Domingo, 25 de enero de 2009 | Hoy
INDUSTRIA SIDERURGICA, DE LAS GANANCIAS RECORD AL AJUSTE
La producción de acero crudo alcanzó el año pasado su máximo histórico, en un continuo de crecimiento de cinco años. El último trimestre la actividad se derrumbó y eso bastó para que empezaran las cesantías.
Por Diego Rubinzal
La industria siderúrgica argentina venía acumulando resultados auspiciosos. En 2008, la producción de acero crudo (5.700.000 toneladas) creció 2,9 por ciento respecto del año previo y superó el record histórico de 5.532.700 toneladas obtenido en 2006. Particularmente, la empresa Siderar reportó utilidades por 174,8 millones de pesos y ventas netas por 2215 millones de pesos en el tercer trimestre del año pasado. Sin embargo, el advenimiento de la crisis internacional cambió bruscamente el escenario.
En el último trimestre, la producción argentina sufrió una fuerte caída: en octubre, del 3,4 por ciento, en noviembre, del 31,6, y en diciembre, del 45,4, siempre medido en términos interanuales. La desaceleración económica mundial está impactando directamente sobre la demanda de productos metalmecánicos.
En Estados Unidos, la industria siderúrgica le reclamó a Barack Obama la puesta en marcha de un programa de obras públicas que impulse la demanda de acero. Desde septiembre, la producción estadounidense de acero se desplomó un 50 por ciento. En ese contexto, el Centro de Industriales Siderúrgicos (CIS) argentino alertó sobre los peligros de un posible aluvión de productos chinos. La República Popular China es la primera productora mundial de acero (concentra el 40 por ciento de la producción total) y está enfrentando una acumulación de stock por la caída de la demanda de las economías centrales.
En la Argentina, la variable de ajuste comenzaron siendo los trabajadores. En diciembre, Siderar anunció el despido de 1200 operarios que reparaban sus altos hornos ubicados en San Nicolás. Un mes después, la amenaza de despidos alcanzaba a 2400 empleados de la planta. La compañía comunicó que esas bajas laborales son consecuencia de la suspensión del plan de inversiones (estimado en 1200 millones de dólares para el período 2008–2011) destinado a ampliar su capacidad productiva. El Ministerio de Trabajo intervino y dictó la conciliación obligatoria –prorrogada el último miércoles por diez días– en medio del conflicto, y a la vez negocia con la empresa para intentar que dé marcha atrás con su amenaza.
No es la primera vez que la industria siderúrgica atraviesa estos vaivenes económicos. Se trata de un sector que sufrió fuertes reacomodamientos productivos en las últimas décadas. Haciendo un poco de historia, el impulso al desarrollo industrial siderúrgico surge de la mano de la creación de la estatal Somisa (1947). Como señalan Daniel Azpiazu y Eduardo Basualdo (La siderurgia argentina en el contexto del ajuste, las privatizaciones y el Mercosur, Instituto de Estudios sobre Estado y Participación (Idep-Ate)) “dada la magnitud de los capitales demandados, se consideró que las inversiones sólo podían ser encaradas por el sector público, que de esta forma facilitaría y garantizaría el desarrollo de los laminadores privados existentes en el país y, por otro lado, induciría la incorporación y maduración de nuevas firmas privadas en la elaboración de productos finales”.
La irrupción de Somisa favoreció el desarrollo de empresas privadas como Acindar (nacida en la década del ‘40 para abastecer de hierro redondo para la construcción). Por aquellos años, el aumento de la producción de acero nacional resultaba clave para abastecer a la industria de bienes de consumo durable y, a la vez, reemplazar la compra de acero importado descomprimiendo las presiones sobre la balanza de pagos.
Tal como señala Julia Soul en su trabajo “Industria Siderúrgica. Mirando al sur... precarización del trabajo y concentración productiva” (Realidad Económica Nro. 239), la intervención estatal en la industria siderúrgica no sería una particularidad argentina. Entre las décadas de 1940 y 1960 se instalaron plantas integradas de propiedad estatal en Brasil, México, Venezuela y Chile.
En la década del ‘80, el sector siderúrgico mundial sufrió una fuerte caída de la demanda mundial. Julia Soul explica que la disminución se produjo por dos razones fundamentales: las industrias más dinámicas (por ejemplo, la informática) utilizan menores porciones de acero y, al mismo tiempo, disminuyó el consumo de aquellas industrias que normalmente lo utilizaban (por ejemplo, la rama automotriz comenzó a utilizar materiales más livianos, como el plástico).
Esa crisis sectorial estimuló los procesos de concentración productiva del sector y la desaparición del Estado como actor productivo. Así, la Argentina, Brasil, México y luego Venezuela (1997) se terminaron desprendiendo de sus empresas siderúrgicas estatales. En el caso argentino, previamente a la privatización de Somisa (hoy Siderar) se produjo un proceso de racionalización productiva que terminó con la salida de 5500 trabajadores.
Durante la década del ‘90, la productividad sectorial creció alrededor de un 20 por ciento de la mano de una intensificación del uso del trabajo. Mientras el nivel de productividad crecía, el nivel de empleo iba en la dirección opuesta. En noviembre de 2008, el grupo Techint (dueño de Siderar) organizó su 7º Seminario ProPymes en el hotel Hilton de Puerto Madero. En esa oportunidad, el CEO de Ternium, Daniel Novegil, manifestó que “las crisis como la que vivimos son esencialmente oportunidades para ganar productividad, eficiencia y mejorar posicionamiento de cara al futuro”. Habría que ver qué opinan los operarios de Siderar.
“La industria siderúrgica venía acumulando resultados auspiciosos. En 2008, la producción de acero crudo llegó al record de 5,7 millones de toneladas.”
“Siderar reportó utilidades por 174,8 millones de pesos y ventas netas por 2215 millones de pesos en el tercer trimestre del año pasado.”
“Sin embargo, a causa de la crisis internacional, la producción sufrió en el último trimestre una fuerte caída.”
“En Estados Unidos, la producción cayó 50 por ciento. La industria le reclamó a Obama la puesta en marcha de un programa de obras públicas que impulse la demanda de acero.”
“En la Argentina, la variable de ajuste comenzaron siendo los trabajadores.”
“Durante la década del ‘90, la productividad sectorial creció alrededor de un 20 por ciento de la mano de una intensificación del uso del trabajo.”
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