INFORME ESPECIAL > EL ROL DE LOS ECONOMISTAS MEDIáTICOS
› Por Roberto Navarro
¡Qué desastre, cómo está el país! estamos condenados: encima de la crisis internacional, tenemos un gobierno que hace todo lo contrario de lo que hace falta –se lamentaba el martes pasado una señora que hacía una cola de más de 50 metros para comprar un regalo de Nochebuena en una tienda de un shopping de la zona norte.
–Dicen que somos los que peor nos va en Latinoamérica –le contestó su compañera de compras, que cargaba dos bolsas que apenas podía sostener, repletas de juguetes, prendas y otros obsequios navideños.
La contradicción entre sus opiniones y el tumulto de gente que se sumaba a la cola de la tienda se completaba con los estacionamientos del centro de compras completos, los apretujones de los compradores en los pasillos y, al otro día, las cifras de la Cámara de Centros de Compras, que señalaban un crecimiento en las ventas del 25 por ciento con respecto al año anterior.
¿Quién convence a la clase media argentina de que el país está muy mal y, lo que es peor, marcha hacia la ruina? Se trata de un grupo de economistas mediáticos, profetas de la catástrofe, los mismos que en 2002 decían que el dólar iba a llegar a 20 pesos y que la economía marchaba inexorablemente hacia la hiperinflación. Luego, ante la evidencia de que la debacle no sucedería, comenzaron a afirmar que el crecimiento económico era sólo un “veranito”, una forma de decir que no duraría más de tres meses. Al año, hablaban de un rebote técnico. Miguel Angel Broda, Daniel Artana, José Luis Espert, Roberto Cachanosky, Ricardo López Murphy y Guillermo Mondino son algunos de los Nostradamus modernos que, lejos de amedrentarse ante sus sucesivos yerros, ahora pronostican que se viene una profunda recesión, seguida de desempleo generalizado y, como si esto fuera poco, un nuevo default.
Los “econochantas” no podrían seguir pregonando sus oscuros augurios si no contaran con la complicidad de gran parte de los medios y del poder económico que vuelven a consultarlos una y otra vez. La fenomenal crisis financiera internacional de un sistema basado en sus ideas neoliberales no sólo no los convence de realizar una mínima autocrítica. Su discurso actual es que los problemas argentinos “tienen más que ver con los errores del Gobierno” que con la tormenta que viene del Norte. ¿Por qué lo hacen? Su deseo es conseguir una profecía autocumplida, minando las expectativas sociales para que se gaste menos, se invierta menos y así finalmente caer en la debacle que anunciaron.
En lugar de reiterar las tradicionales producciones de proyecciones económicas 2009, que, como se sabe por la experiencia reciente, son inservibles porque se equivocan, Cash decidió consultar a especialistas de distintas áreas del mundo de la cultura y de las ciencias para que reflexionen sobre los econochantas.
“A mí me cuesta la economía de casa, más la del país. Y lo desconocido da miedo. Está claro que una sociedad con miedo es muy fácil de manipular. Luego de un terremoto, una guerra, una crisis económica, la sociedad es muy manipulable. ‘Si todo viene mal, cómo voy a pedir un aumento’. Por eso pronostican que todo va a ir peor. Hay una frase famosa: ‘Corre sangre en las calles, compra propiedades’. Otra: ‘Hay terror, crea leyes’. ¿Se puede imaginar una marcha de obreros en la dictadura? Generar miedo es buen negocio para los grandes capitales y estos economistas están a su servicio. Estos agoreros no creen en lo que dicen, lo hacen para crear un escenario de miedo. Existe una realidad real y una virtual. Hay un cuento de un pibe de diez años que le pregunta a su papá qué es real y qué es virtual. El padre le dice: Andá y preguntale a mamá si por un millón de pesos tendría relaciones con un desconocido. El pibe le pregunta y la madre le contesta que sí, que por un millón, sí. Luego el padre le dice: ahora preguntáselo a tu hermana. La respuesta fue la misma. Por último el padre lo manda a preguntarle al hermano varón si se acostaría con un hombre por un millón de pesos. Y el hermano dice que sí. Entonces el padre le explica: mirá, virtualmente, en casa hay tres millones de pesos. Pero lo real es que en casa hay dos putas y un degenerado. Acá pasa lo mismo. ¿Qué es esto de que todo se viene abajo, qué están diciendo. Crean terror y así la gente que no sabe qué es real, se asusta y actúa en consecuencia.”
