una carta donde informó que la decisión se iba a demorar porque estaba previsto reforzar las pruebas de movilidad y realizar una serie de consultas a distintas universidades del país. Además, aclaró que junto con la elección de la norma se enviará al Congreso un proyecto de ley para modificar la regulación asociada a la televisión.
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