POLéMICA > LA EXPERIENCIA DE LAS EMPRESAS RECUPERADAS Y SU ADAPTACION A LA ACTUAL CRISIS
Las empresas recuperadas siguen funcionando. Sus trabajadores prefieren seguir en ese espacio productivo en lugar de regresar al tradicional mercado laboral.
› Por Esteban Magnani *
En el suplemento Cash del 3/5/09, en el artículo “La economía social”, se citaba un fragmento de un libro que merece debate. El textual tomado de la obra de Mario Elgue La economía social (Capital Intelectual) subrayaba que “al tratarse de contingentes, con una fuerte vulnerabilidad, que vienen de una larga desocupación o que nunca tuvieron un empleo estable, la viabilidad de estos emprendimientos es harto dudosa”. La cita, más extensa, hablaba de voluntarismo exagerado.
Por el contrario, si bien esta mirada pesimista puede resultar representativa de algunos casos, esconde una heterogeneidad mucho más amplia que, incluso, parece desmentirla. Prácticamente todas las cooperativas de trabajadores que recibieron la expropiación para explotar empresas quebradas en los últimos ocho años siguen funcionando, aunque ahora lo hagan sin la cobertura mediática que supieron tener gracias a los enfrentamientos con la policía. Desde la Fundación La Base se han dado al día de hoy 148 préstamos de los cuales 130 ya han sido devueltos y sólo tres han sido definitivamente liquidados. Estos préstamos destinados a la producción se han pagado a sí mismos con la ganancia generada, lo que demuestra la rentabilidad de las empresas al menos cuando cuentan con capital. De las casi 50 cooperativas que recibieron estos créditos sólo dos (ninguna de ellas recuperada) se han desintegrado. No es un detalle menor que estas recuperadas siguen dando de comer a miles de familias, las mismas que los empresarios habían dejado en la calle porque consideraban que la empresa no era suficientemente rentable.
¿Cómo fue posible semejante cosa? ¿Cómo pudieron los trabajadores sin experiencia de gestión lograr la supervivencia allí donde fracasaron personas supuestamente más capacitadas? Justamente, en buena medida, por la falta de estos empresarios que necesitan apartar mensualmente su ganancia sin importar las consecuencias. Ese anterior “costo empresario” es ahora un salvavidas que mantiene a las cooperativas a flote. Es cierto que en muchos casos la viabilidad de las cooperativas, la mayoría sin acceso al crédito, también ha sido posible gracias a una buena cuota de autoexplotación al menos en sus inicios, lo que les ha permitido generar el capital de trabajo necesario para el funcionamiento. Pero no menos cierto es que los socios de las recuperadas han preferido quedarse allí en lugar de buscar trabajo en un mercado laboral que ha tenido una gran expansión en los últimos años. Evidentemente entran en juego otros valores además de los estrictamente económicos, como la calidad del trabajo, el compromiso e, incluso, en muchos casos, la realidad concreta de que cuando hay champagne éste se distribuye entre todos sin necesidad de que se les derrame a los de arriba.
Pero probablemente la mayor enseñanza sobre la importancia de las recuperadas, no ya sobre su viabilidad sino sobre su deseabilidad, sea lo que está ocurriendo en la actualidad. Mientras en la Argentina y en el mundo hay empresas que cierran porque los inversionistas no consideran razonable mantenerlas funcionando si no dan ganancia suficiente (ni hablar de cuando dan pérdidas) y otras logran esa rentabilidad por medio de despidos, las cooperativas no dejan a socios en la calle. Esto lo están logrando hoy en los sectores industriales más afectados por la crisis, por medio de la reducción de las horas de trabajo. Es decir, que en lugar de despedir gente, los socios ajustan sus cinturones al mismo nivel sin generar nuevos desocupados. El daño social de una crisis que se absorbe en forma pareja es infinitamente menor que el de otra en la que una sector de la sociedad, los desocupados, absorben todo el impacto.
En definitiva el ejemplo de las recuperadas demuestra que no sólo son viables sino que, además, son socialmente deseables. Y esto es consecuencia de la diferencia esencial entre una empresa tradicional que en la ganancia para el capitalista tiene toda su razón de ser y otra en la que el corazón es el trabajo y su mantenimiento.
* Autor del libro sobre empresas recuperadas El cambio silencioso y miembro de la Fundación La Base/The Working World, que otorga créditos solidarios a cooperativas.
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