Domingo, 2 de noviembre de 2008 | Hoy
EL FMI VUELVE A PRESTAR CON LA MISMA RECETA DE AJUSTE
El Fondo Monetario retornó al ruedo a partir de la debacle financiera global. Islandia, Hungría y Ucrania son las primeras víctimas de sus medidas ortodoxas, que no cambiaron pese a la prueba de su fracaso. En primera fila se ubican los países de Europa del Este.
Por Tomas Lukin
Hasta ahora, el Fondo Monetario Internacional ha desempeñado un rol irrelevante en el debate sobre el colapso financiero. El organismo atraviesa una grave crisis de legitimidad. El affaire entre Dominique Strauss-Khan, director ejecutivo de la institución, y la ex esposa de Mario Blejer, ex presidente del Banco Central, recibe más cobertura mediática que las recomendaciones del staff del FMI para resolver la crisis. Esa intrascendencia estaría llegando a su fin. A medida que la debacle financiera se propaga, algunas economías aparecen como candidatas para recibir sus préstamos. Ucrania, Hungría e Islandia fueron los primeros tres países en acordar paquetes tradicionales de entre 2000 y 16.000 millones de dólares. Esa asistencia llega con sus tradicionales condicionamientos de política, como suba de tasas y ajuste fiscal. Pakistán, Indonesia, Bielorrusia, Polonia, Bulgaria, Corea del Sur y Turquía, junto con otras economías del este de Europa, están negociando aportes de emergencia del FMI.
En los últimos años, las economías emergentes mejoraron sus escenarios macroeconómicos: crecimiento de la actividad, acumulación de reservas, reducción de la carga de la deuda externa, fortalecimiento fiscal y saldo positivo de cuenta corriente. Este último punto estuvo impulsado por la mejora en los términos de intercambio. Ese proceso fue acompañado por una apreciación del tipo de cambio. Pero la reciente escalada de la crisis reveló la vulnerabilidad de esas economías. La caída en el precio de los commodities –industriales y agrícolas– y la fuga de capitales han intensificado los problemas de balance de pagos. Para los países del Este de Europa, el déficit de cuenta corriente se ubica en promedio en el 9 por ciento del PIB.
Las autoridades del Fondo aseguran que cuentan con más de 200 mil millones de dólares para prestar. La falta de clientes había puesto sus finanzas en un rojo cercano a los 400 millones de dólares anuales. En abril, Strauss-Khan reconoció que los ingresos no alcanzaban para cubrir los costos operativos de esa tecnoburocracia. Dispuso la venta de 403,3 toneladas de oro junto con una reducción de 100 millones de dólares de gastos administrativos, que se tradujo en despidos y recortes salariales.
El primer préstamo de la nueva temporada del FMI fue para Islandia, que recibió 2100 millones de dólares. Ese país también recibirá ayuda de sus vecinos nórdicos para atravesar la crisis que se precipitó por la quiebra de su sistema bancario. Con la apreciación de la moneda y el cierre del mercado de crédito externo, los bancos, con un alto grado de apalancamiento en moneda extranjera, comenzaron a tener problemas para refinanciar sus deudas. El programa del Fondo implica un fuerte ajuste fiscal y se estima que el Producto se podría contraer hasta un 10 por ciento el año próximo. Además, el FMI estableció como condición para la asistencia que la autoridad monetaria elevara de 12 a 18 por ciento la tasa de interés anual para estimular la entrada de capitales. Mientras, Estados Unidos y Europa, las potencias en crisis, reducen tasas para impulsar sus respectivas economías.
Con déficit gemelos, que llegan al 5 por ciento en la cuenta corriente, altos niveles de crédito en moneda extranjera –superan cuatro veces su PIB– y la desaceleración del crecimiento, Hungría recurrió al FMI. Se anunció un rescate por 15.700 millones de dólares, incluyendo 8100 millones de la Unión Europea y 1300 del Banco Mundial. El FMI puso dos condicionamientos para prestar la plata: ajuste fiscal y evitar la caída en la recaudación impositiva. El gobierno recortará los gastos sociales y congelará los salarios públicos, además la banca central húngara subió las tasas.
