Dom 13.10.2002
cash

DIFERENCIAS ENTRE LOS ACREEDORES PARA RESOLVER EL DEFAULT

Todos o ninguno

El G7 impulsa una solución a la deuda en línea con el FMI. Los bancos tienen su idea que choca con los intereses de los organismos multilaterales.

CASH EN GRAN BRETAÑA

Por Marcelo Justo
Desde Londres

Lejos de ser un frente sólido, los acreedores se dividen en dos grandes posiciones para la reestructuración de las deudas soberanas, expuestas durante la Asamblea Anual del FMI y el Banco Mundial. Los organismos multilaterales proponen la creación de un mecanismo internacional para resolver la insolvencia de las naciones. Los grandes bancos privados se oponen a este mecanismo y promueven reformas a las reglas de emisión de bonos como solución al problema. “Las dos propuestas son callejones sin salida”, señaló en una entrevista con Cash Ann Pettiford, directora de Jubile Plus, una ONG internacional que lucha por la solución del problema de la deuda.
Ese enfrentamiento entre acreedores del Primer Mundo se observa desde hace tiempo. ¿Hubo alguna novedad en la Asamblea Anual del FMI y el Banco Mundial?
–Por primera vez el G7 apoyó explícitamente la propuesta del FMI de crear un mecanismo internacional para la reestructuración de la deuda soberana con acreedores privados. Hay una razón clara para ello. El G7 no quiere seguir rescatando a los bancos privados mediante megapréstamos como el que recibió México en el ‘95, Argentina el año pasado o el reciente desembolso millonario a Brasil. Ese dinero que sale de los organismos multilaterales, pasa fugazmente por las arcas de los bancos centrales de los países deudores y termina por emigrar a los acreedores privados. Pero también hay una condición para el apoyo del G7 a ese mecanismo internacional. La deuda que los países tengan con el Club de París, que nuclea a los países acreedores, no formará parte de la reestructuración. Lo mismo sucede con la deuda que tengan los países con los organismos multilaterales.
¿Por qué se oponen los acreedores privados a este mecanismo?
–Dicen con toda razón que una reestructuración así viola un principio básico de la ley: la imparcialidad. Los grandes bancos, con JP Morgan a la cabeza, quieren que todos los acreedores, sean organismos multilaterales, países o bancos privados, acepten una quita de la deuda para repartir el peso de la reestructuración más equitativamente. Ellos impulsan su propia propuesta que consiste en que, de ahora en más, los bonos que emita el Estado tengan una cláusula especial por la cual bastará el voto de una mayoría de los acreedores para decidir una reducción de los pagos si se produce un default. Según esa cláusula, la minoría deberá plegarse a lo que decida la mayoría. Es decir, no tendrán la opción de ir por su lado. Esto es para resolver el problema de los fondos buitres, que adquieren deuda antes de que un país se vaya a la bancarrota, no adhieren al mecanismo de reestructuración de la deuda y terminan en los tribunales exigiendo el pago completo de lo adeudado. México se opuso inmediatamente a esa alternativa porque desalentaría el flujo de capital. Pero además esa propuesta es un mecanismo a futuro. Y en este momento hay unos 80 países con serios problemas de deuda. Por eso el G7 terminó apoyando la propuesta del FMI.
Con este apoyo, el FMI ganará la partida.
–Es una propuesta que se va a chocar con todo tipo de obstáculos. El más complicado es que requerirá una reforma de la ley estadounidense para que los acreedores no puedan apelar a la Justicia. Esta reforma deberá contar con la aprobación del Congreso estadounidense y los grandes bancos van a ejercer toda su extraordinaria capacidad de lobby para frenarla. Además de su considerable capital cuentan con el apoyo del subsecretario del Tesoro de los Estados Unidos, John Taylor. Uno de los argumentos fuertes es que la propuesta del FMI constituye una pérdida de soberanía, idea que es muy sensitiva en Estados Unidos.
Jubile Plus también propone la formación de un tribunal internacional.
–Sí, pero a diferencia del FMI, sería un tribunal ad hoc al estilo de los que funcionan en la Organización Mundial del Comercio (OMC) y en el cual las naciones y las empresas pueden resolver sus diferencias. Esos tribunales, creados por acuerdo entre las partes, se pueden formar muy rápidamente. Nosotros creemos que se debe utilizar un marco legal análogo al existente en la legislación estadounidense. En el código de los Estados Unidos hay dos capítulos, el 9 y el 11, para tratar casos de bancarrota. El 11 se refiere a corporaciones y se está aplicando hoy en día en el caso de Enron. El problema es que la liquidación de una compañía en el marco de un proceso de bancarrota no se puede aplicar exactamente a un país porque en teoría un país no puede desaparecer. El capítulo 9 del código estadounidense sería de ayuda porque contempla mecanismos para casos de quiebra de municipios y gobernaciones. En estos casos, se establecen reglas para que los municipios puedan seguir funcionando sin que se afecten sus servicios básicos mientras se negocia una solución al problema. Al mismo tiempo, se permite la participación de la sociedad civil en el proceso judicial. Los organismos multilaterales y los países serían un acreedor más ante la reestructuración.
¿Por qué el G7 apoyará una propuesta que no los favorece?
–Por el momento no la van a apoyar, pero la salida que favorecen, la del FMI, tampoco va a tener éxito porque la resisten los bancos privados. De modo que por el momento nos dirigimos a una impasse que no va a poder durar mucho porque hay situaciones urgentes que resolver. Creo que la única salida es lo que proponemos.

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