“Las malas noticias son fascinantes. Para pronósticos que todo va a ir bien tenemos a las pitonisas. En los medios, lo que rinde es lo que va a ir mal. Sembrar desconfianza tiene sus beneficiarios, por eso pienso que no son inocentes las opiniones de los economistas neoliberales. Calan profundo en la sociedad: en estas fiestas las conversaciones versaban sobre si hay menos fuegos artificiales o se vendieron menos regalos. Todos piensan que se viene lo peor, aunque la realidad muestre lo contrario. Miente, miente, que algo quedará. Dentro del ámbito de ciencia y tecnología hay incertidumbre por la crisis, porque en muchos países se disminuyó el financiamiento. Acá no. Estamos mejor que en otras épocas. Argentina se vuelve atractivo en este sector. Hay jóvenes que están volviendo para trabajar en el país. Empieza a haber cierta interconexión entre ciencia y áreas productivas. Tiene que haber un cambio de actitud en los empresarios locales, que no suelen invertir en algo que ven muy lejos. Pero en general estamos mejor, no peor.”
Edgardo Mocca
politólogo
“¿A qué se debe que los economistas del establishment sigan teniendo tan generosos espacios en los principales medios de comunicación? ¿Cómo se explica que tanto entrevistador ‘independiente’ los consulte sobre el futuro de la economía argentina y del mundo? No será, con seguridad, a causa del prestigio ganado sobre la base de sus históricas predicciones; por cómo vaticinaron el colapso argentino de 2001 o la reciente crisis financiera mundial. La causa no puede ser la fortaleza del paradigma que los proyectó a la fama: en todo el mundo ese superrelato crecido a la sombra del fin de los grandes relatos está a la defensiva. Algunos de los colegas de estos gurúes criollos la están pasando mal ante más de un estrado judicial. El espacio que tienen es tributario de la enorme capacidad de los grandes medios de comunicación para fijar agenda. Para juntar en un barullo ensordecedor todo lo que se oponga a la gestión del gobierno, sea un paro salvaje o la escandalosa denuncia de alguna pitonisa desaforada. En el lenguaje porteño, todo eso se llama ‘mandar fruta’. No hace falta saber técnico ni responsabilidad política. No hay memoria de lo que se dijo antes ni preocupación por lo que realmente pasará mañana. Solamente se trata de contribuir a un clima de tensión y de abonar el terreno de la crisis. De una crisis –ésta como la nuestra de hace seis años– que es hija dilecta de un modelo en ruinas. Tan en ruinas como la ética profesional de algunos especialistas en economía.
“Es una forma de desgastar al Gobierno. Se han encontrado que pasaron de un modelo de especulación a otro de producción y que juega un papel muy importante en el contexto latinoamericano, en un momento en que el subcontinente tomó un lugar preponderante. Incluso, también saben que hoy se encuentran con fenómenos como Carta Abierta, que propone otro tipo de sociedad. Hay una alianza de hecho entre estos opinadores, que a la vez se aúna con el poder de los medios, que juegan fuerte. Es evidente que se ponen a la derecha del Gobierno. Todo lo que hace el Gobierno está mal. Su accionar es preocupante. Tienen mayor preponderancia en la capital. Históricamente se usó a la clase media porteña. Le pasó a Perón y a Yrigoyen. Pasa en Montevideo y en Valparaíso también. No es un tema menor, forman opinión, porque hay sectores que no sólo necesitan estar bien, también que el resto esté mal. No les gusta que la doméstica se vaya a Mar del Plata: necesitan status. Tienen menos ingresos que un obrero especializado, pero la juegan de cultos. Y les caen bien los pronósticos agoreros. Por otra parte, estos economistas trabajan frente a un campo popular disperso, que no les da batalla.”
