Domingo, 5 de abril de 2009 | Hoy
MEMORIA HISTORICA: AGOSTO DE 1988, EN LA RURAL
El ahora transformado en prócer de la democracia fue abucheado en la inauguración de la Exposición Rural.
Por Claudio Scaletta
El lector puede estar tranquilo. En este artículo no se revisitan las buenas y malas obras del extinto Raúl Alfonsín. Sólo se repasan, en el contexto de su tiempo, algunas de sus acciones de gobierno vinculadas al sector agropecuario para, luego sí, romper la mirada sincrónica y traerlo al presente.
El gobierno radical en 1983 asumió abrumado por las obligaciones de la deuda pública, a las que pronto se sumaría la apertura de la Caja de Pandora de las cuentas de la dictadura. Luego de un programa inicial de corte keynesiano, pero voluntarista, que no pareció advertir ni la verdadera dimensión de los poderes en pugna ni el cambio estructural iniciado en 1976, la administración se sintió obligada, antes que a desconocer una deuda ilegítima, a negociar con los acreedores y los organismos financieros internacionales. Se iniciaban los sucesivos planes de estabilización y ajuste. Debe recordarse que por entonces también se deterioraban los “términos del intercambio”. La situación no podía ser peor. Mientras las obligaciones de la deuda retroalimentaban los desequilibrios macroeconómicos, el resultado del comercio exterior era por demás insuficiente. Tras la declaración de la “economía de guerra” en junio de 1985 llegó el Plan Austral. En materia agropecuaria, la gran esperanza radical era el aumento de la producción para generar divisas. La devaluación del 15 por ciento con que se lanzó el Austral fue acompañada con suba de retenciones. Pero los resultados no fueron los esperados. Durante los años 1986 y 1987 las ventas subsidiadas de cereales estadounidenses a la URSS deprimieron los precios internacionales hasta un 25 por ciento, mientras en el plano local las inundaciones contraían la producción. La escasez de divisas resultante se tradujo en el agotamiento de las reservas del Banco Central a principios de 1988. A mediados de ese año, el gobierno realizó su último intento de control de la economía. Si bien la situación interna continuaba deteriorándose, la externa mejoraba. Las sequías en el Hemisferio Norte dispararon los precios agrícolas. Aunque el Plan Primavera respetó la promesa presidencial de no subir retenciones, intentó captar parte de los mayores ingresos agropecuarios mediante el desdoblamiento cambiario. Se estableció un tipo de cambio fijo con el que liquidar las exportaciones agropecuarias y otro “financiero” de flotación regulada. Para el sector agropecuario, la fijación del tipo de cambio exportador significaba, en rigor, lo mismo que más retenciones.
En aquel contexto, cualquier asesor contemporáneo aconsejaría no asistir a la tribuna de la Rural, pero Alfonsín no pareció advertir el clima. Quienes en tiempos de absolución mediática prefieren las formas a los contenidos podrán ver en la reacción del ex presidente un acto de resistencia. Sin embargo, su discurso fue típicamente radical: el tono duro, pero exculpatorio. “No creo que sean productores agropecuarios”, dijo sobre los que lo silbaban y abucheaban. Son “los que muertos de miedo se han quedado en silencio cuando han venido acá a hablar en representación de la dictadura”, ensayó. Doble error. Lo abucheaban los terratenientes furiosos por el combo retenciones más dólar fijo que, indudablemente, no los tenía muertos de miedo sino muy felices, cuando con fruición aplaudieron al dictador Jorge Videla. “Son también los que se han equivocado y han aplaudido a quienes han venido a destruir la producción agraria argentina”, completó. Otro error: el aplausómetro rural nunca se equivocó. Nunca fue ingrato con quienes representaron su ideología e intereses de clase. Bien lo supieron desde Agustín P. Justo a Carlos Menem y Fernando de la Rúa. Y nunca fueron los socios de la SRA los que engrosaron las filas de excluidos del campo durante la seguidilla de programas neoliberales.
Pero al discurso de aquel frío agosto del ’88 todavía le faltaba lo peor: la promesa de bajar las banderas. “Esfuerzos hacemos todos”, atinó a recriminar Alfonsín al discurso de su desatento anfitrión Guillermo Alchourrón, pero inmediatamente, luego de un inexplicable pedido de “perdón por los errores”, agregó: “a fines del año que viene tendrán como conquista fundamental el dólar libre”. Traído al presente, se trata de un equivalente a que la actual presidenta, en vez de plantarse contra las pretensiones sectoriales en materia de retenciones, prometiese frente a los silbidos eliminarlas pronto.
Pero las preguntas del presente son otras: ¿qué habrá transformado a Alfonsín en prócer mediático? ¿Cuál será la reivindicación de la prensa que hoy exalta por igual a abucheadores y abucheados? ¿La forma o el contenido?
La Oficina Nacional de Control Comercial Agropecuario (Oncca) autorizó el pago de aportes no reintegrables a productores tamberos por un monto total de 28.801.820 pesos correspondientes al mes pasado.
Las ventas de productos lácteos con destino a mercados externos se redujeron en un 20 por ciento durante el primer bimestre de este año respecto de igual lapso de 2008, según datos del Senasa.
La gremial que agrupa a los trabajadores judiciales pidió al Consejo de la Magistratura el juicio político de los jueces federales de Paraná, Mar del Plata, Córdoba, Rosario y Tucumán por su “inacción frente a los cortes de ruta” de los productores agropecuarios.
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