FINANZAS > CARACTERISTICAS Y MONTO REAL DE LA CANTIDAD DE DIVISAS EN PODER DEL BANCO CENTRAL
El BCRA refuta una a una las críticas de economistas ortodoxos sobre la calidad de las reservas. Esos dólares son una poderosa herramienta para enfrentar las olas especulativas contra el peso.
› Por Cristian Carrillo
A partir de la crisis internacional los bancos centrales de la región iniciaron una depreciación controlada de sus monedas para desincentivar la fuga de capitales. Luego del primer movimiento al alza del dólar, esas entidades monetarias buscaron encorsetar las oscilaciones llevando a cabo una fuerte intervención en sus respectivas plazas cambiarias. Ese accionar provocó una caída de los activos en poder de esos organismos. En el mercado local ese comportamiento abrió un debate acerca del verdadero volumen de reservas y de su composición en poder de la autoridad monetaria. Economistas de la city sostienen que el flujo volcado está siendo compensado por préstamos provenientes de organismos multilaterales. Pero desde el BC explican que el stock actual de 46.000 millones de dólares debe ser cruzado sólo contra los billetes y monedas en manos del público, los depósitos en cuenta corriente que tienen los bancos en el Central y las Letras y Notas emitidas por la entidad.
La primera especulación se refiere a la cantidad de divisas propias del Central que no tiene como contrapartida otro pasivo más que la Base Monetaria (definición de libre disponibilidad). En lo que va del año el BC, según cálculos del mercado, reemplazó más de 2000 millones de dólares de su pérdida de reservas con endeudamiento y esos economistas reclaman que ese crédito sea restado del monto total. “Para los que dicen que hay que contar las reservas propias, les contesto que no tenemos ni un dólar. Uno tiene balances con activos y pasivos”, dijo a Cash un colaborador cercano al titular del BC, Martín Redrado.
Desde el organismo admiten que se obtuvo crédito internacional, el cual debe registrarse como aumento de reservas, pero al mismo tiempo rechazan que eso implique una mayor fragilidad. “Los que hablan de los 2000 millones de dólares del Banco Internacional de Pagos son los que se quedaron callados cuando les debíamos 10.000 millones al Fondo Monetario y otro tanto al Banco Interamericano de Desarrollo y al Banco Mundial”, criticó la fuente. En el Central señalan que, a diferencia de los ‘90, el cálculo de reservas internacionales no contabiliza como entonces los títulos públicos. Tampoco se toma en cuenta los argendólares (colocación de argentinos en activos externos). “Si en realidad tuviéramos las reglas de la convertibilidad, tendríamos muchas más reservas”, agregó el directivo.
Otro rubro que debería restarse según economistas ortodoxos es las posiciones de venta de dólar a futuro. Sin embargo, pretender deducir esa partida contiene un error conceptual respecto de lo que significa una operación a término. Las posiciones que se pactan en ese mercado se realizan por diferencia. Es decir, si se vende dólar a futuro a cuatro pesos, por ejemplo, es porque se cree que va a estar en ese valor o menos al cierre del mes. Si finaliza por encima de ese precio se tendrá que pagar la diferencia en pesos, sin usar otra divisa que no sea la moneda doméstica. “El compromiso no es con delivery y entrega”, ironizó el colaborador de Redrado.
Más allá de lo que pueda restarse o no al volumen final de reservas, la calidad de su composición muestra características de firmeza inéditas en las últimas décadas. En primer lugar, el país no cuenta hoy con un seguro de cambio –el BC no está obligado en caso de corrida a entregar dólares–-, la acumulación de reservas se hizo contra superávit de cuenta corriente (comercial) y no contra deuda externa (cuenta capital). “Antes, además, era todo argendólares, representando entre el 70 y 80 por ciento del balance del sistema financiero consolidado. Actualmente no supera el 20 por ciento”, detalló el funcionario.
Un último punto a tener en cuenta es cuánto representan los activos internacionales sobre el M3 privado (circulante más depósitos a la vista y a plazo). Ese ratio es de aproximadamente 67 por ciento contra el 33 de la década pasada. Eso implica que, más allá del concepto de libre disponibilidad de reservas, una caída en el stock supone que se achica también la base monetaria, manteniendo ese respaldo inalterado.
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