“Ellos saben que, en general, la gente repite lo que se dice en los medios, sin analizarlo mucho. Hace unos meses varios medios anunciaron que una nave extraterrestre gigantesca iba a caer en el sur. Al planetario llamaron más de 500 personas asustadas ‘porque lo dijo la tele’. Al otro día no cayó ninguna nave y no pasó nada. La televisión no volvió a hablar del tema. Falta pensamiento critico. Lo de los economistas neoliberales es similar. Se lanzan pronósticos que se supone tienen base científica. Aunque fallen, juegan con la mala memoria. La memoria es selectiva y ellos sólo nos muestran si acertaron una. Crean una psicosis y cuando no pasa nada, nadie revisa el pasado. Y se les vuelve a preguntar lo mismo. Yo lo comparo con las seudociencias, los astrólogos, que dicen que por los planetas saben qué va a pasar. Un país no puede tener signos. Les creemos por la inmediatez y el consumo de información desenfrenada que no da tiempo a pensar. El apuro de fin de año sirve. Colectivamente se arma una psicosis con las fiestas. Se han dicho disparates y no pasa nada. En otros campos, si no se acierta, se pierde credibilidad. Parece que a los economistas no les pasa. Si hubiera otros medios que mostraran que estos tipos no aciertan una, no les sería tan fácil. Los medios los usan como una mercancía más. Vende más un dólar a 20 pesos que a 4. Lo peor es que tienen influencia en las decisiones de la sociedad.”
“Los economistas neoliberales quieren que seamos un país como India, que se toma como ejemplo porque tiene doscientos millones de consumidores, pero donde mil millones pasan hambre o viven muy mal. De esos mil millones no se habla. Acá se quiere ir hacia lo mismo. Cuando anuncian catástrofes tienen eco en la clase media que se preocupa sólo por ella. Y lo que buscan es defender intereses que apuntan hacia más concentración de la riqueza. Es decir, quieren voltear al Gobierno para que venga uno afín a sus intereses. Este gobierno salió de ese pensamiento egoísta y trata de hacer otras cosas, pero los chicos se siguen muriendo todos los días. Existe una indiferencia bastante generalizada frente a la miseria y a la indigencia más extrema. Si no nos ocupamos de las necesidades básicas de tres generaciones que no han sabido lo que es comer bien y educarse, no hay otras cosas que hacer. En esta crisis surgen muchos problemas, pero la prioridad es que se ataque la indigencia, causa fundamental del crimen organizado. Lula lo probó con su plan contra la pobreza.”
“Primero hay que marcar que la opinión de estos economistas hay que tomarla desde su línea ideológica, sus intereses y después desde un terrorismo retórico, que viene de los noventa. La lógica de lo inexorable y la imposición del miedo social, de la naturalización de modelos que se volvieron normales para la sociedad. Son alquimistas que mezclan teorías sacadas de distintos lugares para inventar un sistema que no existe en ningún lado. Se montaron sobre la crisis de los ideólogos de izquierda. Ellos son los grandes triunfadores de las ideas contemporáneas. Venden un saber que busca profecías autocumplidas. Básicamente carecen de una visión crítica sobre sus supuestos. Los científicos revisan sus resultados. Nunca leemos una autocrítica de parte de ellos. Se cae el modelo de lo que proponían y no tienen nada que revisar. Tienen un discurso monolítico. En el país son muy peligrosos. Trabajan sobre el chantaje. Son profundamente antinacionales, no tienen compromisos con la sociedad. Crean una visión del mundo que sólo está en su mente.”
“Para mí la economía es una ciencia oculta. Y ellos juegan con nuestro desconocimiento. En Solano, donde yo trabajo, no hay amago de saqueos ni se ve la situación que vivimos en otras crisis, pero ellos dicen que estamos peor. Son tipos que no estarían incómodos con un golpe de Estado. Ellos fueron los ministros de las dictaduras. Los más pobres no miran tanto los noticieros y se guían por su realidad. Por eso su discurso cala más en la clase media. TN el otro día entrevistó a Daniel Artana, que ya demostró su no saber. Pero el periodista lo trató como si fuera un prócer. Como la economía se basa en la confianza, ellos juegan a la profecía autocumplida. El banco presta la plata que no es de él. Si nos asustan con que el banco se va a caer, salimos todos a buscar la plata y el banco se cae. No entiendo cómo no pierden credibilidad. Si su idea no anduvo, la culpa la tiene el que la implementó. Alsogaray decía que Martínez de Hoz era socialista para no aceptar que sus ideas habían fracasado. Son de temer: tienen poder para una campaña, tienen el apoyo de altos intereses. Dicen que el país es el que esta menos preparado para enfrentar la crisis. La gente no esta bien, pero nada que ver con otras crisis.”
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