EL BAUL DE MANUEL
› Por Manuel Fernández López
Vista a Woody Allen con un traje formal y ciérrele el cuello con moño pajarita, y ahí tiene la foto de Abba Lerner. El paralelismo no se limita a la superficie externa, sino que abarca también a la fertilidad y originalidad de ambos. Lerner fue una de las mayores inteligencias de la economía del siglo 20. Cuando decimos condición Marshall-Lerner, se evoca la geometría del comercio internacional, desarrollada por Lerner en plena juventud. Lerner había nacido en Besarabia, cuando esta región estaba por incorporarse a Rusia y posteriormente a Rumania. Su infancia transcurrió en el barrio de inmigrantes judíos del East End de Londres. Trabajó desde los 16 años, como sastre, tipógrafo, etc. Al comenzar la Gran Depresión (1929) se inscribió en el ciclo nocturno de la Escuela de Economía de Londres. En un solo año obtuvo un gran número de premios. En 1933 cofundó la Review of Economic Studies, una de las revistas profesionales de economía más prestigiosas. No tardó en incorporarse al cuerpo docente de la London School, que incluía a John Hicks, Nicholas Kaldor y otros, dirigidos por Lionel Robbins, buena parte de los cuales, al producirse la “revolución keynesiana”, abandonaría no sólo la Universidad de Londres, sino el credo neoclásico-liberal. Lerner fue uno de ellos, y el primero en dar a conocer una presentación simple del sistema keynesiano: “La Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero de Keynes” (Revista Internacional del Trabajo, octubre 1936) y asimismo estudios que clarificaron capítulos oscuros de la obra principal del barón de Tilton, como el relativo a “Las propiedades esenciales del interés y el dinero”. Lerner produjo avances sustanciales sobre economía internacional, economía del bienestar, economía del socialismo y macroeconomía, en artículos que siguen siendo de consulta obligada: “La representación gráfica de las condiciones de costos en el comercio internacional” (1932), “El concepto de monopolio y la medición del poder de monopolio” (1934), “La simetría entre impuestos a la importación y a la exportación” (1934), “Finanzas funcionales y deuda federal” (1943), “El proceso inflacionario” (1949), “Precios de factores y comercio internacional” (1952), etc. En 1937 pasó a enseñar economía en los EE.UU., en las universidades de Columbia, Virginia, Kansas, Amherst, Johns Hopkins. Michigan, California.
Sobre una hoja tracemos de margen a margen una línea recta horizontal, paralela al margen inferior. Encima de la recta dibujemos una curva ondulante, que pasa, alternativamente, por encima y por debajo de la recta (en geometría es el gráfico de y = sen t). Supongamos que en cada punto de ambas líneas la distancia hasta el margen inferior de la hoja se miden los ingresos fiscales en cada punto del tiempo. La recaudación nunca es constante, como lo indicaría la recta, y sí es oscilante, como indica la curva; o sea, en épocas de bonanza los ingresos del Estado están por encima de la recta, y en épocas de malaria están por debajo. Si el Estado fija su gasto siguiendo la norma del presupuesto equilibrado, es decir, gasta sólo lo que le ingresa, su gasto tiene el mismo dibujo que el ingreso: en prosperidad gasta por encima de la recta, y en recesión gasta por debajo. En otros términos: el gasto público es pro-cíclico. Y como el gasto público tiene su propio multiplicador, en épocas de actividad creciente su gasto aumenta y expande aún más la actividad, y en épocas de actividad menguante, la disminución de su gasto frena más aun la actividad general. Es claro que puede actuar de otro modo: en la época creciente podría ahorrar el ingreso que excede el nivel de la recta y luego utilizar ese ahorro para sumarlo al ingreso faltante en la época menguante. De este modo, su ingreso sería como la línea recta y la política macroeconómica iría en contra del ciclo: gastar menos cuando la actividad se expande y gastar más que el ingreso cuando la actividad se contrae. El esquema se refuerza aumentando impuestos en la época creciente y bajándolos en la menguante. Abba Lerner (en “The economic steering wheel”, The University Review, junio 1941) llamó a esta política “finanzas funcionales”, con las siguientes reglas: “1) El gobierno debe mantener en todo momento un nivel razonable de demanda. Si el gasto no es suficiente, de modo que hay excesivo desempleo, el gobierno debe bajar los impuestos o incrementar su propio gasto. Si el gasto es demasiado, el gobierno debe prevenir la inflación, reduciendo su propio gasto o subiendo los impuestos. 2) El gobierno, ya sea tomando prestado cuando desea que la tasa de interés suba, y prestando dinero o cancelando deuda cuando desea que baje la tasa de interés, debe hacer prevalecer aquella tasa de interés que induce la cantidad óptima de inversión”.
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