El lunes pasado, el director del Fondo anunció un acuerdo con las autoridades ucranianas por 16.500 millones de dólares. Ucrania viene sufriendo por la caída en el precio del acero, la inflación y se espera que el crecimiento del Producto desacelere de 6,4 por ciento este año a 2,5 por ciento el año próximo. El gobierno atraviesa una crisis política y llamó a elecciones para diciembre, pero el Fondo podría llegar a pedir que las retrasen.
La desconfianza en las recetas ortodoxas del FMI se potenció con las fallidas intervenciones en la crisis asiática, la rusa y la argentina. Aunque Strauss-Khan asegura que “las condiciones están basadas en medidas absolutamente necesarias para pasar la crisis y restaurar una posición externa viable”, los requerimientos de política no cambiaron.
El impacto de la actual debacle financiera sobre Rusia golpeó fuerte en sus países vecinos como Bielorrusia. La misión del FMI llegó hace una semana a Minsk y el gobierno ya prometió liberalizar su economía y privatizar bancos y empresas para asegurarse un préstamo de 2000 millones de dólares del organismo multilateral. El gobierno de facto de ese país utilizó el 10 por ciento de sus reservas para controlar los vaivenes en su moneda. Por su parte, las autoridades rumanas desmintieron que tuvieran la intención de pedirle al Fondo aunque reconocieron que estaban siendo asesoradas por sus técnicos. En Bulgaria, donde el déficit en cuenta corriente llega al 21,4 por ciento del Producto, los encargados de la política económica también están negociando un paquete de auxilio. El Fondo le sugirió dar marcha atrás con un aumento del 50 por ciento a los docentes que había sido anunciado y recortar otras erogaciones públicas.
“Se dice que la crisis es un recordatorio de por qué tenemos al FMI. Pero si el Fondo no propone algunas ideas nuevas sobre cómo manejarla, la crisis sólo nos recordará por qué podemos olvidarlo”, sostuvo el economista Barry Eichengreen. La semana pasada la institución presentó el Servicio de Liquidez a Corto Plazo, su nueva herramienta para asistir a países en crisis. Estos préstamos se otorgarán “casi sin condicionamientos” y para acceder a ellos se deberá contar “con una buena trayectoria de políticas sólidas, acceso a los mercados de capital y una carga de la deuda sostenible”, explicó el organismo. Además, los postulantes “deben haber recibido una evaluación muy positiva” en el último informe del Fondo y, aunque los desembolsos “no estarán sujetos a la supervisión y condicionalidad habituales, los prestatarios deberán mantener el compromiso de conservar un marco macroeconómico sólido”. Con esas reglas los países podrán pedir hasta cinco veces la cantidad que aporten al Fondo. La decisión de autorizar los créditos caerá, como en todos los casos, sobre el directorio del organismo. En ese ámbito, pese a los reiterados cuestionamientos a la estructura de poder, continúa primando la posición de Estados Unidos y los países más desarrollados.
A medida que la debacle financiera se propaga, algunas economías aparecen como candidatas para recibir préstamos del FMI.
Ucrania, Hungría e Islandia fueron los primeros tres países en acordar paquetes tradicionales de entre 2000 y 16.000 millones de dólares.
Esa asistencia llega con sus tradicionales condicionamientos de política, como suba de tasas y ajuste fiscal.
Las autoridades del Fondo aseguran que cuentan con más de 200 mil millones de dólares para prestar.
La semana pasada presentó el Servicio de Liquidez a Corto Plazo, su nueva herramienta para asistir a países en crisis.
La desconfianza en las recetas ortodoxas del FMI se potenció con las fallidas intervenciones en las crisis asiática, la rusa y la argentina.
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